El efecto bandwagon o de arrastre habla en la sociología política de cómo los votantes se van sumando al candidato que creen que va a ganar en las próximas elecciones. Cuanto más se comenta que un posible candidato se impondrá a su contrincante, más personas creen que lo hará. Un efecto dominó que podría explicar en parte cómo el PSOE en Aragón ha pasado en pocos días de ser un territorio lambanista, de los más críticos con el secretario general, Pedro Sánchez, a abrazar a su portavoz de Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría, hasta el punto de auparla como líder sin necesidad de pasar por primarias.
Más allá de las teorías sociológicas, que el PSOE aragonés se haya dado la vuelta como un calcetín en busca de cambio y, sobre todo, de poder, se explica por una estrategia medida que comenzó con la derrota electoral de mayo de 2023. Javier Lambán no consiguió revalidar un tercer mandato y, aunque sus resultados no fueron los peores del país, no le alcanzó para mantener el Gobierno de Aragón. La escabechina en los ayuntamientos fue inconmensurable. Entonces, Lambán anunció que se iría, sin irse del todo, y en Ferraz empezaron a sonar los tambores en busca de un cambio en la indomable federación aragonesa.
Pero la transformación definitiva llegó más tarde y fue rápida. El punto de inflexión fue el Congreso Federal celebrado en Sevilla, donde los movimientos de Ferraz para arañar poder al lambanismo comenzaron con el proyecto fallido de la inclusión de la ejeana Teresa Ladrero. Después llegó la presentación de la precandidatura de la ministra Pilar Alegría en La Zaida, donde aparecieron los primeros alcaldes del lado de la aspirante a liderar el PSOE aragonés. Y, desde ese 21 de diciembre, se sucedieron los encuentros por el territorio. Pocos días después nació la candidatura de Darío Villagrasa, que recogía el legado de Javier Lambán renunciando «a mochilas y etiquetas», en una suerte de cuadratura del círculo que dejaba al aspirante con el lastre de representar un proyecto ya conocido sin poder aprovecharse del tirón de sus primeros espadas, el propio Lambán, los secretarios generales de Zaragoza y Teruel, Juan Antonio Sánchez Quero y Mayte Pérez, o figuras clave de Zaragoza capital, como el incombustible Carlos Pérez Anadón. Así las cosas, el duelo parecía de inicio descompensado. De hecho, era el único que planteaba un enfrentamiento con un ministro de Sánchez.
Pero una cosa son las apariencias y otra el poder orgánico. Sin embargo, fuentes socialistas de una y otra familia coinciden en que, en este proceso, la militancia demandaba un cambio. «El partido llevaba tiempo parado y la gente pedía movimiento», comentan.
El trabajo fue soterrado desde el equipo de Pilar Alegría. Las reuniones en las comarcas buscaban el rejuvenecimiento del partido, de imagen y de fondo. Que los alcaldes que acompañaron a la ministra a registrar su candidatura apenas superasen los 40 años no fue casualidad. Con el poder ganado en Alto Aragón, los de la ministra centraron sus focos en las federaciones de Zaragoza, con especial ahínco en la capital, y en Teruel.
En la gran urbe, gran granero de militantes, quien fuera su rival en 2019, y rival de Lambán en 2017, Carmen Dueso, puso su poder orgánico a disposición del proyecto de Alegría. Y desde ahí el efecto dominó no encontró frenos. A la llamada de Dueso le siguió la de Lola Ranera, la portavoz del grupo municipal que fue la gran apuesta de Lambán cambió de bando a pocos días del inicio de la contienda en primarias. Conversaciones telefónicas sellaron su transición.
Con su abandono del lambanismo, el núcleo duro que acompañaba a Villagrasa –Lambán, Quero, Pérez y Pérez Anadón– abordó en una comida el pasado miércoles en un restaurante del centro de Zaragoza las posibilidades tras la pérdida de apoyos. El candidato llamó a la candidata dos veces, sin que se produjera un acuerdo.
El jueves, el sector de Alegría esperaba una renuncia del de Bujaraloz que se hizo esperar. Y la misma noche del jueves, la ministra y el diputado cenaron en un restaurante también de la capital aragonesa. Ahí ya no hubo marcha atrás. Quedó claro que Villagrasa, tras firmar una precampaña de guante blanco, se integraría en la Ejecutiva de Alegría. El cambio de ciclo ya está en marcha, y la contienda continuará en las provincias.