Pedro Sánchez vuelve a marcar perfil internacional y toma posiciones ante el debate en la UE sobre la agenda que está impulsando Donald Trump. Desde que el lunes participó en Bruselas en el retiro informal de líderes de la UE, el presidente del Gobierno ha aprovechado sus intervenciones públicas para redoblar los mensajes de firmeza frente a la “tecnocasta”, que personifica en Elon Musk, o la amenaza de guerra arancelaria. Se trata de los desafíos políticos que se atribuyen a los gigantes tecnológicos, los económicos por el proteccionismo de EEUU o los militares, que obligan a revisar el gasto en defensa, la respuesta que el Ejecutivo pone sobre la mesa es la misma: empujar a la UE a desplegar una agenda propia. “Es importante que la UE siga su propia hoja de ruta. Tenemos que permanecer unidos. Así aumentaremos nuestra influencia en cualquier mesa de negociación”, señalan en Moncloa.
Al igual que en crisis anteriores, como la del covid o la invasión rusa de Ucrania, Sánchez enmarca las batallas políticas en la UE como prioritarias para impulsar su gestión en clave nacional. Alinear la hoja de ruta del Gobierno con los consensos europeos y señalar contradicciones de la oposición. En su llamada este jueves a ser “firme» si se produce una guerra comercial, en la que advirtió de que nadie gana, apeló a la defensa los intereses de agricultores, ganaderos y pescadores españoles. Un sector que ha protagonizado sonadas movilizaciones contra el Ejecutivo, con el respaldo de PP y Vox.
En línea con la UE, el Gobierno aboga por evitar una escalada y no dar pasos en falso sin consumarse la amenaza de aranceles. Con todo, combinan las llamadas al entendimiento y su presentación como “socio fiable” con el pragmatismo de no caer en la ingenuidad y prepararse. “Estamos dispuestos a encontrar soluciones”, señalan en el Gobierno en línea con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pero advirtiendo que “estaremos dispuestos a defender nuestras empresas, nuestras industrias estratégicas, si llega el caso”.
Mientras tanto, se apuesta por ir preparándose e intensificar las defensas propias. Los cálculos que expone el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, haciendo referencia a un estudio del FMI, es que aprovechar todo el potencial de los mercados interiores de la UE equivaldría a una reducción del 45% de los aranceles en comercio de bienes. En lo referente al comercio de servicios, esta reducción sería equivalente a más del 100% de los aranceles. «Se trata de que no puede depender de lo que decida cualquiera en cualquier rincón del mundo. Ni el futuro de nuestro campo quedar al albur de aranceles oportunistas, porque, al final, con las cosas de comer no se debe jugar, sino actuar con decisión, con valentía y con visión de futuro”, explicaba por su parte el jefe del Ejecutivo en el marco de la Estrategia Nacional de Alimentación (ENA).
Al posicionarse frente a Trump en defensa de los intereses europeos y de España, los socialistas insisten en la dicotomía entre la “internacional ultraderechista” y el Gobierno progresista. Este mismo fin de semana se celebrará en Madrid una cumbre del grupo de Vox en la Eurocámara, con Marine Le Pen o Viktor Orban, y en Ferraz señalan que “elegir España no es casualidad”. “España se ha convertido en el enemigo a batir de la ‘internacional ultra’, y por eso todos los progresistas, toda la izquierda de este país, están llamados a defender un gobierno que garantiza derechos y demuestra que con justicia social se gestiona mejor, se crece más y se reducen las brechas sociales”, añaden desde la dirección socialista. Las batallas en Bruselas sirven así también para espantar una alternativa de PP y Vox y recoser las debilitadas mayorías de investidura.
El Gobierno apuesta por intensificar una senda intervencionista en sectores estratégicos, como Telefónica o Indra, así como aumentar la regulación de las grandes tecnológicas. Especialmente las redes sociales, sobre las que Sánchez alertó el pasado miércoles durante la presentación del Observatorio de Derechos Digitales al considerar que la desinformación y sus algoritmos amenazarían a la democracia y la soberanía europea. Frente a ello, se proponen aunar las políticas domésticas de regulación con pasos en la misma dirección de la UE que le den respaldo.
Pedro Sánchez y su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, han fijado un perfil muy marcado en defensa de los palestinos durante estos meses de guerra de destrucción en Gaza. España ha sido el país occidental que más y más pronto se ha significado en la denuncia de los presuntos crímenes contra la humanidad de Israel, acompañada por Irlanda y Noruega. La Administración del expresidente Joe Biden les dejó hacer, como remarcó el propio Albares en su última visita a Washington. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el nombramiento de un Gobierno de halcones pro-israelíes dejó una incógnita en el aire: ¿seguiría el Gobierno de España con las críticas al gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyahu y la defensa del reconocimiento del Estado palestino, aun a riesgo de represalias de Trump?.
La incógnita se ha despejado en los últimos días. Trump ha escandalizado a medio mundo frivolizando sobre Gaza como una futura “Rivera de Oriente Medio” para ciudadanos extranjeros y también algún palestino. Se ha desmarcado, al menos retóricamente, de toda la política exterior americana de las últimas décadas. Ha ignorado la solución de dos Estados, uno palestino formado por Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, por construir, y otro que ya existe pero necesita garantías de seguridad, Israel. La Casa Blanca luego ha tratado de apagar el incendio, matizando algunas de las palabras de Trump: no mandaría tropas, no pagaría por la reconstrucción, quizá los palestinos podrían regresar tras su exilio en Egipto o Jordania.
Choque por Gaza
Las interpretaciones de esas palabras de Trump apuntan a que podría tratarse de un incentivo para que los ultranacionalistas sigan apoyando el alto el fuego y no tumben el Gobierno de Netanyahu, o de un intento de ablandar a Hamás para que negocie su salida del poder en Gaza. En cualquier caso, el Gobierno español ha fijado posición en contra: “Quiero ser muy claro. Gaza es la tierra de los palestinos gazatíes” ha dicho solemnemente Albares este martes en respuesta a Trump. “Los gazatíes palestinos deben seguir en Gaza. Gaza es parte del futuro estado Palestino por el que España apuesta».
El ministro español fue el primero, pero después le siguieron los del resto de países europeos relevantes, en especial la ministra de Exteriores de Alemania, el país que es el principal apoyo de Israel en Europa. “El desplazamiento de la población de Gaza no solo sería inaceptable y una violación de la legislación internacional, sino que conduciría a más sufrimiento y odio”, dijo Annalena Baerbock. En la misma línea se expresaron Francia o Reino Unido. Trump había conseguido poner de frente al grueso de los europeos, con mayor o menor énfasis. Y el PSOE va a capitalizar ese enfado conjunto.
Albares pide evitar entrar en el marco mental que intenta establecer Israel. Este jueves, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha pedido a España, Noruega e Irlanda que acojan a los palestinos que su Gobierno quiere expulsar de Gaza. Dice el que fuera ministro de Exteriores israelí (que destacó por publicar en redes fotomontajes acusando al Gobierno español de apoyar a Hamás) que estos tres países tienen la “obligación legal” (sic) de aceptar a los “migrantes voluntarios” de Gaza, los palestinos que decidan irse en caso de que Israel abra las puertas de la Franja. “Lo rechazo tajantemente”, ha asegurado Albares, que ha pedido inmediatamente después no entrar en debates estériles.
Génova, de perfil
El Gobierno sabe que la población española apoya mayoritariamente un Estado para los palestinos y se ha opuesto en grandes números a la destrucción de la Franja emprendida por el Ejército israelí. En este contexto, el Partido Popular se encuentra en una encrucijada que no sabe cómo resolver. Trump para el PP es un problema, una grieta en la que Vox puede hacer cuña. En particular, sobre Oriente Próximo. Vox ha apoyado la idea de Trump, que para el partido trata de “desarrollar económicamente” Gaza.
Mientras, Génova ha estado intentando eludir la cuestión. Miguel Tellado, portavoz del PP, se negó ayer a responder cuál era la opinión del partido respecto a las declaraciones del republicano estadounidense. Lo más cercano a una posición lo fijó ayer el vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local, Elías Bendodo, que afirmó que la solución al problema entre Israel y Palestina tiene que proceder «de los dos bandos”. No mencionó las palabras de Trump sobre Gaza. Hace unos días, el vicesecretario González Pons llamó a Trump “ogro naranja» y “macho alfa de una manada de gorilas” y Génova pretende bajar el tono contra el presidente del partido que históricamente era su aliado en Washington y con el que tendrá eventualmente que lidiar si consigue llegar al Gobierno al final de esta legislatura.