Supercampeonas. Dominadoras y superiores. El Barça no tiene piedad de nadie. Y menos del Real Madrid (5-0). Las azulgranas se adjudicaron el primer titulo de la temporada y hundieron al Madrid con una manita demoledora. Mucho le faltó al conjunto de Toril para disputarle el título que inicia la era de Pere Romeu en el banquillo con celebración.
El Barça se pasó la primera parte remando. Se encontró con un Madrid bien plantado y con la lección aprendida, pero las azulgranas aunaron talento y constancia. Se movieron con transiciones rápidas hasta que consiguieron dominar con más comodidad para jugar con pausa en campo rival. Por la banda derecha, con Ona Batlle y Graham Hansen, fue por donde pudieron construirse con solidez.
La noruega es la jugadora que todo entrenador querría tener. Es única. El conjunto de Toril intentó contenerla, pero es imposible barrarle el paso. Graham ve el fútbol más rápido que el resto y toma decisiones a una velocidad que Olga Carmona no fue ni capaz de intuir. Siempre un paso por delante, con un toque hábil y diferencial. No hay nadie como ella. Asiste, remueve líneas y desborda. Y marca.
Caroline Graham Hansen aprovechó un rechace de la defensa blanca sobre la frontal del área, se coló en el rectángulo. Se acomodó el balón en la diestra y envió un zapatazo ajustado al palo ante el desconcierto de Misa Rodríguez bajo palos. Sonrió Alexia. Se abrazaba con Pina y Aitana. Empezaban a someter al Madrid. Empezaba la fiesta.
El Madrid salió en tromba hacia la portería de Cata Coll como respuesta. Se revolvió bien el conjunto de Toril, que consiguió poner en apuros a las de Pere Romeu, pero ni siquiera eso le bastó. Cuando mejor estaban las madridistas, el Barça giró las tornas. Ona Batlle centró pegada a la línea de cal y Ewa Pajor solo tuvo que empujarla con sutileza para que entrara en la portería. Ahí empezó el hundimiento del conjunto de Toril, que no pudo abonarse de nuevo a excusas externas. Lo intentó, pero aun hay mucha distancia.
Lo que hace grande este Barça no es solo el talento que tiene en el vestuario, sino cómo este se asocia. Lejos de las individualidades se construyen como un grupo coral. Las sinergias, que se hacen con tiempo no con dinero, son el resultado de un equipo con un objetivo claro. Hasta las nuevas incorporaciones llegan y se adaptan, se mimetizan con una forma de jugar. Ewa Pajor llegó con buen pie y como solución a Barcelona. Se reencontraba con amigas y venía a resolver el problema de la falta de delantera centro en el Barça. Y, lejos de posicionarse como la única referencia para el equipo, se integró en un sistema donde todo suma. Su conexión con Graham Hansen lo demuestra.
Con ellas, el ritmo es vertiginoso. Se les ocurren ideas y acciones imposibles, que desde fuera son inimaginables. Lo hacen bailando como quieren sobre el verde y también en jugadas a balón parado. De un córner se sacó el Barça el tercero del partido. Sirvió la noruega al primer palo. Sorprendió a las jugadoras del Madrid, pero no a Pajor, que lo sabía, y la peinó hasta redirigirla justo antes del segundo palo. Misa se miraba la celebración con envidia (y cierto desasosiego).
Y si el dominio azulgrana se ha convertido en una rutina en los clásicos, que Patri Guijarro haga de las suyas también. La pivote azulgrana tiene fijación por la frontal del área. Más allá del centro del campo, donde reparte fútbol por doquier, la mallorquina vive feliz en el alambre del rectángulo rival. Un Guijarrazo. Si es que hasta lleva su nombre. Y el Madrid lo sabía, pero no por eso consiguió privarle de su golazo. Reventó el balón y lo coló por la escuadra. De escándalo, para variar.
El Barça tenía que cerrar la goleada que le coronaba como supercampeonas. Y, si hablamos de corona, hablamos de Alexia Putellas. Fue la reina quien, de cabeza, firmó la manita y coronó al Barça como campeón. Se llevó el primer título de la temporada el conjunto de Pere Romeu, que inicia su andadura para repetir el hito del año pasado de la mejor manera posible. Título en mano y baño al Real Madrid.