Alumnos universitarios que no saben quién es el magnate Elon Musk, que no preguntan en clase, que desconocen el significado de la palabra ‘receso’, que no saben sumar fracciones, que suspenden Lengua castellana o que no tiene hábito lector. No todos, solo son algunos. Pero hace años era impensable. Un debate bulle en las aulas: ¿están los jóvenes aterrizando en la educación superior con graves carencias académicas?
Un nutrido grupo de profesores universitarios responden afirmativamente y achacan las lagunas a varios factores. Entre ellos, las elevadas ratios en bachillerato y la inflación de notas en la selectividad. “Hacemos creer a nuestros alumnos que tienen mayor nivel del que, en realidad, poseen”, sentencia Daniel Arias Aranda, catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada. Más allá de los déficits académicos, Ecarnación Carrasco, coordinadora del grado de Primaria de la Facultat de Educació de la UB, expresa su preocupación por un alumnado “inmaduro y poco implicado”. “Algunos estudiantes entran a la facultad con carencias, algo que no pasaba hace una década. No es una situación generalizada, pero a veces me encuentro en clase con gente que no sabe sumar fracciones”, asegura Juan Jesús Donaire, profesor de Matemáticas en la UAB y decano de la Facultat de Ciències.
«Hay estudiantes que acceden a la facultad con carencias, algo que no pasaba hace una década. No es general, pero me encuentro con gente que no sabe sumar fracciones»
‘Cursos cero’
Suplir contenidos no asumidos durante la secundaria, precisamente, es el objetivo de los ‘cursos cero’. Implantados en los grados de Ciencias en algunas universidades, se trata de talleres voluntarios para que el alumnado que entra por primera vez en la facultad se ponga al día en determinadas materias durante la primera semana de septiembre, antes de que comiencen oficialmente las clases. Esta formación extra –que no deja de ser un repaso de bachillerato– se da en asignaturas científicas, como Física, Química y Matemáticas.
Docentes universitarios califican de «barbaridad» las ratios de 30 alumnos por clase en bachillerato y critican que en secundaria impartan clases profesores no especialistas en las materias
Hace unos años, los ‘cursos cero’ tenían una acogida excelente entre los futuros universitarios. Últimamente, sin embargo, la asistencia no es precisamente masiva, al menos en la Universitat Autònoma de Barcelona. “Creo que los alumnos no se apuntan porque no son conscientes de sus carencias”, apunta el decano de Ciencias. Para intentar atraer a más estudiantes a este empujón académico, la UAB ha añadido otra modalidad: un material audiovisual realizado por el alumnado de últimos cursos. “Son vídeos cortos, por ejemplo, sobre la formulación en Química orgánica que se pueden ver en un móvil. Es la primera vez que implementamos este sistema, el curso que viene analizaremos si ha tenido buena acogida. De momento, estamos pensando en hacer otra remesa de vídeos”, explica Donaire.
Primaria y secundaria
El decano de Ciències atribuye las lagunas de los futuros graduados a un problema de base en primaria y secundaria, etapas educativas en las que, en su opinión, la palabra esfuerzo ha dejado de tener valor. “Existe una sensación de que todo es gratis, fácil y trivial. Y no. Aprender requiere esfuerzo”, advierte.
«¿Quién suma fracciones en un papel? Deben tener claros los conceptos, pero no tenemos que pedirles lo que puede hacer una máquina, sino pedirles que den un paso más allá»
Solucionar el problema pasa, según el docente, por invertir más en educación. “Las ratios de 30 alumnos por clase en bachillerato son una barbaridad, y más cuando las aulas son diversas. Hay que contratar más profesores y pagarles mejor”, sentencia. Otra espina del sistema está en la formación del profesorado de secundaria. “Para explicar una materia la tienes que dominar y te tiene que gustar. No tengo claro que esto esté pasando. Solo el 30% de los que imparten matemáticas son licenciados en Matemáticas, algo extensible a otras asignaturas”, concluye Donaire, que no culpabiliza al profesorado (“son héroes”) sino al sistema.
Ni preguntan ni responden
Cuando el magnate Elon Musk compró Twitter, el profesor Arias Aranda propuso a sus alumnos y alumnas de la Universidad de Granada tratar el tema en clase. “No fue posible porque muchos no sabían quién es Musk”, recuerda el catedrático de Organización de Empresas. Este es un ejemplo cotidiano que ilustra, en opinión del docente, las “graves carencias” con las que llegan los jóvenes a las aulas universitarias. “Son futuros graduados. Pero ni preguntan en clase, ni responden cuando les hago una pregunta. En otra ocasión, les dije que íbamos a hacer un receso y no sabían el significado de esa palabra”, agrega.
«Pueden tener lagunas inmensas en temas que ya no les son útiles; les sirven otras competencias y, para ello, la universidad debe modificar estrategias»
Autor del ensayo sobre educación ‘Querido alumno, te estamos engañando’, Arias Aranda subraya que las lagunas se dan, incluso, en alumnos con notas brillantes en bachillerato y en la selectividad. Aquí radica, a su juicio, una de las raíces del problema. “Creo que existe una alta inflación de notas. Hacemos creer a nuestros alumnos que tienen mayor nivel del que, en realidad, poseen”, concluye.
Sin alarma
Bastante más optimista se muestra Toni Solano, profesor de bachillerato y director de instituto en Castellón. “No estamos tan mal. Cada año corre por los pasillos de los institutos el mismo comentario: qué malos son este año. Pero no es verdad”, asegura. En su opinión, que un alumno de Ciencias no sepa sumar fracciones en primer curso de la carrera no es ningún drama. “¿Quién suma fracciones en un papel? Lo mismo pasa con analizar una oración subordinada, es algo que no harán en toda su vida. Tienen que tener claros los conceptos, eso sí. Pero ¿por qué les pedimos algo que puede hacer una máquina? ¿No será mejor demandarles que den un paso más allá?”, destaca.
«Lo único que sucede es que ahora hay más estudiantes y más diversos, pero mis estudiantes de 4º han sacado un medio de comunicación de la nada, estoy muy orgulloso, cualquier de ellos son excelentes periodistas»
En la misma línea, Enric Prats i Gil, vicecano de la Facultat de Educació de la UB, insiste en que la globalización y la digitalización ha cambiado el mundo en las últimas dos décadas. “Los jóvenes pueden tener lagunas inmensas en temas sobre la economía o el funcionamiento del mundo, pero es que son conocimientos que ya no les son útiles. Les sirven otras competencias, y hay que encontrarlas. Para ello, la universidad tiene que modificar estrategias. El saber, la cultura y el conocimiento científico se pone más en cuestión porque lo pueden encontrar en otros lugares. La fuerza de los profesores reside en saber gestionar el conocimiento” concluye el docente. “No soy ni apocalíptico ni demasiado optimista. Pero, a pesar de las lagunas, no hay ninguna prueba de que los alumnos de ahora tengan menos nivel que antes. Toda generación veterana se queja de los jóvenes. Siempre ha pasado”.
Otra voz positiva es la de Carlos Elías, catedrático de Periodismo en la Universidad Carlos III, que destierra las alarmas y asegura que lo único que sucede es que ahora hay más estudiantes y más diversos en las facultades, incluidos los de familias de escasos recursos económicos y que no han recibido capital cultural por parte de familias. La universidad, en su opinión, hace su función y consigue equilibrar el nivel de todos. “Mis estudiantes de 4º han hecho algo digno de elogio: han sacado un medio de comunicación de la nada, incluidas todas las redes sociales. Estoy muy orgulloso. Cualquier de ellos son excelentes periodistas. Esta es la gran labor que hacemos en la universidad pública”.
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