España envejece. Lo hace desde hace tiempo. La paulatina jubilación de la generación conocida como el baby boom, los hijos de la explosión demográfica que vivió el país en los años 60 y 70 fruto del desarrollismo, y unos índices de natalidad cada vez más traen consigo que el número de pensionistas se sitúe en el país a diciembre de 2024 en 9,3 millones, casi 1,5 millones de pensionistas más que en el mismo mes de 2009, cuando eran 7,8 millones. O, lo que es lo mismo, un aumento del 18,9%, según los datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social.
No obstante, este crecimiento no es uniforme en toda la península. Por encima de todas destaca Canarias, que ha visto su número de pensionistas pasar en estos 15 años de ser de unos 235.000 a 342.000. En total, un avance de 106.000 pensionistas, un 45% más. Contrasta, por ejemplo, con lo que sucede en Asturias, que ha pasado apenas de tener 264.000 a 272.000, unos 8.000 de diferencia, apenas un 3%.
Entre una y otra, una amplia gama de grises. Si sitúan por debajo de la media nacional Castilla y León, donde los pensionistas avanzan un 7,6%; Galicia, donde suben un 9,7%, y Aragón, donde el número se eleva tan solo en un 11,1%. En el lado opuesto, Melilla sube un 27,9%, Baleares un 29,7% y Madrid un 31,3%. En cifras totales, la capital es la región en la que suben más los pensionistas en los últimos 15 años: suma 276.000 para pasar de unos 881.000 pensionistas a superar la barrera del millón y situarse en 1,1 millones en estos 15 años.
Con todo, la Comunidad de Madrid se queda por detrás de Cataluña, que, con 1,58 millones, supera por poco los 1,53 millones de Andalucía. Eso sí, la subida de pensionistas de la región catalana se sitúa por debajo de la media: su número de pensionista ha aumentado en estos 15 años un 16,7%. Por contra, Andalucía se sitúa por encima tras ver aumentado su número de pensionistas en un 21,4%. Más ajustadas a la media quedan la Comunitat Valenciana, que sube un 20,6%; Murcia, que hace lo propio para aumentar un 20,4%, y País Vasco, que sube un 17,5%.
Canarias, más pensionistas y más población
Hubo quien vio venir lo que ocurre en Canarias como parte de un proceso más amplio. Ramón Faustino Díaz Hernández, doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de La Laguna y profesor de Geografía Humana en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de Las Palmas, publicó en 2004 un trabajo con un título profético: Envejecimiento de la población Canaria: breve aproximación conceptual y metodológica.
«Como en todas partes y como ya anticipábamos, también en Canarias el escenario demográfico ha cambiado en poco tiempo. En las últimas décadas, el bullicio de la abundante chiquillería se ha ido apagando poco a poco en todas partes del archipiélago, al tiempo que la sigilosa presencia de personas entradas en años se apodera cada vez más de los espacios públicos urbanos, y más todavía de los espacios rurales», escribía entonces Díaz Hernández, que citaba como causas principales para el fenómeno el descenso de natalidad que viven las islas desde principios de los años 80 y el aumento de la esperanza de vida, que ha ido acorde a la de todo el país.
A esto se añade un tercer factor, la migración. Concretamente, explica el profesor, la llegada de migrantes europeos en edad de prejubilarse o jubilarse que llegan a la isla atraídos por el buen clima. El experto advertía entonces, no obstante, de que se trata de un fenómeno silencioso: muchos de estos residentes no llegan nunca a empadronarse en las islas. Con todo y con eso, según el INE, los alemanes suman por ejemplo en 2022 (última cifra disponible) más de 25.000 residentes en Canarias. Si se amplía el foco a los residentes europeos, suman cerca de 170.000.
Esto a su vez forma parte de un fenómeno más amplio: el descontrolado crecimiento demográfico que viven las islas. Solo en 2024, la población en Canarias subió por encima de los 2,2 millones de personas, según el Instituto Canario de Estadística. Esto supone un aumento del 1,22% respecto al 2023, es decir, casi 27.000 habitantes más. Con un agravante: hay más gente en todas las islas. La cuestión preocupa y mucho. Desde hace años, los políticos celebran una comisión parlamentaria tras otra en busca de soluciones para lo que ya definen en Canarias como el «desafío demográfico». Por ahora, las horas de debate se acumulan mientras tardan en llegar medidas concretas para abordar la situación.
Asturias, la desploblación y las excepciones nacionales
La otra cara de la moneda la representa, sobre todo Asturias, donde la población también envejece, pero por el motivo contrario: se está vaciando. Esto se deja notar en los números. También según el INE, la región presenta un índice de envejecimiento, el dato que dice cuántas personas mayores de 64 años hay por cada joven de hasta 16 años, del 257,29%, el más alto de España. El instituto estadístico estima además que, hasta 2038, Asturias perderá 4,4 puntos de población por cada 1.000 habitantes. No son buenas perspecrivas.
Pero esta comunidad autónoma no constituye la única excepción en un contexto en el que el envejecimiento de población suma cada vez más jubilados y el pago de las pensiones genera ya un agujero en el sistema contributivo de más de 60.000 millones de euros (sumadas las pensiones contributivas y las de las clases pasivas). Hay municipios que no solo se sitúan por debajo de la media nacional, sino que incluso pierden pensionistas. Es sobre todo el caso de Zamora, que pasa de tener en 2009 unos 48.000 pensionistas a quedarse en 2024 con 44.000: un retroceso de cerca de 4.000 pensionistas que significa que pierde un 8,1%. Algo parecido cabe decir de Lugo, que pierde un 4,6% de los pensionistas tras pasar en estos 15 años de tener unos 100.000 a quedarse en cerca de 96.000. Finalmente, Teruel se deja un 0,5% de sus pensionistas en este tiempo tras perder 160.
En el caso opuesto, lo esperable: Las Palmas de Gran Canaria gana en estos años 57.000 pensionistas y aumenta su número en un 46,7%, la cifra más alta de España en términos relativos, y Santa Cruz de Tenerife sube su cifra en 49.500 para ganar un 43,8%. En ocasiones por exceso de población y en ocasiones por falta de ella, son los ejemplos más significativos de una España con un reparto desigual de la población y en la que predomina una realidad: cada día que pasa se hace más mayor.