El fenómeno de los nuevos fármacos contra la obesidad –que algunos médicos comparan ya con la revolución que supusieron la viagra o la píldora anticonceptiva– también ha calado en la sociedad española. Las ventas de Ozempic y sus análogos, Wegoby y Mounjaro, se han multiplicado por 25 desde 2019, cuando el primero, que pusieron de moda las ‘celebrities’, llegó a España. Wegoby y Mounjaro son más recientes, empezaron a comercializarse en nuestro país en 2024 y, durante el año pasado, impulsaron la demanda de tal manera que las unidades vendidas en farmacias del conjunto de fármacos similares contra la diabetes y la obesidad superaron los 4,8 millones de envases, un 51% más que en 2023.
La popularidad es, por tanto, elevada pese a que ni Mounjaro ni Wegoby están financiados por el sistema público y cuestan la friolera de 271 euros al mes el primero y entre 179 euros y 292 euros, cada dos meses, el segundo, dependiendo del proveedor. Y Ozempic está sufragado por el Gobierno pero solo para pacientes obesidad y diabetes tipo 2 y mal controlada.
Muchas personas pagan Ozempic de su bolsillo ante la posibilidad de inhibir el apetito: se logran pérdidas de peso de hasta el 15% de la masa corporal
Es decir, quedan fuera las personas sin diabetes, con diabetes tipo 1 o bien controlada, pero muchos se lo pagan de su bolsillo ante la posibilidad de inhibir el apetito de tal forma que se logran pérdidas de peso de hasta el 15% de la masa corporal si se combina con una dieta equilibrada o ejercicio. Los fármacos antecesores a Ozempic apenas lograban un 3%, que en personas de 100 kilos supone unos 3 kilos.
Ha sido tal la fama mundial del Ozempic –impulsada por famosas como Kim Kardashian que promocionaron, de manera incorrecta, el fármaco para ‘perder los kilitos de más’, cuando está indicado para tratar la diabetes y la obesidad y no para adelgazar en personas con un ligero exceso de peso– que hubo una crisis de desabastecimiento mundial. Ante ello, la farmacéutica impulsora, la danesa Novo Nordisk, que se ha convertido en la compañía más valiosa de Europa gracias a las ventas de estos medicamentos, lanzó Wegoby, que permite (al igual que Mounjaro) pérdidas de peso mayores, de hasta 25% del peso corporal, y está autorizado específicamente para la obesidad.
Ingresos
Pocos meses después, el pasado verano, se autorizó Mounjaro, de la farmacéutica Lilly, que ha contribuido a catapultar los ingresos de los laboratorios por las ventas de estos medicamentos en España a 484 millones de euros, un 65% más que en 2023. El cálculo se sustenta en el precio de venta del laboratorio (PVL) y en las ventas en las farmacias españolas de unidades de Ozempic, Wegoby, Mounjaro, pero también Rybelsus y Saxenda, que tienen resultados más modestos frente a la obesidad, pero pertenecen al mismo mercado, y que han sido facilitados a El Periódico por la consultora IQVIA.
A los ingresos hay que restar los gastos de investigación, producción o distribución, entre otros, pero las cifras demuestran que la obesidad se ha convertido, tanto en España como en otros países, en un filón de negocio para las farmacéuticas, que siguen investigando en este terreno dado que el elevado índice de grasa corporal es una de las epidemias de nuestros días. En España, no obstante, médicos y pacientes reclaman que el sistema de salud financie, de forma progresiva, los medicamentos a todas las personas que lo necesiten, siempre con prescripción de un facultativo.
Financiación
Dada la alta incidencia de la obesidad –que alcanza hasta el 19% de la población española– y que los fármacos no son económicos, los especialistas entienden que no pueden sufragarse de la noche a la mañana para todos aquellos que los puedan necesitar, pero sí piden que se empiece a financiar para las personas que más lo necesiten, aunque no tengan diabetes mal controlada y, poco a poco, ir ampliando el número de beneficiarios.
«La gente piensa que la obesidad deriva del estilo de vida, pero es una enfermedad, de origen multifactorial, que da lugar a un exceso de tejido adiposo. Por eso, pedimos una inclusión progresiva en la cartera de servicios», explica Irene Bretón, coordinadora del área de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
«Hay que empezar a financiar por subgrupos, monitorizar su evolución y si se confirman los resultados, aumentar el número de beneficiarios»
Se podría comenzar, apunta a su vez Albert Lecube, miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), por aquellos pacientes con patologías cardiovasculares y otras complicaciones relacionadas con la obesidad, dado que los ensayos indican que los fármacos ayudan a controlar estas enfermedades; o bien por aquellos con obesidad más severa o los que estén en lista de espera para una cirugía bariátrica. «Hay que empezar a financiar por subgrupos, monitorizar su evolución y si se confirman los resultados, aumentar el número de beneficiarios», reclama el endocrino.
Por su parte, la asociación de pacientes ASEPO pide la financiación de los fármacos pero también herramientas preventivas, así como la atención a los enfermos por parte de equipos multidisciplinares.
Reino Unido ha anunciado una medida polémica: estudia asumir el coste de los fármacos en personas desempleadas para favorecer su regreso al mercado laboral
En este contexto, Reino Unido ha anunciado una medida polémica: estudia asumir el coste en personas desempleadas para favorecer su regreso al mercado laboral. Pretende ahorrar al sistema sanitario buena parte de los gastos derivados de las enfermedades asociadas y reducir la cifra de personas inactivas, muchas de ellas, según el Gobierno británico, debido a que la obesidad les ha expulsado del mercado de trabajo.
A largo plazo
Otra de las razones que avalan la necesidad de comenzar a financiar los nuevos fármacos, además de su éxito frente a la obesidad, la diabetes y otras comorbilidades, es que, probablemente, el uso de los nuevos medicamentos sea prolongado, ya que se está detectando un efecto rebote en personas que dejan el tratamiento. Quizá haya que tomarlos a dosis más reducidas, pero los especialistas prevén como posible escenario que muchas personas tengan que tomar dosis de mantenimiento que muchos pacientes no pueden pagar de por vida.