Luna y Miguel se enamoraron como voluntarios en la dana y se han casado a los tres meses en una piscina arrasada

Luna y Miguel son dos voluntarios a quienes la destrucción de la dana movió el corazón. Por separado decidieron acudir a la zona cero a ayudar. Allí, como unos ciudadanos más aportando ayuda, se conocieron hace tres meses. Ahora se han dado el ‘sí quiero’.

A través de un vídeo en redes sociales, Luna da a conocer su historia. Ella es venezolana, pero vive en Madrid. Cuando ocurrió la dana no dudó en desplazarse hasta los pueblos afectados para aportar su granito de arena. 

Es allí donde conoció a Miguel, quien ahora ya es su marido. Entre barro, vestidos con ropa vieja y exhaustos de ayudar a limpiar, se conocieron. Desde ese momento, se han vuelto inseparables

En el vídeo que ha difundido a través de Internet cuenta cómo la dana le ha permitido conocer a «una persona maravillosa». Se trata de Miguel, quien hizo que se «enamorara hasta más no poder».

Ahora, después de pasar tres meses en Valencia, la historia ha resultado en una boda algo peculiar, pues ha tenido lugar dentro de una piscina, destrozada por la dana, en el polideportivo de Sedaví, uno de los pueblos gravemente afectados. 

Luna, engalanada con un vestido blanco, aparece junto a Miguel, con un elegante traje, para jurarse amor eterno en una piscina vacía pero decorada con numerosas velas, una alfombra roja, globos y pétalos de flores. 

A la ceremonia no faltaron los invitados. Dentro de la piscina se ubicaron algunas sillas. Cuenta Luna que todos fueron «afectados por la dana y voluntarios». «Fue mágico e inolvidable», señala. 

Y da una importante lección: «Da igual el lugar, el coste o el precio, esto ha sido lo más bonito que he tenido nunca y que voy a tener».

La mayor catástrofe natural del siglo XXI ha provocado una cosa bonita, la unión de Luna y Miguel. Pero nunca olvidarán lo vivido durante este tiempo, así como las 232 víctimas mortales confirmadas, 224 de ellas en la Comunitat Valenciana, ni las tres personas que, 90 días después, continúan sin aparecer. 

Voluntariado

Desde el día posterior a la tragedia, el flujo de voluntarios ha sido incesante para ayudar en la reconstrucción de la zona afectada. 

Acopio de alimentos, de ropa, ayuda para limpiar, reparto de bienes de primera necesidad… cada ciudadano ha aportado su pequeña ayuda para, entre todos, conseguir que los pueblos devastados vuelvan a la normalidad.

Tres meses después, esta ayuda se empieza a mostrar también en forma de homenajes y reconocimientos, como el bautismo del ‘Puente de la Solidaridad’ o ahora numerosos ninots falleros dedicados a la dana. 

A pesar de ello, todavía sigue siendo visible el daño que provocó la riada, y muchos pueblos afectados continúan trabajando incansablemente para recuperar su vida habitual. 

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