El encuentro de Patriots en Madrid -el grupo de Vox en el Parlamento Europeo- no solo sirvió para concentrar a varios de los dirigentes de la extrema derecha europea para defender su propio proyecto -lejos del consenso de populares y socialdemócratas en la Comisión- sino para enviar un mensaje de apoyo absoluto a Donald Trump y la nueva era que empieza con su Administración. Para Santiago Abascal esa exhibición de sus alianzas es clave, porque el dirigente ultra en España ha encontrado en sus interlocutores internacionales un trampolín para su partido.
Abascal lleva tiempo trabajando en esa imagen exterior y ser el líder del grupo europeo -a pesar de que hay dirigentes mucho más consolidados en sus países- le garantiza una proyección internacional muy superior a la que podría esperarse de la tercera fuerza política de un país, a mucha distancia de su rival por la derecha. La cuestión es que el líder de Vox ha encontrado en estas relaciones una forma de ganarle terreno a Alberto Núñez Feijóo, como quiso dejar claro también en su discurso de ayer.
“El resumen de este acto es que Pedro Sánchez está con Maduro y Hamás; y Feijóo está con Ursula Von der Leyen”, declaró, en uno de los muchos ataques que sus socios propinaron a la presidenta de la Comisión. Abascal quiere evidenciar que el líder del PP se ha desdibujado en el nuevo panorama internacional mientras Vox, con muchísimos menos diputados y sin formar parte ya de ningún gobierno autonómico, tiene interlocución con los grandes líderes de la derecha europea (no solo el húngaro Viktor Orban o la francesa Marine Le Pen, ambos en Madrid este sábado, sino también con la primera ministra italiana Giorgia Meloni, de otro partido a nivel europeo; y con dirigentes como el argentino Javier Milei). Abascal viajó a la toma de posesión de Trump en Washington hace dos semanas.
Y no tuvo ningún problema en dejar claro que “es momento de aprovechar la oportunidad de los nuevos tiempos” con Trump de nuevo en la Casa Blanca. Mientras en Europa y también en España aumenta la incertidumbre y se abre el debate sobre cómo afrontar lo que venga de la mano del presidente estadounidense, Abascal quiso alinearse ayer con Trump refiriéndose a lo que más preocupa en el continente europeo, la política arancelaria. “Algunos hablan mucho de aranceles últimamente. El gran arancel es el pacto verde de Bruselas, el de los progres y los comunistas”, espetó.
Como publicó este diario, Feijóo ha ido manteniendo equilibrios en sus declaraciones públicas (muy pocas) poniéndose de perfil y sin fijar una posición clara sobre lo que va a implicar la nueva etapa de Trump dirigiendo la primera potencia del mundo. Tanto es así, que después de un polémico artículo de opinión de Esteban González Pons, el responsable de asuntos internacionales del PP, muchas voces mostraron sus dudas sobre la necesidad de reforzar con cierta urgencia el equipo internacional y empezar a tener una línea más clara.
Abascal cree que ese PP desdibujado hace que Vox coma terreno porque puede hablar mucho más claro y defender sin ningún complejo a Trump que es lo que muchos electores de la derecha esperan. Esa es la sensación generalizada en la dirección nacional de los ultra y consideran que el PP se equivoca evitando posicionarse. Vox vive ahora un momento dulce en las encuestas.
Y precisamente con este evento el líder de Vox logró cosechar el apoyo claro de muchos dirigentes europeos que gobiernan, ganaron las elecciones o son el segundo partido más votado en sus respectivos países. El de Abascal es en términos numéricos uno de los más débiles de Europa, al menos hasta el momento. En el núcleo duro del líder de Vox siempre repiten que esa tendencia -ahora mundial con total claridad- acabará llegando a España. Que es cuestión de tiempo.
El primer ministro húngaro no dudó en recordar a Abascal en su intervención que antes de llegar al Gobierno pasó muchos años en la oposición. Y que “sufrir” es el único camino, augurando que dentro de poco tiempo llegará su turno. Uno a uno, el italiano Matteo Salvini (líder de Lega y que forma parte del Gobierno de Meloni), Le Pen, el holandés Geert Wilders o el portugués André Ventura, fueron defendiendo los postulados de la ultraderecha contra las políticas verdes, en defensa de las fronteras europeas -“y contra la inmigración islamista, que es un pacto de invasión programada” en palabras de Le Pen- y de los valores ideológicos que también está imponiendo ya Trump como la existencia solo de dos géneros.
El otro elemento común fue cargar contra “los burócratas de Bruselas” y su agenda “de imposición”, dejando claro que el proyecto europeo en el que Patriots cree solo pasa por la unión de naciones que deben ser soberanas en todas sus decisiones, eliminar la regulación europea y acabar con lo que consideran “una dictadura global” propia de organismos como la OMS, la ONU, la Corte Penal Internacional, a la que acusaron de igualar a terroristas con “naciones democráticas” como Israel.
Tras emular de forma constante a Trump y defender a Benjamin Netanyahu, Abascal también lanzó un guiño a Alternativa para Alemania deseándole la victoria electoral el próximo día 23. Feijóo, en cambio, concentra sus esfuerzos en que la CDU sea la ganadora indiscutible de las elecciones y exhibir una alianza fuerte entre el PP español y el alemán.
El público de Vox se deshizo en aplausos cuando el dirigente ultra portugués afirmó que “Feijóo es lo mismo que Sánchez”. Abascal quiso recoger el guante y equiparó al presidente del Gobierno y al líder de la oposición en la semana en la que el líder del PP recalcó que en España solo hay dos posibilidades: que gobierne el PP o que vuelva a hacerlo el PSOE de la mano de todos sus socios.