Donald Trump tiene a la Unión Europea (UE) en el punto de mira por el déficit comercial de Estados Unidos y amenaza con imponer aranceles a las importaciones de productos europeos, pero aunque el bloque comunitario sale ganando en la relación comercial con su socio transatlántico, la diferencia es mínima y la relación es mucho más compleja de lo que plantea el republicano.
Según Trump, la Unión Europea es «una atrocidad» que se beneficia de Estados Unidos, pero el presidente no apunta a ninguna práctica ilegal, ni explica qué hace el bloque que sea injusto, más alla de exportar más productos que los que importa. Los datos confirman que la UE disfruta de superávit comercial respecto a su socio transatlántico, pero los números están muy lejos de los 300.000 millones de dólares de los que habla el republicano.
Según cifras de Eurostat, en 2023, el déficit comercial de Estados Unidos respecto a la UE era de en torno a 158.000 millones de euros, aproximadamente la mitad de lo que denuncia Trump. Pero además, en el ámbito de los servicios, es el bloque comunitario quien sale perdiendo, ya que Washington tiene un superávit de 104.000 millones de euros. Ese decir, el desequilibrio total es de aproximadamente 54.000 millones de euros en favor de la UE.
Las cuentas de Trump son muy distintas. «La Unión Europea es muy, muy mala con nosotros, así que van a tener que pagar aranceles», dijo el presidente apenas unos días después de su investidura. La amenaza de una guerra comercial no se ha concretado de momento, pero tras los anuncios de un 25% a Canadá y México –aunque temporalmente suspendidos–, y un 10% a China, es cuestión de tiempo.
Los países europeos que más exportan a Estados Unidos, y por tanto los que estarían más expuestos a posibles medidas restrictivas son Alemania, Italia e Irlanda, que además tienen un superávit comercial. España es el séptimo Estado miembro que más exporta, pero también está entre los que tienen un mayor déficit comercial con EEUU, junto con Países Bajos y Bélgica.
Por sectores, el automovilístico y el farmacéutico son los más importantes, pero también la agricultura, ya que EEUU es el segundo país de destino de las exportaciones europeas. El propio Trump ha puesto en el punto de mira estos sectores: «No cogen nuestros coches, no cogen nuestros productos agrícolas, no cogen casi nada… y nosotros nos quedamos con todo lo suyo». Lo que más importa a la UE, especialmente desde que comenzara la invasión rusa de Ucrania, es petróleo y gas, pero también productos farmacéuticos.
Una agenda económica positiva
En este contexto, el mensaje desde Bruselas es que una guerra comercial no es buena para nadie. Desde noviembre, insiste en que cualquier restricción al comercio entre Estados Unidos y la UE, dos de las economías más interconectadas del mundo, tendría consecuencias devastadoras a ambos lados del Atlántico.
La Comisión calcula que el intercambio diario entre ambos socios es de 4.200 millones de euros. El mercado estadounidense es el principal destino de las exportaciones comunitarias (19,7%), por delante de Reino Unido (13,1%) y China (8,8%). Mientras, el 13,7% de las importaciones de la UE vienen de EEUU, solo por detrás de China (20,5%).
Estados Unidos y la UE representan casi el 30% del comercio mundial. «Las empresas europeas en Estados Unidos emplean a 3,5 millones de estadounidenses. Y otro millón de empleos estadounidenses dependen directamente del comercio con Europa», advirtió la presidenta Ursula von der Leyen en el Foro Económico de Davos el pasado mes de enero. Hay mucho en juego. Por eso, la UE quiere que la relación con Washington sea buena.
Bruselas apuesta por trabajar en una agenda económica positiva con Washington. «No solo por nuestros lazos históricos, sino simplemente porque es una buena estrategia de negocio», explicó Von der Leyen el pasado lunes en la conferencia de embajadores de la UE. La presidenta insistió en que la prioridad es trabajar trabajar juntos en areas donde ambos socios tienen intereses comunes.
Pero tras las decisiones de Trump de abandonar los Acuerdos de París o la Organización Mundial de la Salud, y con la amenaza de aranceles sobre la UE, ese espacio es cada vez más pequeño. Por eso el otro mensaje desde Bruselas es que la UE está lista. «Cuando seamos el blanco, de manera injusta o arbitraria, la Unión Europea responderá con firmeza», dijo Von der Leyen en referencia a posibles barreras al comercio.
El zar comercial de la Unión, Maros Sefcovic, tras una reunión con los ministros de Comercio de la UE el pasado martes, aseguró que las negociaciones con Estados Unidos se harán con los números en la mano. A juzgar por las declaraciones de Trump, sin embargo, no parece que Bruselas y Washington hayan hecho las mismas cuentas.
Los ases en la manga
Durante su primer mandato, Donald Trump impuso aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio en 2018. La UE respondió con represalias que afectaron a productos estadounidenses como el bourbon, las motos Harley Davidson, o los vaqueros Levi’s. La disputa no llegó a resolverse, pero en un intento de apaciguar la tensión, llegaron a un acuerdo por el que la UE se comprometía a incrementar las importaciones de gas natural licuado.
La energía vuelve a estar sobre la mesa como moneda de cambio. El propio Trump lo ha sugerido y Von der Leyen ha abierto la puerta ha aumentar de nuevo las importaciones de gas. En 2018, era un mero símbolo de acercamiento. Con la UE comprometida a acabar definitivamente con su dependencia del gas ruso este mismo año, podría ser una decisión estratégica de la UE.
Otra carta, es la inversión en defensa. Trump exige a los aliados europeos que incrementen su presupuesto hasta gastar un 5% del PIB en sus ejércitos. Buena parte de los países de la UE, entre ellos España, están lejos de este objetivo. Países como Lituania creen que una manera de fortalecer los lazos con Estados Unidos, abordando al mismo tiempo el déficit comercial y las carencias de la UE en defensa, es comprar armamento a Estados Unidos.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con esta opción. Buena parte de los países de la UE no tiene problema en adquirir armamento y munición para hacer frente a las necesidades inmediatas, como resultado de la guerra en Ucrania. Una demanda a la que en buena medida la industria europea no puede hacer frente. Sin embargo, gobiernos como el francés abogan porque la inversión a medio y largo plazo vaya a reforzar la industria europea, no a reforzar dependencias con terceros países.
En este sentido, la UE tiene una ventaja competitiva respecto a Estados Unidos. Según un estudio del CEPII, el centro de estudio e investigación en economía international de Francia, Washington tiene una mayor dependencia de sus socios europeos en materiales considerados como estratégicos. Esto podría ser también clave en la negociación.
La UE está dispuesta a sentarse a la mesa. Von der Leyen reconoce que la negociación será dura pero que el bloque debe ser pragmático sin renunciar a sus principios. También que está dispuesta a responder. En cualquier escenario, el impacto económico dada la estrecha relación entre ambas regiones será importante. Todo esto, sin contar la exposición de Europa a las consecuencias de una guerra comercial entre Estados Unidos y China que ya ha empezado.
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