Beyoncé es una de esas estrellas indiscutibles, más grandes que la vida, que lleva rompiendo techos de cristal a golpe de cadera y de melena desde que en 2003 lanzó su primer álbum en solitario. En 2016 dio un giro radical a su carrera e inició el camino de la calidad y el riesgo con Lemonade. Lo continuó en 2022 con Renaissance, que fascinó y dio pie a una apabullante gira mundial. Pero a sido a la tercera, con Cowboy Carter, su octavo álbum y la controvertida segunda entrega de una ambiciosa trilogía musical, incursión en un territorio, el de la música country, tradicionalmente reservado a los blancos, con el que la artista de Houston ha logrado por primera vez coronarse con el Grammy al Álbum del Año en un duelo en la cumbre con Taylor Swift.
Este domingo en Los Ángeles, en una noche marcada por los mensajes reivindicativos pocas semanas después de la toma de posesión de Trump y de los incendios que arrasaron la ciudad, Beyoncé también ha conseguido el premio a Mejor Álbum de Country. Consiguió la bendición de Dolly Parton y la Academia de norteamericana de la Grabación no ha podido hacer otra cosa que allanarse.
«Han sido muchos años», dijo Beyoncé al recoger el galardón a Mejor Álbum del Año, «la joya de la corona» de estos premios de manos del jefe de los bomberos de Los Ángeles, Anthony Marrone. Es la primera mujer afroamericana en ganar en la categoría máxima desde que en 1999 lo hiciera Lauryn Hill. Su incursión en el género country nació de una experiencia en la que «no se había sentido bienvenida»: durante una actuación en los premios de la Asociación de Música Country (CMA), varios asistentes del público se molestaron y en la que las redes sociales ardieron con comentarios racistas.
Lo cierto es que con Cowboy Carter, Beyoncé se ha convertido en la primera mujer negra en liderar la lista Top Country Albums de la revista Billboard. Y en la primera mujer en ocupar los tres primeros puestos de la lista Hot Country Songs con tres canciones de este disco que mezcla la americana con géneros como el pop, el rap y el hip-hop. Su canción con Miley Cyrus «II Most Wanted» también ha merecido el Grammy al mejor dueto country del año.
Además de a Taylor Swift, la reina del pop que convierte en oro todo lo que toca –y que no dudó en brindar con el marido de Beyoncé, Jay Z, al conocerse el fallo de la Academia–, la artista texana se ha impuesto en la categoría de Álbum del Año a artistas como Billie Eilish, Charli XCX, Chappell Roan, André 3000, Jacob Collier o Sabrina Carpenter, que se ha hecho con el galardón a Mejor Nuevo Artista.
De alguna manera, esta edición número 67 de los Grammy ha sido una celebración de la música afroamericana. El rapero Kendrick Lamar se ha alzado con los premios a Grabación del Año y Canción del Año con la imponente «Not Like Us». Y Doechii a merecido el premio a Mejor Álbum de Rap del Año con Alligator Bites Never Heal. Es la tercera mujer en conseguirlo después de Lauryn Hill y Cardi B. Suyo ha sido uno de los alegatos más aplaudidos de la noche en defensa de las mujeres y los inmigrantes y a animando a todo el mundo a luchar por sus sueños: «nada es imposible». El otro ha correspondido a Lady Gaga, que al recoger el Grammy a mejor dueto pop por su canción con Bruno Mars «Die With a Smile», ha reivindicado los derechos de las personas trans. «La música es amor», ha proclamado.
Los Grammy de este año también han certificado el buen momento de la música latina. Las letras ya no importan, del rapero puertorriqueño Residente, ha merecido el premio a Mejor Álbum de Música Urbana. Por su parte, Las mujeres ya no lloran, el disco del despecho de Shakira, se ha alzado con el galardón a Mejor Álbum de Pop Latino.
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