Al actor y director Ricard Farré (Valls, 1988) es fácil encontrarle sobre un escenario, porque su carrera se ha desarrollado principalmente en el teatro, pero también ha intervenido en varias películas, tres de ellas de Ventura Pons, con quien prácticamente comenzó. En Catalunya ha participado en series de sobremesa de éxito como ‘La Riera’ y ‘Com si fos ahir’ y en el ámbito nacional trabajó en otra tan popular como ‘Amar es para siempre’. En su currículum figura también su paso por ‘Polònia’ y haber prestado su voz para el pódcast de ‘true crime’ ‘Crims’. Además de escribir y versionar obras de teatro, es autor de dos libros: ‘Postres del dia’ (poesía) y ‘Paraules d’antes’. Con ‘Custodia repartida’ ha ascendido indudablemente un escalón, aunque él prefiere vivirlo con prudencia.
Actúa, dirige, escribe… Es un artista polifacético, veo.
Soy bastante inquieto. Me gusta probar cosas nuevas, tirarme a la piscina.
¿Es esta su primera serie como protagonista?
De este calado, por supuesto. Ha sido la primera vez de Lorena y mía a este nivel; la primera serie gran serie Javi (Fesser), el director, y de los guionistas, Juanjo (Moscardó) y María (Mínguez). Ha sido la primera vez muy bonita de mucha gente.
¿Cómo le llegó el papel?
Hice un primer cásting y vi que era para Javi, que ha estado muy presente en mi vida por sus obras y su manera de entender el cine con humor, con ternura, con un punto de surrealismo… Es único, tiene una mirada única. Y, claro, te llega un cásting con él y piensas: qué suerte, pero es difícil, porque, si no tienes un punto más popular, cuesta que te cojan las plataformas y cadenas.
Lo entiendo.
Pero lo pasé, me fui a Madrid a hacer el segundo. Y desayunando allí en una terraza apareció Javi. Estuvimos una hora charlando y me contó de la serie cosas que desconocía. Yo pensaba: cómo mola, no me pongas la miel en los labios… Me confesó que me había visto en un corto en un festival y le había flipado. ¿Y te puedes creer que estuve haciendo el cásting sin saber que solo quedaba yo para el papel? Al acabar, Javi me dijo: «Quiero que seas tú, pero hay que acabar de decidir con la plataforma». Y me fui llorando a Barcelona. Al final fue que sí.
Fesser no les dijo que era una comedia.
Exacto. No quería hacer una comedia al uso. Lo bonito es que te ríes de las situaciones, pero es triste. Es que son dos personas que se quieren y se tienen que separar por un cúmulo de cosas, pero no es nada fácil. Fue superinteresante el reto. Él nos iba diciendo: «Es un drama y nadie lo sabe». O: «Se piensan que es una comedia».
Para no condicionarles.
Además, durante el rodaje no ensayábamos mucho. Íbamos muy a saco. La clave fue que antes estuvimos un par de semanas trabajando los personajes. Y estuvieron Juanjo y María, que nos dieron las herramientas para conocerlos muy bien. En el rodaje era todo muy real, porque Javi nos metía retos, no nos decía cosas y pasaban…
Hábleme de Diego.
Es un buen tipo que está en un momento vital difícil, porque tiene muchas contradicciones. Es feliz con la paternidad y está enamorado de su hija, pero ha perdido su parte más personal o de trabajo. También ha crecido en una familia de cuyo ‘modus operandi’ intenta huir, pero cae en sus garras una y otra vez. Es una lucha interna difícil, porque él pretende demostrar que puede valerse por sí mismo. Como padre así es, pero nadie se lo valora.
Lo que siempre les ha pasado a las mujeres.
Ya. Es que hay un curro. Yo no soy padre, pero lo sé por mis amigos. Te tienes que amoldar a un tipo de vida nuevo y seguramente te cambia para mejor, pero haces un viaje superintenso. Diego está luchando contra las contradicciones que le acompañan y que no le dejan ser un poquito más feliz. ¿Sabes qué creo que quiere Diego? Ser querido. Pero una cosa es ser querido y otra notar que te quieren. Y nunca estamos contentos de cómo nos quieren.
Para comprender a Diego es básico conocer a esos padres tan castrantes.
Lo machacan. Por una parte no puede volar solo, porque no tiene las herramientas y el dinero, y por otra, lo único que desea es huir de aquella casa para encontrar su propio yo. Y que no le recuerden constantemente las cosas de las que no está satisfecho.
Separarse no es fácil.
El entorno donde vivimos lo hace muy difícil. Todos hemos vivido un desamor, una separación, pero con un hijo por en medio y cuando aún quieres a la otra persona… Porque para mí la gracia es que se quieren y es de un dolor monumental dejarlo. Ha sido un duelo que hemos tenido que ir lidiando durante el rodaje e intentar que traspase.
Lo logran.
La excusa es la separación, pero para mí lo bonito es que se habla de esas pequeñas cosas de las relaciones humanas. Y seas padre o no, o te hayas separado o no, estés enamorado o no, la recibirás. Aunque sea de un sitio distinto. Esa es la magia de la serie.
Dice que no tiene hijos, pero mira a su entorno.
Por supuesto. Te vienen muchos referentes. Tengo 36 años y entre mis amigos están los que ya son padres y lo llevan bien, los que aún no lo son y no quieren, los que quieren… Es una época muy difícil de decisiones que no dependen muchas veces de uno, sino de con quien estés, de si tienes pasta para cuidadores. Porque con un trabajo normal no resulta fácil.
A no ser que tengan los suegros de Diego…
Uno querría tener unos así en la vida, sí. Fernando (Sansegundo) y Aten (Soria) hacen un papelazo.
Y qué me dice de Adriana Ozores.
Lo que hace era muy difícil, porque es un personaje que igual sale un poquito más de esta cosa tan real, pero te lo comes con patatas porque lo encarna divinamente. Esas señoras existen.
¿Cree que habrá un antes y un después?
Me gustaría que la gente disfrutara con la serie. ¿Que eso me trae más trabajo? ¡Encantado! Pero ¿que me cambiará la vida? No sé qué decirte, porque en nuestro oficio te la puede cambiar una cosa superpequeña. No lo espero, la verdad.