La vida del tinerfeño Domingo Alonso cambió por completo en octubre de 2022. Con 44 años, recién cumplidos, le detectaron un tumor en el colon –el cuarto tipo más frecuente a nivel mundial– de tamaño cuatro (T4), el más grande. «Llevaba tiempo con muchas molestias, pero nunca te imaginas que te puede pasar algo así, muchas veces nos creemos inmortales», reconoce. En su caso, pasar por un cáncer le ha servido para aprender que la filosofía que el Cholo Simeone utiliza con el Atlético de Madrid –partido a partido– es la que quiere aplicar para vivir, día a día, sin pensar más allá de lo que viene mañana.
El primer diagnóstico le sentó como un jarro de agua fría, fue como recibir un nocaut con el que quedó fuera de combate: así fue tener que enfrentar un cáncer a los 44 años. «Recuerdo estar allí sentado, con los informes en la mano, y la doctora solo me preguntaba cómo me sentía. Mi forma de asimilarlo fue acudir al trabajo ese mismo día, tras la cita, con mi mejor sonrisa, aunque por dentro estuviera jodido», apunta.
Después, todo fue bastante rápido. Al ser joven, gozar de buena salud y tener buenos hábitos –pues no fumaba, ni bebía–, los médicos quisieron probar un tratamiento nuevo. «En cierto modo, me utilizaron de conejillo de indias, pero yo siempre estuve de acuerdo porque confiaba en que así me curaría», rememora.
A esa primera explicación del oncólogo le siguieron ocho meses de radioterapia, quimio y 120 pastillas; cuatro por la mañana y cuatro por la noche. Así, ganaron el primer partido y lograron que el tumor empequeñeciera. Entonces, era hora de someterse a una operación, tras la que le colocarían una bolsa de colostomía temporal. «Ese fue otro golpe, porque en poco tiempo hubo muchos cambios en mi cuerpo y en mi vida difíciles de asimilar».
A día de hoy, se encuentra en seguimiento y ha podido volver a trabajar. Sostiene que, aunque se encuentra mejor, no está al cien por ciento. «Tienes que estar fuerte físicamente y, sobre todo, mentalmente. Yo tenía bastantes antecedentes en mi familia. Mi padre y alguno de mis tíos fallecieron por culpa de un cáncer. Uno de ellos se llamaba Domingo, como yo, y murió jovencísimo por un tumor en el colon. Eso era algo que me preocupaba porque era gente aparentemente sana», desvela.
Fortaleza mental
Alonso recuerda que, por ese entonces, aunque no se encontrara bien, siempre tenía buena cara. «También tuve la suerte de que no se me notara físicamente que estaba enfermo, solo bajé de peso, pero incluso los médicos me decían que era un caso digno de estudio, un superhéroe, porque me mantuve igual. En el Hospital, al verme, muchas me decían que ya estaba fuera», revela.
En este sentido, señala que la psicóloga de la Asociación Contra el Cáncer (AECC) ha sido un gran apoyo durante todo el largo camino. Fue él mismo el que se animó a solicitar este servicio y, ahora, destaca que «es algo de lo que se debería hablar con más naturalidad, perdiendo el miedo a la palabra cáncer». Por ello, anima a otros pacientes a pedir ayuda si es necesario y a beneficiarse de las actividades gratuitas que ofrece la Asociación. «Yo me creía valiente, siempre nos creemos los más fuertes, pero es una noticia que te debilita y el verdadero acto de valentía es pedir ayuda cuando se necesita».
Sin embargo, considera que, por mucho apoyo que el paciente reciba fuera, lo primordial es su fortaleza mental. «El apoyo de tu familia, tu pareja o de los profesionales es importante, pero si tú no pones de tu parte para salir adelante, ellos no podrán hacer nada», subraya.
Cuando una persona se enfrenta a un cáncer, de alguna forma u otra, su manera de ver la vida cambia. En esta línea, el natural de Tegueste comenzó a encontrar sentido a las frases motivacionales que a menudo inundan los muros de Facebook o Instagram. «Ahora las veo y pienso que tienen mucha razón, a veces nos complicamos por tonterías, cuando lo realmente importante es tener salud. De esto te das cuenta cuando atraviesan un proceso así», reflexiona.
Ahora, añade, «cada vez que voy a la oncóloga salgo más contento. Ella, desde el primer día, me dijo que iba a salir, que sería duro pero que yo era un chico fuerte, joven y sano. Para los sanitarios que me han tratado solo tengo palabras de agradecimiento», detalló. Asimismo, manifestó que «nos quejamos mucho del servicio de salud» y, tras su enfermedad, ha aprendido a valorarlo. «Si hay que esperar, espero, y también confío mucho en las pautas que me marcan, gracias a ellas estoy aquí».
Celebrar cada logro
Después de dos años aún tiene alguna secuela como la pérdida del paladar –aunque admite que últimamente ha retomado la cocina– o molestias en pies y manos. Cuando se atraviesa una situación así, afirma, se aprende a celebrar cada logro, por pequeño que sea. «Enfrente de mi casa hay una montaña pequeña, sin mucho desnivel, pero que me costaba mucho subir, por lo que ese simple reto adquirió un carácter simbólico muy importante para mí… Ahora lo hago sin mayor problema y me enorgullece enormemente».
Otro de sus deseos, aunque parezca increíble, era beber agua fría. Una acción imposible durante el tratamiento, cuando incluso tenía que hervir el agua para tragarla mejor.
Estas anécdotas esconden una gran lección detrás: afrontar el cáncer sin miedo, día a día, porque, por fortuna, la supervivencia es cada vez mayor. Según la AECC, la tasa de supervivencia del cáncer de colon alcanza el 65% a 5 años. Este aprendizaje, quizás, es una de las cuestiones más positivas que Alonso se lleva de la enfermedad, de la que ha conseguido salir «con más ganas de vivir que nunca».
Su deseo es servir de ejemplo y motivación para quienes vengan detrás. «Si yo pude, ellos también, ese es mi mensaje. Es cierto que cada cáncer es un mundo, pero lo crucial es no pensar más allá del siguiente partido, del mañana. Si tienes una prueba en tres meses, ya llegará el día en el que haya que preocuparse, mientras, hay que vivir», asevera.
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