La ciudad de Palma, como muchos otros destinos turísticos en España, recibe a miles de visitantes cada año, pero hay algo que ha llamado la atención de Claudia, una local que decidió tomar el bus turístico para hacer un recorrido por su propia ciudad. Lo que comenzó como una pequeña broma se ha convertido en un ejercicio revelador sobre el comportamiento incívico de algunos turistas que visitan la isla. Y, sinceramente, el resultado no es para nada alentador.
En un video publicado en TikTok, Claudia se sube al bus turístico de Palma para enseñar, con humor y algo de ironía, los lugares más emblemáticos de la ciudad, pero también lo que pocos suelen ver: las huellas de los turistas y su comportamiento poco respetuoso. Lo que empieza como una diversión para descubrir su ciudad desde una nueva perspectiva se convierte en un escaparate de la suciedad y el desorden dejado por los que visitan la isla.
«¿Eres pobre y no te puedes ir de viaje? ¡Pues te vas al bus turístico de tu ciudad!», comienza Claudia, con su característico tono irreverente. Y, de hecho, tiene razón: no hay necesidad de irse muy lejos para descubrir qué hacen los turistas cuando pisan las calles de Palma. Un recorrido por las principales avenidas y puntos turísticos revela mucho sobre las costumbres, actitudes y, sobre todo, la falta de respeto de algunos hacia el espacio público.
La Catedral de La Seu de Palma, en Mallorca
Uno de los momentos más destacados de la grabación de Claudia es cuando muestra el estado de las marquesinas de las paradas de autobús. «¡Mira qué guarros! ¡Mira donde tiran los cascos! ¡Serán cerdos!», exclama al ver cómo los turistas dejan los cascos de los auriculares que les dan en el bus turístico en la parte de arriba de la marquesina, sin preocuparse por la limpieza. Para Claudia, este es un claro ejemplo de la actitud incívica de muchos visitantes que no parecen tener en cuenta la importancia de respetar el entorno que están disfrutando.
La nostalgia de lo que fue
Este comportamiento no es aislado, ya que la ciudad de Palma ha visto en los últimos años un aumento de las quejas de los ciudadanos sobre la suciedad en las calles, especialmente en las zonas más turísticas. Y aunque el bus turístico se ofrece como una opción para que los visitantes descubran la ciudad sin necesidad de caminar demasiado, parece que algunos se olvidan de que deben ser responsables también con lo que dejan atrás.
En medio del recorrido, Claudia se toma un momento para reflexionar sobre el contraste entre la Palma que ven los turistas y la realidad que viven los locales. «Hay dos cosas que no entiendo. Son los anuncios de colonias y los anuncios de inmobiliarias. ¿Qué cojones? ¿Qué tiene que ver este tío con este cabello blanco y Real Estate?», se pregunta, sorprendida por la desconexión entre lo que se publicita y lo que realmente está en juego en la ciudad.
De hecho, se atreve a criticar la famosa Plaza España, un lugar que, a pesar de ser uno de los puntos más emblemáticos de Palma, no es del agrado de todos. «Es fea, ¿eh? Lo siento. No me digáis que no. Es gris», dice sin pelos en la lengua. Y es que la Plaza España, aunque cuenta con su historia y su importancia, no es precisamente la imagen idílica de Palma que muchos turistas esperan encontrar.
![Artista callejero que desafía la gravedad en la ciudad de Palma de Mallorca](https://imagenes.cope.es/files/content_image/uploads/2025/02/10/67a93799f35fa.jpeg)
Artista callejero que desafía la gravedad en la ciudad de Palma de Mallorca
Además de las críticas sobre la suciedad y la actitud de los turistas, Claudia aprovecha la ocasión para mostrar su nostalgia por lugares que marcaron su juventud. Desde el Grillmeister, famoso por sus salchichas post-fiesta, hasta el ya desaparecido Titos, un local de referencia para muchas generaciones. «¡El Titos, el Titos! ¡Ese era muy guay!», comenta entre risas, mientras observa cómo todo cambia a su alrededor.
Un mensaje para los turistas y los locales
Pero también se da cuenta de lo mucho que ha cambiado Palma, un cambio que parece haber dejado atrás ciertos lugares que fueron parte de la esencia de la ciudad. «Joder, me di cuenta de lo vieja que soy cuando veo lo mal que está este local», dice al ver cómo algunos de sus recuerdos de juventud ya no son lo que eran.
Al final del recorrido, Claudia concluye su reflexión con un agradecimiento algo irónico a la Plaza España por «tantos momentos». Aunque la ciudad sigue siendo un lugar lleno de historia, vida y belleza, las actitudes de algunos turistas ponen en evidencia un problema que afecta tanto a los locales como a los visitantes: el respeto por el espacio público y el cuidado del entorno.