Entre las muchas preguntas que surgieron a raíz del desastre que supuso la DANA de Valencia del pasado octubre (que dejó un saldo de 232 muertos y de tres personas que continúan constando como desaparecidas tres meses después) está la de si estábamos preparados ante un fenómeno así, que es muy habitual en nuestro país y que seguirá produciéndose en el futuro, con mayor o menor fuerza. Lo cierto es que la inteligencia artificial (IA) nos pone en bandeja una serie de soluciones para tratar de minimizar esos impactos. Pero España no la está aprovechando.
«En estos casos la IA puede ayudar mediante un análisis avanzado de datos y una optimización de procesos. Por aterrizarlo, puede examinar grandes volúmenes de datos meteorológicos u oceánicos, por ejemplo, para poder predecir terremotos, huracanes e incendios. Para ello se utilizan sensores IoT que recopilan datos en tiempo real y observaciones satelitales, que permiten ver cómo está cambiando la meteorología», explica María Arribas, directora general de Qaleon, una compañía dedicada a crear soluciones innovadoras de business intelligence e inteligencia artificial.
Es algo que ya se hace. En Qaleon, sin ir más lejos, utilizan observaciones de los satélites Sentinel de la Agencia Espacial Europea (ESA) para estudiar todo tipo de catástrofes. «Esta clase de tecnología no es barata, pero tampoco excesivamente cara. Pero la pregunta que debemos hacernos es qué podemos perder si no la implementamos a todos los niveles«, resume Arribas.
Una vez ya ha sucedido una catástrofe natural, sea del tipo que sea, la IA también puede ser una buena aliada a la hora de organizar la respuesta. En la consultora Tesicnor están desarrollando aplicaciones destinadas a formar parte de los planes de emergencia, que pueden ayudar a un operativo, por ejemplo, a saber hasta dónde puede aumentar el caudal de un río o hacia dónde se propagará un incendio.
«Todas estas tecnologías se alimentan de datos. Y si un fenómeno meteorológico o una catástrofe natural tiene una afección puntual, muy ligada a un sitio concreto, puede que no haya suficiente información disponible para que el modelo sea capaz de ofrecer una buena predicción o una buena capacidad de respuesta, incluso aunque sea el más sofisticado del mundo. En California tienen un servicio de prevención muy avanzado y no pudieron evitar los incendios que arrasaron la zona en los últimos días. Pero inevitablemente se irá escalando», asegura Peio Oria, miembro del departamento de reducción del riesgo de desastres de Tesicnor.
Asistentes personalizados para cada ciudadano ante las catástrofes
A largo plazo, las posibilidades aumentan. «La clave en los próximos años será integrar esos datos físicos en tiempo real con información del propio terreno en una misma herramienta. La idea es crear una especie de asistente que capture e interprete todo eso y dé un soporte customizado para cada usuario según quien sea y cuál es su posicionamiento. Es decir, que le diga dónde tiene que ir para salvarse y qué pasos debe dar», resume Oria.
Aunque el experto visualiza que esa tecnología será una realidad en el futuro, también admite que a día de hoy hay muchas incógnitas sobre su funcionamiento: «Por un lado está toda la parte normativa que afecta a todas las aplicaciones con IA en general. Y por otro no sabemos cómo se podrían gestionar las herramientas así, si será cosa de las empresas o de la propia Administración. Pero creo que irá por ahí: crear sistemas que valoren el riesgo que te rodea y te guíen durante una emergencia».
Para Arribas las posibilidades de aplicación de la IA en todo tipo de sectores relacionados con las catástrofes naturales son enormes. En el plano medioambiental, explica, ayudará a mejorar y optimizar las explotaciones agrarias y el uso del agua, un recurso muy demandado en un país como España. Pero también apunta que hay mucho potencial en temas de salud. Aunque todo esto solo tiene sentido si la propia IA es sostenible per se desde el punto de vista del consumo energético y las emisiones.
La realidad de España
Entre lo que está disponible y lo que puede estarlo en el futuro, es necesario aclarar cuánta de esta tecnología está usando España. «No mucha, la verdad», relata Oria. «Está evolucionando rápido, hay empresas que la están utilizando, pero nos falta generalizar, implementar y también particularizar estas soluciones, por ejemplo a nivel de un municipio concreto o de un polígono donde haya empresas. Y todo eso está lejos», asegura.
El experto detalla que sí hay muchos proyectos dedicados al desarrollo y la investigación de la IA en este campo. Pero de momento apenas se han materializado en herramientas «maduras, bien testadas y operativas». Herramientas que puedan salvar vidas, llegado el caso. «Estamos a años vista de todo eso», sostiene.
Muchos países están por delante nuestra en este sentido. Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Suiza, Holanda, Gran Bretaña, China… En el sureste asiático, las grandes compañías tecnológicas como Amazon, Google o IBM están impulsando estas tecnologías.
Ni siquiera la DANA parecer haber acelerado ese proceso aquí. «Hay diferentes velocidades. Para ciertas cosas la Administración, ya sea central, regional o local, puede tener intenciones, pero hace falta dotarlas de presupuesto y mayor colaboración para compartir datos, porque así las repercusiones serían mucho mejores. Pero es complejo, porque en España las competencias están muy repartidas», desliza Arribas.
En ese sentido, apunta que el gran reto que tenemos es conseguir llevar a todas las empresas tecnologías de este tipo, teniendo en cuenta que el 98% de las compañías de nuestro países son pymes. «Se habla de intenciones, pero lo medimos todo en el corto plazo. Y en este tema habría que mirar más el medio-largo plazo», asevera.
Qué falló en la DANA de Valencia
Admitiendo que se trata de un asunto complejo, del que a día de hoy aún desconocemos muchos detalles, Oria está convencido que las riadas de Valencia causadas por la DANA dejaron patente la brecha de información que existe entre las agencias meteorológicas o las conferencias hidrográficas y la población en general
«Lo más importante es cómo se despliega esa información para que los ciudadanos sepan que hacer. No es fácil hacerlo, pero se demostró el hueco que hay entre los comités técnicos y las administraciones municipales, que son las que pueden dar información local. Es un proceso largo, pero si no lo hacemos los impactos seguirán llegando», defiende. Sabe de lo que habla: fue delegado de la Aemet en Navarra durante siete años antes de trabajar para Tesicnor.
«Más allá de la respuesta política, que se la dejo a otros, eché en falta la utilización de los datos de los sensores. Es decir, que se hiciera una correcta explotación en tiempo real para emitir alertas y salvaguardar a las personas, no simplemente de las lluvias sino también de cómo se comportó el agua y de la morfología y geología de Valencia. Eso fue un fallo en toda regla, entendiendo lo difícil de la situación. Pero se podría haber actuado antes y haber avisado», zanja Arribas.