José Antonio Francos empezó en Infiesto, continuó después en Lugones y ahora ha encontrado en Gijón una parroquia para bendecir a Spyke, un bichón maltés, que forma parte de su vida. “Soy creyente, y tengo a la mascota, que es uno más en mi familia, y quiero que esté protegido por Dios. Que se bendiga, y aquí en Gijón, es una suerte”, señaló. Francos siguió la misa desde la puerta de la iglesia de San Juan XXIII de Viesques, a donde se acercó a darle el párroco Andrés Fernández la comunión, y también a bendecir al término de la misa a su mascota. Lo mismo que sucedió con una cerca de una veintena de animales bendecidos por el sacerdote por San Antón, una tradición que ya se ha asentado en esta parroquia.
“Son mascotas, pero que nos ayudan y nos dan alegría. Que utilicemos debidamente a estos seres necesarios para nuestra subsistencia”, señaló durante su bendición Fernández, que fue pasando uno a uno por todos los animales, incluso hasta alguno de peluche, que llevó alguno de los niños que acuden a la catequesis.
Bruno, otro bichón maltés, en este caso ya de 14 años, se estrenó en este acto. Lo acercaron Conchi Viñuela y su hija Catalina Muñoz. “Es muy bueno, tiene ya muchos añinos, está sin dientes, necesita la bendición para que nos haga compañía todo el tiempo que pueda”, señalaron. Fue especial la ocasión para esta familia. “Le llevamos hasta la peluquería esta semana. Es un acto bonito, que nos hace mucha ilusión”, apuntaron.
También se estrenaron unas vecinas de Viesques y La Arena. Esperanza Menéndez con su perra Noa y Carmen Álvarez con León. “Es una tradición muy guapa, esperamos que se mantenga, vendremos seguro más veces”, apuntaron. Algo parecido a Marían Cachán, con su perra Vilma, de raza shih tzu, y que celebró hace pocos días el año de vida. “Soy católico, me parece muy bien que se haga. Me encantaría que pudiera entrar en la iglesia, porque en este caso es muy buena, pero lo que hacemos generalmente es ir con ella a la iglesia de La Providencia, porque así puedo escuchar la misa fuera desde la puerta”, apunta, antes de añadir el papel que juega en su vida: “Al principio no quería, era algo reacia a tener una mascota, pero ahora no sé lo que haría sin ella”.
Fueron principales perros los que se llevaron a la bendición de San Antón. También hubo algún gato. Pero en esta ocasión no se extendió a vecinos con algún hámster o tortugas como en otras ediciones. Entre las que repitieron estaba Natalia Quintela, con Tana. “Me gustaría traerla muchos años, me haría muy feliz. Es muy gratificante tener un animal de compañía, es mucho más que un perro”, comenta. En su caso estuvo viviendo varios años en Madrid, donde descubrió esta tradición, que acabó encontrado en Gijón en Viesques. “Allí tenía más arraigo, acercaban hasta loros, pero me presta que en mi parroquia de Viesques sí lo hacen”, ensalza.