El Ministerio de Sanidad ha encendido las alarmas sobre nuevas formas de adicciones comportamentales que están ganando terreno, especialmente entre los jóvenes. Según un reciente estudio sobre adicciones comportamentales y trastornos adictivos, el juego de azar, el uso compulsivo de Internet y la pornografía se consolidan como problemas relevantes, mientras que el ‘trading’ y las criptomonedas emergen como factores de riesgo en aumento. Estas prácticas, que hasta hace pocos años eran marginales, están despertando una preocupación creciente entre expertos y responsables de políticas públicas.
Javier Padilla, secretario de Estado de Sanidad, ha destacado durante una rueda de prensa que, aunque el porcentaje general de personas que reconocen haber jugado en el último año ha descendido diez puntos desde 2019, los datos muestran una preocupante estabilidad en el grupo de edad entre los 14 y los 18 años, con un 21,5% que ha participado en juegos de azar en 2023. Este dato refleja un incremento de un punto respecto al año anterior y sitúa a este grupo como una prioridad en la elaboración de políticas de prevención.
Además, el informe resalta la mayor prevalencia de juego entre hombres (29,4%) frente a mujeres (13,3%) en esta franja de edad. Este patrón se repite en otros indicadores como el gasto económico, la adicción al juego y los ingresos en tratamiento, reflejando una brecha de género significativa en el impacto de estas prácticas.
El auge de las adicciones emergentes
El estudio también advierte sobre la aparición de adicciones emergentes, como el uso especulativo de criptomonedas y el ‘trading’, que se han convertido en el tercer factor de consumo problemático después de las loterías y las apuestas deportivas. Estas actividades, que combinan elementos de riesgo financiero y ludopatía, están ganando popularidad entre los jóvenes, quienes suelen ser más vulnerables ante las promesas de ganancias rápidas y los mecanismos de recompensa que ofrecen estas plataformas.
Joan Villalbí, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, ha subrayado que «es crucial identificar estas nuevas formas de adicción antes de que escalen a niveles preocupantes». Asimismo, ha recordado que las normativas existentes deben fortalecerse para proteger a los menores, quienes, pese a las restricciones legales, siguen accediendo a juegos de azar y otras actividades problemáticas.
Infografía con tipos de juegos entre personas de 14-18 años que han jugado a juegos de azar en España. Europa Press.
Juego presencial y en línea: tendencias entre los jóvenes
Según el informe, un 17,7% de los menores de entre 14 y 18 años ha jugado de forma presencial, mientras que un 10,7% lo ha hecho en línea. Aunque las cifras muestran un ligero descenso respecto a 2019, continúan siendo preocupantes debido a la vulnerabilidad de este grupo etario. Villalbí afirmó que, si bien la mayoría de los menores participan en juegos de azar que no necesariamente derivan en problemas graves, como las loterías, existen «resquicios» en la normativa que permiten su acceso a otras formas de juego más problemáticas.
La proporción de estudiantes que podría presentar juego problemático se sitúa en torno al 4%, un dato inferior al de 2019 pero que sigue mostrando una prevalencia mayor en hombres que en mujeres. En la población general (15 a 64 años), el porcentaje de personas con juego problemático ha descendido un 46% desde 2018, situándose en el 1,4%.
Pornografía, una práctica cada vez más extendida entre los jóvenes
El consumo de pornografía también destaca como una tendencia preocupante. Un 66,8% de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha admitido haber consumido pornografía al menos una vez en su vida, mientras que un 58,6% lo ha hecho en el último año. La diferencia de género es notoria: el 66,8% de los hombres consume pornografía, frente al 19,3% de las mujeres.
En el caso de la población general, un 63,8% ha reconocido haber consumido pornografía alguna vez en su vida, con cifras que disminuyen progresivamente con la edad. Este consumo, más habitual en hombres, también se asocia con patrones de uso problemático que pueden derivar en trastornos de tipo adictivo.
Adicciones vinculadas al uso de Internet y videojuegos
El uso problemático de Internet también se mantiene como un factor relevante. Entre los jóvenes de 14 a 18 años, un 15,3% de los hombres y un 25,9% de las mujeres presenta este tipo de comportamiento, cifras que, aunque en descenso respecto a 2021, siguen siendo altas. En contraste, solo un 3,6% de los hombres y un 3,7% de las mujeres entre los 15 y 64 años reporta problemas similares.
En cuanto a los videojuegos, un 83,1% de los estudiantes jóvenes ha jugado en el último año, con una clara diferencia de género: el 96,2% de los hombres frente al 67,7% de las mujeres. Sin embargo, solo un 5,1% podría desarrollar un trastorno relacionado con su uso.
Admisiones a tratamiento: el juego como principal motivo
El informe también analiza las admisiones a tratamiento por adicciones comportamentales, que en 2022 alcanzaron las 4.650. De estas, un 80% estuvieron relacionadas con el juego, mientras que el resto se distribuyó entre el uso compulsivo de Internet, redes sociales, videojuegos (9,3%), compras (3,4%) y adicciones sexuales (2,9%). La mayoría de las personas admitidas a tratamiento (86,3%) fueron hombres, con una edad media de 38 años.
Villalbí ha explicado que este incremento en las cifras no necesariamente refleja un aumento de los casos, sino una mejora en la notificación y el seguimiento de estos indicadores. También señaló la importancia de abordar estas adicciones desde un enfoque integral, considerando la coexistencia frecuente de trastornos psiquiátricos y problemas de adicción.
Prevención y educación: la clave para el futuro
El enfoque preventivo y educativo se erige como la principal estrategia para combatir estas adicciones emergentes. Según los expertos, resulta esencial reforzar los programas escolares para formar a los jóvenes en el uso responsable de tecnologías, el manejo de riesgos financieros y la gestión emocional.
La educación no solo debe limitarse a los adolescentes, sino que también es crucial integrar a las familias en este proceso. Proveer a los padres de herramientas para identificar conductas problemáticas y establecer límites saludables en el uso de dispositivos digitales y plataformas de juego puede marcar la diferencia.
Asimismo, las campañas de sensibilización masiva podrían contribuir a una mayor concienciación social sobre los peligros asociados a las adicciones emergentes. En particular, se hace un llamado a las empresas tecnológicas para que diseñen entornos digitales más seguros y transparentes, reduciendo los incentivos que fomentan comportamientos adictivos.
Por otro lado, la formación continua de los profesionales de la salud mental y de los educadores permitirá una detección temprana y un abordaje eficaz de estas problemáticas. Invertir en prevención es, en última instancia, una estrategia rentable que puede evitar los elevados costos sociales y económicos que generan las adicciones comportamentales.