El Ciutat de València es cada vez más resultadista, a pesar de que a su entrenador, Julián Calero, sea partidario de dominar los partidos, de ser protagonista y de atacar sin piedad la portería rival. Cierto es que, a lo largo de la temporada, el Levante nunca ha sido inferior a sus contrincantes. Siempre ha transmitido fortaleza, seguridad en su estilo y convicción a la hora de afrontar los encuentros. Pese a ello, en Abanca-Riazor, tocó ponerse el mono de trabajo. Sufrir, resistir, cerrar filas y aprovechar las oportunidades que se presentaran durante el transcurso del choque. Las estadísticas no engañan: 37 % de posesión, 79 en pases precisos, cuatro tiros a puerta… Datos que no entran en el ideal de su entrenador, pero que bien sirvieron para sumar tres puntos de oro para seguir en la batalla por el ascenso directo.
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