Saltó la sorpresa en Granada. En un desenlace insospechado e inédito, las dos grandes favoritas, El 47 y La infiltrada, han compartido la madrugada de este sábado el Goya a la Mejor Película en la 39ª edición de los premios de la Academia de Cine. Es la primera vez que algo así sucede en la historia de los galardones del cine español.
La gala pasaba de las tres horas y media cuando salieron por segunda vez al escenario del Palacio de Congresos de Granada Tamar Novas, Belén Rueda, Javier Bardem y Lola Dueñas acompañados de Alejandro Amenábar para presentar el premio a la mejor película. Minutos antes, director e intérpretes habían sido homenajeados, en el vigésimo aniversario de los 14 Goyas de Mar adentro camino del Oscar. Belén Rueda ha sido la encargada de abrir el sobre y anunciar el nombre del ganador, El 47… para, a los pocos segundos, añadir como ganadora a La infiltrada.
Ha sido el colofón insólito pero coherente a una edición en la que los cabezones estuvieron más repartidos que nunca. La ganadora de la noche fue El 47, con cinco premios de los 14 para los que estaba nominada: mejores actor y actriz de reparto (Salva Reina y Clara Segura), dirección de producción y efectos especiales. La infiltrada, que aspiraba a 13, ha tenido que conformarse con uno y medio: el compartido a la mejor película y mejor actriz para Carolina Yuste. El premio a mejor actor fue para Eduard Fernández por su papel en Marco.
La mejor dirección recayó en Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez por Segundo premio, que también se hizo con los galardones a montaje y sonido. El premio al mejor guion original fue para Eduard Sola por Casa en flames, mientras que Pedro Almodóvar recibió la consolación del premio al guion adaptado por La habitación de al lado, que se sumó a los conseguidos por Edu Grau (fotografía) y Alberto Iglesias (música original). Javier Macipe consiguió el galardón a la mejor dirección novel por La estrella azul, cuyo actor protagonista, Pepe Lorente, se llevó el premio a actor revelación. Y Antón Álvarez se despojó definitivamente de la piel de C Tangana con el Goya al mejor documental por La guitarra de Yerai Cortés.
Después de la tímida innovación que supuso la gala presentada por Los Javis en 2024, los Goya han vuelto a su versión más convencional (y tediosa). La abrió desde el patio de butacas un muy motivado Luis Tosar, atacando una interpretación coral de «Bienvenidos» con otros actores nominados y Amaral para acabar recibiendo en loor roquero a su autor, el granadino Miguel Ríos. A lo largo de la ceremonia hubo varios guiños a la tierra: menciones a Carlos Cano, Manuel de Falla, Val del Omar o Enrique Morente, cuyos hijos, Estrella, Soleá y Kiki, montaron cumbre flamenca en un patio de la Alhambra arrancándose por Lorca, como después haría Dellafuente.
Como dos estatuillas doradas salieron al escenario las presentadoras de esta edición, Maribel Verdú y Leonor Watling, para celebrar un año de «nivel Maribel» en el cine español, con 355 películas aspirando a los premios de la Academia y recordar a los damnificados de la DANA. Apenas se las volvió a ver, y cuando aparecieron fue con guiones muy mejorables. Verdú tuvo oportunidad de lucirse cuando presentó el premio de honor, «Goya de amor» a su amiga Aitana Sánchez-Gijón. «Te quiero porque eres luz y talento, porque eres la compañera perfecta», «un espejo en el que nos gusta mirarnos». Sánchez-Gijón respondió con un monólogo de impecable factura teatral que provocó las lágrimas de más de uno, entre ellos su hijo Teo, incipiente y talentoso músico sentado entre el público. «No hay que tener miedo a la cultura», dijo la actriz, «hay que tener miedo a los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas».
Hubo muchas palabras reivindicativas en esta edición de los Goya. Carolina Yuste y el director de El 47, Marcel Barrena, recordaron el derecho constitucional a la vivienda en una gala que estaba patrocinada por Airbnb. Con una bandera palestina en la solapa, Eva Valiño, una de las premiadas al mejor sonido por Segundo premio, fue la que más se extendió en un alegato político que mereció un cerrado aplauso. Al recoger su cuarto Goya de manos de su hija Greta, Eduard Fernández alertó del «peligro del fascismo» y «de un saludo ambiguo», en referencia al reciente gesto de Elon Musk en los fastos de la toma de posesión de Trump. «Cuidado que vienen a caballo», añadió. «Vivimos tiempos apocalípticos», dijo Almodóvar en las palabras con las que envió a su hermano a recoger el premio al guion adaptado por La habitación de al lado.
Escoltado por Antonio Banderas, Richard Gere se sumó a la fiesta al recibir el Goya internacional en «mi nuevo hogar», España, y animó a tener el valor y el coraje necesarios para abrazar, escuchar y ayudar a los demás ahora que Estados Unidos y el resto del mundo viven «un momento muy oscuro».
Tangana defiende a Karla Sofía
Karla Sofía Gascón iba a ser el agujero negro de la gala, pero su ausencia ha sido menos ominosa de lo que cabía esperar. Pedro Sánchez escurrió el bulto en la alfombra roja –»hoy es un día de celebración, vamos a quedarnos con lo positivo»–, los distribuidores en España se atrevieron a mencionar su nombre cuando recogieron el premio a la mejor película europea para Emilia Pérez –»ante el odio y el escarnio, más cine y más cultura»– y Antón Álvarez / Tangana la defendió sin mencionarla: «dejemos que la gente se equivoque», dijo tras recoger su Goya por La guitarra de Yerai Cortés.