El partido agonizaba. Estaba ya en el tiempo añadido. Y Lamine Yamal, que fue elegido como el mejor futbolista del Barça-Atalanta (2-2) por la UEFA, se sentía con energía para marcar el tercer gol azulgrana que le daría el primer puesto de la Champions. Pero entonces, y justo después de provocar una falta que él pensó que lanzaría, Hansi Flick ordenó su cambio.
Y en esa decisión, inesperada para el jugador, totalmente normal según el técnico alemán, se visualizó el enfado. No quiso Lamine Yamal ocultarlo. Ni mucho menos. «Entiendo el cabreo de Lamine», llegó a decir luego Raphinha, uno de los capitanes de la plantilla, quien en la pasada temporada, y con Xavi en el banquillo, no escondía tampoco su malestar cada vez que era sustituido.
«Sí, lo sé. Está decepcionado. Ha sido al final del partido», argumentó el entrenador del Barça. «Quería cambiar algo», se justificó después Flick, aunque es verdad que Pau Víctor, el delantero que suplió a Lamine, entró en el minuto 90+6 con escaso margen para tener incidencia en el partido. De hecho, y mientras la joven estrella iba masticando su enfado en un largo camino hacia el banquillo, Flick le estaba esperando en la banda.
Quiso ser conciliador el alemán. El lenguaje corporal es capital en este tipo de reacciones. Depositó el técnico su brazo izquierdo en el hombro también izquierdo del futbolista y le comenzó a contar las causas de ese cambio que no le había sentado nada bien. Lamine Yamal, con la mirada perdida en el desarrollo de los pocos segundos que le quedaban al Barça-Atalanta, ni abría la boca y tras recibir una suave carantoña de su entrenador se dirigió ya, ahora sí, al banquillo.
Luego, una vez acabado el partido, Gavi se acercó a su compañero para animarle, mientras este se tapaba los labios para que no se le leyeran. Después recibía el trofeo que le acreditaba como el mejor de la noche europea en Montjuïc, una noche que no acabó como él quería.
«¿Qué me ha dicho el mister? Pues nada, que esté tranquilo, que ha sido un buen partido y ahora a por la Liga»
«Al final era por el partido, queríamos ganar», dijo después el extremo para intentar restar trascendencia a ese “cabreo”, como lo calificó Raphinha. «¿Qué me ha dicho el mister? Pues nada, que esté tranquilo, que ha sido un buen partido y ahora a por la Liga».
En ese sentido, Flick está tutelando con tacto la irrupción de Lamine Yamal. No solo en el campo -solo ha completado uno de los siete últimos partidos que se han jugado en este inicio de 2025 y fue en Getafe- sino también fuera. Hasta en seis encuentros ha ordenado el técnico al delantero salir del césped antes de que se llegara al minuto 90 porque también desea gestionar su esfuerzo físico después de haber encadenado hasta dos lesiones en el tobillo derecho que le alejaron del campo.
«Entiendo a Lamine, es un jugador espectacular que quiere estar siempre en el campo. Yo ya me cabreé muchas veces, intento ayudarle, lo entiendo»
«Entiendo a Lamine, es un jugador espectacular que quiere estar siempre en el campo», ha subrayado Raphinha. «Yo ya me cabreé muchas veces, intento ayudarle, lo entiendo… Pero lo ha hecho muy bien y ha marcado», ha añadido el brasileño, que regaló las dos asistencias ante el Atalanta. En el 1-0 a Lamine Yamal, precisamente; en el 2-1 sirvió el saque de esquina que cabeceó Araujo en el segundo palo.