El jueves, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, extendió su estrategia para expulsar a 2,3 millones de residentes de Gaza. Aseguró que la Franja quedaría bajo control estadounidense una vez finalizados los combates y descartó el despliegue de tropas de su país en el enclave devastado.
Pese al actual alto el fuego, su afirmación «al concluir los combates» dejó abierta la posibilidad de que la guerra continúe, alineándose con las exigencias del ala dura del gobierno de Benjamin Netanyahu.
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En Truth Social, su red social, Trump declaró que los habitantes de Gaza «ya habrían sido reasentados en comunidades más seguras y modernas». Reiteró así su postura sobre el desplazamiento permanente de la población, a pesar de recientes desmentidos por parte del Departamento de Estado.
Según Trump, «Estados Unidos, en colaboración con equipos de desarrollo internacionales, comenzaría la reconstrucción de uno de los proyectos más espectaculares del mundo» sin la necesidad de fuerzas militares estadounidenses. Su enviado para Medio Oriente habría hecho promesas similares a legisladores republicanos preocupados por posibles implicaciones exteriores.
«La estabilidad reinaría en la región», firmó Trump en su mensaje.
En sus declaraciones más recientes, ha insistido en que Egipto y Jordania acepten refugiados de Gaza, propuesta que ambos países han rechazado categóricamente. No obstante, el martes fue más allá y planteó que «Estados Unidos se hará cargo de la Franja de Gaza«, sugiriendo que sus habitantes deberían reubicarse en otras naciones.
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Fuentes cercanas al gobierno israelí indican que Netanyahu no fue consultado antes de la presentación de este plan. No obstante, más tarde destacó el «pensamiento innovador» de Trump, mientras que su ministro de Defensa, Israel Katz, ordenó preparativos para la emigración voluntaria de la población gazatí.
Durante una reunión con líderes del Senado, Netanyahu respondió con un rotundo «no» a la pregunta sobre la necesidad de tropas estadounidenses para implementar el plan de Trump.
Mientras Washington y Jerusalén respaldan la propuesta, la comunidad internacional la ha condenado en su mayoría. Egipto advirtió a Trump que la expulsión de los residentes podría poner en peligro el tratado de paz de 1979 con Israel. Hamás, a través de su portavoz Sami Abu Zuhri, rechazó el plan y exigió el fin de la ocupación y la agresión. Mahmud Abbas, líder de la Autoridad Palestina, también se manifestó en contra, asegurando que los palestinos no abandonarán su tierra.
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La reacción internacional fue contundente. Maria Zakharova, portavoz de Asuntos Exteriores de Rusia, calificó las declaraciones de Trump como «impactantes» y advirtió que solo aumentarán la tensión en la región. Irán también rechazó la propuesta, afirmando que se trata de un intento de «aniquilar completamente a la nación palestina».
Líderes europeos también condenaron el plan. El primer ministro británico, Keir Starmer, insistió en que los palestinos deben tener derecho a regresar a sus hogares y reconstruir su comunidad. Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, alertó sobre el sufrimiento y el odio que generaría la medida. Desde Francia, Christophe Lemoine declaró que el desplazamiento forzado violaría el derecho internacional y obstaculizaría una solución basada en dos Estados.
Bishara Bahbah, fundador de Arab Americans for Trump, afirmó que la propuesta irritó a muchas personas, a pesar de sus posibles buenas intenciones. Su organización cambió su nombre a Árabes Estadounidenses por la Paz, reflejando un cambio de enfoque tras la victoria de Trump.
Asesores de Trump y Netanyahu intentan suavizar el plan
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El Canal 12 israelí citó a un alto funcionario de Netanyahu que describió la iniciativa como «una estrategia psicológica» en el marco de las negociaciones con Hamás para la segunda fase del acuerdo de alto el fuego y la liberación de rehenes.
En paralelo, asesores clave de Trump han tratado de moderar su discurso. Mike Waltz, asesor de seguridad nacional, y Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, restaron importancia a la intención de desplazamiento definitivo. Marco Rubio, secretario de Estado, aseguró que la medida sería temporal y facilitaría la reconstrucción, contradiciendo la declaración de Trump sobre una expulsión «permanente».
Desde Guatemala, en su primer viaje diplomático, Rubio señaló que el ofrecimiento de Trump busca permitir la remoción de escombros y reconstrucción de viviendas antes del retorno de los habitantes de Gaza. Mientras tanto, el senador Josh Hawley reveló que Steve Witkoff, enviado de Trump a Medio Oriente, aseguró a los republicanos que no se desplegarán tropas ni se destinarán fondos de EE. UU. para este plan.
Falta de planificación en la propuesta de Trump
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El New York Times reportó el jueves que la administración de Trump no había elaborado un esquema práctico ni consultado a los organismos de seguridad sobre la viabilidad de la medida antes de anunciarla. Fuentes anónimas confirmaron que no hubo reuniones con el Pentágono ni el Departamento de Estado para evaluar costos, despliegue de tropas o logística.
Dos informantes revelaron que Trump informó a Netanyahu sobre su plan solo momentos antes de su conferencia de prensa conjunta. Cuestionado sobre la legalidad de la propuesta, Trump se limitó a responder que «todos con los que ha hablado adoran la idea».
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El diario israelí Zman Yisrael indicó que la base del plan proviene de un estudio del economista Joseph Pelzman, quien sugirió un contrato de arrendamiento internacional de 50 años para reconstruir Gaza con un enfoque en el turismo.
Pelzman declaró que su propuesta «llegó a manos de Trump» a través de Jared Kushner, quien vería en Gaza un «terreno inmobiliario de primera». Aunque Egipto no ha respondido oficialmente, su gobierno alertó que cualquier medida en esa dirección podría desestabilizar el tratado de paz con Israel.