La venta de Talgo entra en su recta final. A poco más de una semana de que el fondo Trilantic (que controla el 29,9% de la ferroviaria especializada en alta velocidad) abra el sobre con las ofertas de los tres interesados en la compañía (la vasca Sidenor, el fondo público polaco PFR y la empresa privada india Jupiter Wagons), el Gobierno ya contempla que sea uno de los grupos extranjeros el que acabe lanzando una opa.
El Ejecutivo, que desde el primer momento ha manifestado que su opción preferida es que la vasca Sidenor se hiciera con el control de Talgo, considera ya otras opciones ante la realidad de que Trilantic no está por la labor de aceptar los cuatro euros que la compañía que preside José Antonio Jainaga les ofrece por su 29,9%. De hecho, la oferta de Sidenor llevaba desde octubre lanzada sin una respuesta positiva, hasta el pasado miércoles, cuando el grupo vasco confirmó que había enviado una nueva mejorada más cerca de los cinco euros, precio competitivo y cercano al que ofreció los húngaros de Magyar Vagon (5 euros por acción), cuya opa fue vetada por razones de seguridad nacional
Las nuevas opciones se centran, por tanto, en la oferta del fondo público polaco PFR, dueño del fabricante ferroviario Pesa, y del grupo indio Jupiter Wagons. Eso sí, aceptar esta realidad por parte del Gobierno implica también que se negociarán o impondrán, según las circunstancias, una serie de condicionantes amparadas por el escudo antiopas del Ejecutivo.
El gran condicionante
El más importante de estos condicionantes es que se exigirá la presencia de un núcleo duro español en Talgo. Fuentes de Moncloa consultadas por ‘activos’ prefieren no hacer comentarios al respecto, por ahora. Si, como parece, PFR o Jupiter optan por lanzar una opa por el 100% de Talgo (algo que no solo beneficia a Trilantic, sino también al resto de accionistas de la compañía ferroviaria), Moncloa exigiría al vencedor que una participación del capital de Talgo, en principio minoritaria, se pusiera a disposición de accionistas nacionales, según confirman a ‘activos’, el vertical económico de Prensa Ibérica, fuentes cercanas a la negociación.
Esta participación, además, debe disponer de una especie de acción de oro en la toma de decisiones y capacidad de veto en ciertas cuestiones, como un potencial cambio de sede, reducción del empleo, las inversiones o una posible exclusión de bolsa. Respecto a quiénes podrían formar parte de ese núcleo duro español, las opciones están muy abiertas: desde Sidenor, al Instituto Vasco de Finanzas (a través de su fondo Finkatuz) o la SEPI, aunque suenan ya nombres como el de Escribano, un actor relevante en el panorama empresarial por su participación en el capital de Indra, que además preside uno de los hermanos dueños de la firma. Criteria fue otra de las opciones que se consideraron desde Moncloa, aunque desde el brazo inversor de la Fundación La Caixa nunca se vieron dentro, condicionando su entrada en la operación a la presencia de un socio industrial, algo que en este caso sí ocurriría.
En declaraciones recientes, el ministro de Industria, Óscar Puente, el gran valedor de la opción Sidenor, ya admitía que Talgo es una empresa cotizada para la que “hay que tener en cuenta el interés legítimo de sus accionistas y su derecho de obtener por la venta el mayor beneficio posible”. Y en una línea similar, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en una entrevista con EL PERIÓDICO, afirmaba que «en la operativa de una empresa como Talgo caben perfectamente distintos tipos de acuerdo u operaciones conjuntas con compañías que vengan de otros países de la Unión Europea», en referencia concreta al interés del fondo polaco PFR.