Los pueblos de Aragón tienen nombres muy curiosos que no pasan desaparecibidos a la vista de un viajero que los lee por casualidad cuando pasa por un desvío en la carretera. La toponimia de las localidades aragonesas es muy diversa. Hay nombres de pueblos muy cortos (Oto), hay otros muy largos (Villanueva del Rebollar de la Sierra), hay guiños a santos (San Esteban de Litera), otros mucho menos religiosos (Atea) e incluso hay pueblos que recuerdan a un postre (Torrijas).

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