«Tenemos presiones para obtener buenas calificaciones, que generan mucho estrés, y también hay presiones sociales, que nos generan miedo a no encajar en una sociedad con prejuicios: todo ello nos puede dañar la salud mental». Esta es la conclusión de Alae, una joven de 16 años de Fuenlabrada que ha participado este martes en la presentación de un estudio de Unicef que concluye que el 41% de los adolescentes manifiesta haber tenido un problema de salud mental –o cree haberlo tenido– en el último año, aunque casi el 90% no ha pedido ayuda. En concreto, el 51,4% admite que no ha buscado ayuda y el 36,9% que no se lo ha contado a nadie.
Según este último informe, sufren en silencio su dolencia emocional porque no saben a quién acudir, no consideran que el problema sea importante o desean mantener en secreto su problema. Dos de cada tres adolescentes, además, no quieren que sus familias o sus tutores se enteren de lo que les pasa.
Cercano a este porcentaje, un 56,2% piensan que es mejor dejar que pase el tiempo y un 55,9% confiesan que no confían en el personal del centro educativo porque creen que no pueden ayudarles, no van a guardar el secreto o tienen otras tareas que atender y no disponen de tiempo.
Falta de recursos
A este respecto, José Ángel, un joven de Úbeda y asesor de Unicef que también ha participado en la presentación del estudio, ha explicado que «hay orientadores en los centros educativos, pero no suelen estar disponibles para los alumnos porque tienen una gran ratio de alumnos que atender y un montón de gestiones administrativas». Además, los alumnos «no quieren que les vean entrar en los despachos de los orientadores».
Otro problema, según ha comentado José María Vera, director de Unicef España, es la escasa e incorrecta implantación de los coordinadores de bienestar que puso en marcha la ley de protección infantil. Se trata de figuras de nueva creación que tienen entre sus misiones velar por el bien emocional del alumnado y evitar el ‘bullying’, pero o no cuentan con la formación que marca la norma, o bien tienen que atender a múltiples tareas y no disponen de tiempo suficiente para los estudiantes.
El barómetro, que se ha presentado con motivo del Día de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, ha sido elaborado con las opiniones de 4.740 jóvenes, de entre 13 y 18 años, de 168 centros educativos. El trabajo de campo se ha realizado durante el curso 2023-2024. Pese al alto porcentaje de adolescentes con problemas de salud mental que destapa, la encuesta ha dejado también «sorpresas positivas», según ha explicado una de las coautoras, la investigadora de la Universidad de Sevilla Pilar Ramos.
Prejuicios
Entre ellas destaca que casi 8 de cada 10 encuestados asegura que mantendría la amistad con alguien de su edad que esté en tratamiento por problemas de salud mental, por lo que «tienen menos prejuicios de lo que esperábamos o detectábamos entre los adultos». A juicio de Ramos, estos datos indican que los jóvenes están «normalizando» tener problemas emocionales o dolencias más graves y diagnosticadas.
Otra de las sorpresas hace referencia a que usan las redes sociales «como un activo para su salud mental». Es decir, como un instrumento en busca de ayuda. Así, un 47% considera útil leer noticias en las redes para informarse sobre salud mental y 1 de cada 3 asegura haber encontrado recursos útiles. Además, el 68% manifiesta no haber sentido la necesidad de mostrar en el mundo ‘online’ que tienen una vida perfecta.
Aun así, más del doble de chicas (34,3%) que de chicos (13,3%) se comparan con personas que muestran vidas perfectas y sienten presión por tener un físico determinado. En concreto, el 73,5% admite que esto les afecta mucho o muchísimo, frente al 50,8% de los chicos.