Los niños corren y juegan en la plaza. Los mayores hacen vida vecinal en sus bancos. Y, cada cierto tiempo, algún curioso se toma una foto de recuerdo en el monumento que centra la atención en aquel lugar. Menos son los que recaen en el último vestigio de un templo desaparecido en Córdoba. Y si lo hacen, quizás desconozcan que fue escenario de dos ‘milagros’.

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