Cuando Teddy Bautista deconstruyó ‘Las cuatro estaciones’, de Antonio Vivaldi, para crear el álbum ‘Ciclos’, que grabó Canarios, su grupo, tenía 31 años. Ahora, a sus 82, vuelve a la carga de la experimentación con ‘Ciclos 5.0 El periplo de las heroínas’ (Altafonte), una obra que recoge 16 composiciones distribuidas en cuatro apartados: ‘Equinocio de primavera’, ‘Solsticio de verano’, ‘Equinocio de otoño’ y ‘Solsticio de invierno’. Teddy, que ha utilizado para la ejecución del álbum una abundante cacharrería analógica y digital, además de no pocas librerías musicales, ha contado con las guitarras de Paco Salinas en ‘Asesinos de guantes negros’; con la voz de Yaiza Bautista, y el buen hacer del Coro Tántrico de Katmandú, los Solistas del Vocal Ensemble Of The Sanghai Conservatory, y los Solistas de la Diáspora Oriental de Salzburgo.
Todo eso, encaminado a la «búsqueda del sonido filosofal» (palabras textuales de Bautista), es, decir, la equivalencia en música a la piedra filosofal. Mitologías, leyendas, filosofías antiquísimas y libros como ‘Las ciudades invisibles’, de Italo Calvino, han dado sustento teórico a ‘Ciclos 5.0’. Ese sonido filosofal que menciona el alquimista Teddy no es otra cosa que la persecución de la banda sonora de un mundo global. Una fragmentada pieza que se inscribe en la narrativa del siglo XXI y con la que su autor trata de comprender el planeta y comprenderse a sí mismo. Y en ese tránsito por paradojas, proporciones áureas, azares, danzas, revelaciones, dolores y éxtasis, dos piezas se muestran más pegadas a la cotidianidad: la mencionada ‘Asesinos de guantes negros’, un trallazo de rock progresivo, y ‘Epifanía’, simulación de un duelo artístico entre dos gigantes: Ryūichi Sakamoto y Hauschka. Teddy, boy.
También las leyendas, balcánicas en este caso, pueblan el segundo disco, homónimo (Glitterbeat), del trío Gordan, formado por la serbia Svetlana Spajic (voz), el alemán Andi Stecher (percusiones), y el holandés Guido Möbius (bajo y electrónica). Musicalmente, rebusca igualmente en la tradición musical, concretamente en la de las regiones del oeste de los Balcanes, y enreda esos hallazgos con voces que resuenan como letanías, como salmos, y músicas cuyo estruendo refleja perfectamente el sonido de la Historia de lo que Churchil llamó «los volcánicos Balcanes». El canto, preciso en su métrica, reproduce el ritmo trocaico de las canciones folclóricas serbias. Una de las piezas, escrita por Milan Bilbija, artista bosnio ya desaparecido, está dedicada al inventor Nicola Tesla. En conjunto, Gordan es una propuesta radicalmente comprometida y perturbadora. De esas que quitan el sueño y alteran la vigilia.
Franz Ferdinand y Benjamin Booker
Quebrando lo que para muchos era una carrera descendente, la banda escocesa Franz Ferdinad edita ‘The Human Fear’ (Domino / Music As Usual), su sexto álbum y con solo dos supervivientes de la formación original: el líder Alex Kapranos y el bajista Bob Hardy. Tras un inicio deliberadamente armado con patrones Beatles, el grupo entra a saco en diferentes modalidades bailables, echando mano tanto de formulaciones casi vintage como de estructuras más arriesgadas. Incluso hay una pieza (‘Black Eyelasnes’) cocinada con especias del rebetiko griego. En algún punto del recorrido el pulso decae, pero la temperatura de gran parte de las canciones se mantiene.
Parece que Benjamin Booker ha encontrado la senda musical que le conduce a un territorio en el que encontrarse musicalmente cómodo. Tras siete años de silencio discográfico, edita ‘Lower’ (Fire Nex Time Records / Popstock!), con producción de uno de los popes del hip hop underground: Kenny Segal. La mezcla de ritmos es notable; la producción, tremenda, y las canciones oscilan entre ofertas que parecen apuntes de algo sin desarrollar y piezas bien calibradas y cerradas. Aquí se juega mucho con texturas, ritmos gruesos y rotos, sampleados, distorsiones, timbres, capas de sonido y un entrelazado instrumental atractivo. En ocasiones se impone la narrativa; y a veces, la abstracción. Hay en ‘Lower’ mucha intención y muchas ganas de marcar una ruta. Probablemente plantea más preguntas que respuestas, detalle que siempre es de agradecer en estos tiempos que resultan tan abrupta y aburridamente obvios.
Steely Dan y Keith Jarrett
¿Quién dijo que ‘Katy Lied’ (Geffen / Universal), cuarto disco de Steely Dan era un trabajo de transición hacia glorias mayores? No lo recuerdo. Sí que sé que ‘Katy Lied’ se publicó en 1975, y que ahora, 50 años después se reedita con todos los honores. Fue el primer álbum registrado por Becker y Fagen, después de que el guitarrista Jeff Skunk Baxter y el batería Jim Hodder abandonaran el grupo tras tomarse la decisión de que Steely Dan no haría más giras. Mas volvamos a eso de que ‘Katy Lied’ fue un álbum de transición. ¿Lo fue? Puede. Pero contiene canciones tan deliciosamente construidas e interpretadas, que es difícil resistirse a sus encantos. Canciones, si se me permite el oxímoron, de una compleja y arrebatadora sencillez. ¡Caray con los discos puente!
Sin puentes ni pasarelas, ‘The Old Country. More From The Deer Head Inn’, de Keith Jarrett, es un artefacto deslumbrante. El repertorio (composiciones de Cole Porter, Thelonious Monk, George e Ira Gershwin, Nat Aderley…) forma parte de un concierto que Jarrett, acompañado por Gary Peacock (contrabajo) y Paul Motian (batería), dio en 1992, en un lugar muy conocido por él desde niño: el hotel Deer Head Inn, en Pensilvania. Parte de esa actuación de editó en 1994. En la que nos ocupa, piezas como ‘I Fall In Love Too Easily’ y ‘The Old Country’ destacan en repertorio interpretado con la sensibilidad de un genio. Aunque canturree.