Hansi Flick ha caído en gracia en Barcelona como pocos entrenadores se recuerdan. Ni siquiera cuando se produjo el bache de noviembre y diciembre el alemán fue cuestionado. Parece el padre o el abuelo que todo el mundo querría a su vera. Afable, educado y competente, ¿qué más se le puede pedir? Cuenta con La Masia y gana. Y sin azuzar controversias. Al contrario, las esquiva con la habilidad de un diplomático versado en conflictos. Así que no es de extrañar que ya apareciera la pregunta sobre su continuidad, sobre prolongar un contrato que expira en verano del 2026, pese a que lleva en el banquillo caliente del FC Barcelona apenas seis meses. Contestó con destreza. «Tengo tiempo, me queda otro año y luego ya veremos. Una temporada y dos años para un entrenador es mucho tiempo».

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