El cuarto capítulo de El capitán en América ha llevado a Joaquín Sánchez y su familia a un día de emociones desbordantes, donde las risas y los sustos se han mezclado para dejarnos momentos inolvidables. Desde una odisea en kayak hasta una tortilla de patata “digna de museo”, los Sánchez Saborido han demostrado que su aventura por Estados Unidos no tiene término medio.
Lo que comenzó como una idea para disfrutar del río y el paisaje, rápidamente se convirtió en un caos familiar. Joaquín y Susana, incapaces de remar al unísono, chocaban, se salpicaban y discutían mientras sus hijas se morían de risa desde su kayak. Salma no pudo evitar soltar un: “¡Qué malos sois, madre mía!”, viendo a sus padres luchar contra el río más que contra la corriente.
El descanso en la playa no fue tan tranquilo como se esperaba. Tras una pequeña “guerra de agua” iniciada por Susana, Joaquín terminó completamente empapado. Pero el exfutbolista no quiso desaprovechar la oportunidad para soltar otra de sus locuras: sin dudarlo, decidió darse un baño como vino al mundo.
No todo han sido risas en este episodio. Durante su visita a Monument Valley, el calor extremo pasó factura a la pequeña de la familia, Salma, que sufrió un golpe de calor y se desmayó a pocos metros de un precipicio. Por suerte, tuvo el instinto de acercarse a Joaquín antes de perder la consciencia, evitando lo que podría haber sido un accidente terrible.
A pesar del susto, Joaquín no puede resistirse a sus bromas, incluso en los momentos más tensos. Más tarde, con la ayuda de Salma, fingió haber sido mordido por una serpiente para asustar a Susana. “¡Mamá, que le ha picado de verdad!”, gritaba Daniela, completamente convencida. La cara de Susana pasó del miedo al enfado al descubrir que todo era una broma.
El día terminó con una visita a una familia navaja, a quienes Joaquín quiso sorprender cocinándoles una tortilla de patatas. A pesar de contar con la ayuda de toda la familia, el resultado dejó bastante que desear.
Este capítulo ha sido una montaña rusa de emociones, dejando claro que, en la aventura de los Sánchez Saborido, nunca falta el caos ni las risas. ¿Qué les espera en su próximo día?