En el mes de marzo del año 2009 la Policía se presentó un día en la oficina central de la empresa Emaya. Se había descubierto que desde uno de los ordenadores de la empresa se estuvo enviando, durante el horario laboral, correos electrónicos a una chica, modelo ocasional, en los que se le proponía una oferta laboral, que era falsa, desde una agencia extranjera. Haciéndose pasar por responsable de esta inexistente agencia de moda se le propuso a la chica realizar una sesión de fotos en bikini, para la que además tendría que viajar a un país extranjero. La mujer fue tan ingenua que en principio se creyó la mentira, aunque en un momento determinado se dio cuenta que detrás de la oferta existía algo raro, sobre todo cuando empezaron a exigirle que enviara fotos desnuda. Lo que nunca pudo imaginarse es que estas propuestas sexuales se estaban enviando desde el ordenador de un despacho de Emaya y quien lo hacia era uno de los jefe de servicio, que además era su amigo. Este individuo, que fue detenido, se trataba de David S., que era precisamente el cuñado del director de la empresa municipal, que además poco antes había sido ascendido a dedo como jefe de servicio de tecnificación de calidad. Mientras que en una empresa privada este comportamiento supondría el despido inmediato, a este directivo se le mantuvo en el cargo y, además, años después fue nombrado ni más ni menos que responsable de la gestión de protección de datos. 

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