Seguro que más de un lector se habrá sorprendido al ver esta cabecera. ¿Qué tienen que ver el hidrógeno y el gofio?
Pues es fácil explicarlo. Igual que el gofio nos ha acompañado en nuestra vida diaria durante al menos los últimos mil años, aportándonos alimento y energía, el hidrógeno pretende ser nuestro acompañante energético durante los próximos treinta o cuarenta años, hasta que posiblemente otro vector energético, hoy en día desconocido, tome su relevo.
Igual que usamos el gofio en nuestro desayuno con leche de cabra, lo tomamos escaldado y nos acompaña en nuestro sancocho, el hidrógeno va a acompañarnos en muchas actividades de nuestra vida diaria, ya sea para almacenar electricidad, para usarlo en el transporte terrestre o aéreo o en ser combustible sin emisiones de CO2 para nuestros barcos en forma de amoniaco o, como sucede ya en los submarinos, de forma directa.
Hemos usado la palabra ‘vector energético’ y no ‘fuente de energía’, porque el hidrógeno no es, sino en un caso especial que abordaremos en nuestro próximo artículo, una fuente de energía natural o primaria, sino un vector energético o, si se prefiere, una fuente de energía secundaria – al igual que lo es la electricidad– obtenido, en el caso de Canarias, a partir de las energías renovables, usando como materia prima el agua, el viento y el sol de los cual tenemos en abundancia. Es como el gofio pretéritamente de cebada y trigo y finalmente millo, el cual tostamos y trituramos hasta adecuarlo a nuestros usos. Es decir, un alimento primario transformado en un alimento secundario o procesado aunque sea de manera casi natural.
El hidrógeno, como el gofio de trigo o millo, se puede almacenar para su uso posterior. Ello requiere, tras producirlo, comprimirlo en presiones elevadas y guardarlo en contenedores sólidos de acero. Es un almacenamiento caro, mucho más caro que el gofio, pero que se podría comparar al proceso de poner en hielo un buen pescado en alta mar o congelar la comida sobrante para que no se eche a perder. Porque el hidrógeno es un vector energético de alta calidad y de contaminación mínima y ese almacenamiento es, a medio plazo, rentable en términos económicos y sobre todo en términos de protección de nuestro planeta.
Tomaremos hidrógeno como desayuno en forma de combustible en el transporte terrestre. Frente a su alto coste por el momento, aunque decreciente a medio plazo, tiene la ventaja de gran autonomía y la rapidez del repostaje, muy superior a la del vehículo eléctrico convencional con grandes y pesadas baterías de almacenamiento y comparable a un vehículo de gasolina o gasóleo.
Escaldaremos hidrógeno, o derivado del mismo amoniaco, en los barcos que recalan en nuestros puertos, sustituyendo a medio plazo al uso de gas natural que parece tener la mano vencedora a corto plazo, como consecuencia de las crecientes restricciones mundiales impuestas a las emisiones de CO2 y otros contaminantes en el transporte marítimo.
O usaremos hidrógeno para nuestra merienda, en los aviones que traen a nuestros visitantes y nos permiten comunicarnos con otras islas o con el exterior. O de postre en los ya experimentados trenes a hidrógeno que pretenden aligerar nuestras muy sobrecargadas autovías.
Y, finalmente, el hidrógeno es la alternativa más prometedora a medio plazo para almacenar la electricidad sobrante de nuestra producción renovable, en lugar de las también costosas y contaminantes baterías, y como un complemento al almacenamiento en forma de agua desalada en altura, para ser turbinada en los momentos de alta demanda eléctrica, solución que no acaba de tener una aceptación unánime en nuestra tierra.
Y además de todo ello, el hidrógeno junto al agua en altura es sin duda el vector energético más limpio en su producción y uso, sin producir emisiones de CO2, ni peligrosas micropartículas tan dañinas para nuestra salud.
Queremos abordar, en este punto, las posibilidades reales del Uso Racional de la Energía o URE, una opción tímidamente considerada en Canarias en el pasado como nuestra mejor alternativa al compromiso planetario de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o GEI.
Canarias representa, según los últimos datos publicados, el 0,03% de las emisiones mundiales de GEI. No somos, por tanto, sino una gota en el océano de emisiones mundiales y seguramente, una sola región hiperpoblada de China o la India emite más GEI en un día que nosotros en un año.
Sin embargo, nuestra escasa relevancia planetaria y el hecho de ser una región insular con territorio fragmentado no nos exime de participar en ese esfuerzo mundial a la vez que, como veremos, nos aporta una oportunidad de convertirnos en un laboratorio mundial de ideas y proyectos demostrativos en el caso del hidrógeno.
En este esfuerzo planetario de solidaridad en la lucha contra el cambio climático el Uso Racional de la Energía a corto plazo y el hidrógeno a medio plazo van a tener un rol fundamental.
Esta contribución de Canarias al desafío mundial impuesto por el cambio climático, en su doble vertiente de mitigación y adaptación, tiene en el hidrógeno un poderoso aliado: En el área de mitigación de emisiones de GEI, ya que a medio plazo va a ser la mejor fórmula de almacenamiento descentralizado de nuestros excedentes de energías renovables; en cuanto a la adaptación al cambio climático, su gran flexibilidad de producción, a partir de esos excedentes de ‘electricidad verde’, en unidades de tamaño muy variable y la inmediatez de su retransformación posterior en energía eléctrica y su cercanía a algunos puntos de consumo, va a aportar soluciones muy innovadoras que nos permitan adaptarnos a un clima más caluroso, posiblemente más seco y, como estamos observando, sujetos a crecientes fenómenos extremos en forma de lluvias torrenciales y vientos huracanados.
La ‘energía que no usamos’ es sin duda la única forma de energía totalmente limpia y renovable y, en muchísimos casos, la más barata
Volviendo al Uso Racional de la Energía, el mismo va más allá de apagar la luz o gastar menos agua – como hacían nuestros padres–, si no mantener nuestra calidad de vida reduciendo drásticamente el consumo de energía. Tenemos tecnología y medios para ello y solo nos falta concienciación al nivel del Gobierno, de las empresas y sobre todo de los ciudadanos, tanto a través de su acción directa como indirecta a través de la compra de productos ‘económos’ en energía. La ‘energía que no usamos’ es sin duda la única forma de energía totalmente limpia y renovable y, en muchísimos casos, la más barata y la que mejor puede solventar, de forma rápida y permanente, la situación de ‘emergencia energética’ de Canarias que Gobierno y Parlamento declararon en el año 2023.
Y de reserva de este ‘balón de oro’ de la URE’ y listo para saltar al campo de juego, tenemos al hidrógeno, nuestro gofio. No es un defensa, ni un delantero caza goles, sino un mediocampista de largo recorrido, listo tanto para ayudar en defensa como lanzar balones a los delanteros o acudir a rematar de cabeza en un córner.
Es un jugador flexible, adaptado a las condiciones de los terrenos de juego de Canarias, y que puede intervenir tanto en los grandes estadios de las islas capitalinas, como saltar al terreno de juego reducido de nuestras islas menores.
Abordaremos, por tanto, en próximos artículos, el hidrógeno en el transporte terrestre, el hidrógeno en el transporte marítimo y aéreo y el hidrógeno como almacenamiento de los excedentes de energía eléctrica.
Y se nos olvidaba, como Hombres H, nuestra misión de insistir en que Canarias se suba al carro no solo de la investigación mundial en este tema, sino especialmente en cómo podemos convertirnos en uno de los laboratorios mundiales de prueba de estas nuevas tecnologías, que luego podrán ser diseminadas en cientos de regiones insulares y aisladas del mundo. Y todo ello creando oportunidades de trabajo cualificado, riqueza y proyección internacional a nuestra tierra.
Y terminamos repitiendo nuestro motto, el hidrógeno es nuestro gofio y tenemos que incorporarlo en nuestra vida diaria.