El Gobierno suspendió las negociaciones con Junts y ERC durante sus procesos congresuales, a la espera de la ratificación de sus hojas de ruta estratégicas y liderazgos, pero no hará lo mismo en el caso del PNV. Los nacionalistas vascos afrontan una sorpresiva batalla en primarias entre el actual presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar, y el portavoz en el Congreso, Aitor Esteban. Ninguno ha dado muestras de echarse a un lado tras la ajustada primera vuelta en los batzokis, por lo que el proceso se alargaría hasta el mes de marzo, coincidiendo con el plazo que se ha dado el ejecutivo para aprobar los Presupuestos. Sin embargo, en Ferraz descartan que esta batalla orgánica afecte a su relación con el PNV, que califican como una “alianza estratégica”.
Aunque en la dirección socialista evitan valorar las candidaturas para liderar el PNV, haciendo una llamada a respetar sus tiempos y el proceso interno, sí señalan que independientemente de quien se imponga “para nada” cambiará con condición de “socio prioritario”. En el PSE, a la espera de los candidatos se pronuncien, también dan por hecho que las relaciones tanto entre partidos como en lo institucional no se verán afectadas tanto si hay continuidad como renovación. Los socialistas vascos reeditaron su coalición de gobierno con el PNV tras las últimas elecciones autonómicas y mantienen un acuerdo de gobernabilidad en el resto de instituciones vascas, desde los ayuntamientos a las Juntas Generales.
Ni ideológica ni políticamente se vislumbran diferencias entre Ortuzar y Esteban, trasladan también fuentes parlamentarias de EH Bildu. Aparte, eso sí, “del desgaste de Ortuzar por el declive electoral de los últimos años”, matizan. Precisamente, el relevo generacional impuesto desde la dirección con la candidatura de Imanol Pradales -en sustitución del lehendakari Iñigo Urkullu- para hacer frente al ascenso electoral de EH Bildu, así como la renovación en otras estructuras territoriales del partido, abrió el escenario de que Ortuzar se aplicase la misma lógica echándose a un lado. No ha ocurrido y el apoyo en la primera vuelta a Esteban, que se dijo “abrumado y agradecido”, dibuja una batalla en primarias que no se producía desde el año 2003.
Si un cuestionamiento de la estrategia seguida hasta ahora por el PNV, este proceso se centra más en una cuestión de nombres y entre el dilema de la continuidad o la renovación. Si al inicio de la legislatura algunas voces en la dirección del partido llamaban a evitar la sensación de entreguismo al Gobierno de Pedro Sánchez y sondear cierto acercamiento con el PP de Alberto Núñez Feijóo, el discurso duro de los populares por la competencia con Vox no ha favorecido que se tendiesen puentes. Más bien al contrario, como demuestran las acusaciones cruzadas entre Aitor Esteban y el portavoz de los populares en el Congreso, Miguel Tellado.
“Torpe, que eres un torpe”, replicó ya Esteban a Tellado en los primeros compases de la legislatura para preguntarle retóricamente ante sus críticas si “queréis lograr el voto del PNV a futuro”. El último episodio que da cuenta de la persistencia del choque se produjo a propósito de la devolución al PNV como “legítimo propietario” de un palacete en París que la Gestapo requisó al gobierno vasco en el exilio y, posteriormente, entregó al franquismo. Desde el PP tildaron a los jeltzales de “aprovechateguis” y justificaron su rechazo al decreto ómnibus, con la revalorización de las pensiones o las bonificaciones al transporte, por incluir entre sus medidas el traspaso del edificio parisino.
Esteban no representa, por tanto, una amenaza de cambio que pueda modificar la estrategia para tender puentes con una mayoría alternativa. Como tampoco Ortuzar hasta ahora, más allá de votaciones puntuales en el Congreso como el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela y del paquete fiscal. Además, la relación con el Gobierno de Pedro Sánchez se refuerza en el hecho de que, ante el envite electoral de EH Bildu, los jeltzales están logrando mantener su presencia institucional gracias a pactos postelectoral con el PSE-EE. Los socialistas vascos han sido llave de gobierno decantándose de forma generalizada por pactos con el PNV en lugar de con los abertzales.
Compromiso de «estabilidad»
La prioritaria “estabilidad institucional”, con la que han justificado siempre sus acuerdos postelectorales tanto el PNV como el PSE-EE, depende en buena medida en dar continuidad a los acuerdos en Madrid. Una doble garantía para salvaguardar la ‘alianza estratégica’, como la llegó a denominar el propio Pedro Sánchez en conversación informal con los periodistas, tras proceso de primarias en la formación jeltzale.
Otra cuestión es que eleven la presión para acelerar compromisos pendientes del acuerdo de investidura, como ya ocurrió tras el pasado verano con vistas a desbloquear nuevos traspasos de competencias. Acordado el calendario, el lehendakari Iñigo Urkullu trasladó posteriormente en una reunión con Pedro Sánchez en Moncloa el compromiso del PNV de dar “estabilidad” a la legislatura.
Ante la debilidad parlamentaria del Gobierno, remarcó que Euskadi va a estar por la «estabilidad Estado» y señaló la necesidad de aprobar unos nuevos Presupuestos. Un discurso que vienen manteniendo tanto Ortuzar como Esteban. El apoyo de los nacionalistas vascos es crucial para el Gobierno, no solo por una cuestión de aritmética, sino también simbólica y por la renovada interlocución de Sabin Etxea con Carles Puigdemont.