Montserrat Gomendio (Madrid, 1960) fue la escudera del exministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert. Fue su mano derecha y, como secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, fue una de las principales promotoras de la LOMCE –o Ley Wert–, la norma educativa ya derogada que reguló el ámbito educativo en España durante los Gobiernos de Mariano Rajoy.

Precisamente, la secretaria de Educación entre 2012 y 2015 reivindica su ley en el Día Internacional de la Educación, celebrado este 24 de enero. Dice que cuando se frenó la implementación de la LOMCEse volvió a empeorar” en los resultados obtenidos por los alumnos a nivel internacional. De hecho, el mayor pico que ha habido en PISA en España fue en el año 2015 con la Ley Wert ya vigente.

Entonces, la LOMCE buscaba un gran rendimiento académico como prioridad, además de la equidad. Hoy, sin embargo, “el nivel del rendimiento académico de los alumnos para los socialistas no es la prioridad. Entonces, ¿cuál es la prioridad? La equidad, es decir, tener resultados que sean parecidos entre los alumnos”, esboza Gomendio.


Montserrat Gomendio, exnúmero dos de Educación.

José Verdugo

EL ESPAÑOL

Pese a ello, el mayor problema para la Educación en España, según Gomendio, tiene que ver con que “no se evalúan las políticas educativas” que se ponen en marcha. Sólo se ha intentado hacer con la LOMCE, pero no llegó a término debido a que su implementación fue breve, a excepción del “modelo socialista, que ha estado vigente desde 1990”. Y ellos “no quieren evaluar cuál es el impacto de las reformas educativas que ponen en marcha, porque saben que no es positivo”, valora Gomendio

Pregunta.– Valore la Educación en España en la actualidad y, particularmente, la LOMLOE (Ley Celaá).

Respuesta.– Es difícil valorar cuál es el estado de la Educación, porque solamente nos podemos basar en las evaluaciones internacionales como PISA. No tenemos nuestras propias evaluaciones nacionales que nos permitan observar cómo va evolucionando el rendimiento de los alumnos a lo largo del tiempo, por desgracia.

P.– Claro.

R.– Entonces, de la información que aportan todas las evaluaciones internacionales [PISA, PIRLS y TIMSS] se puede extraer la misma conclusión: hay un rendimiento académico bajo. En el caso de PISA, llevamos varias décadas de estancamiento. Es verdad que empezamos teniendo un rendimiento por debajo de la media de la OCDE y de la Unión Europea, particularmente en Matemáticas, pero no se han producido mejoras sustanciales. Tenemos una proporción mayor de alumnos rezagados y una proporción bajísima de alumnos excelentes.

Este estancamiento coincide con el hecho de que, durante casi todo este periodo de tiempo, ha habido un modelo educativo único que no ha conducido a una mejora de los resultados. Por ello, lo considero un modelo como fallido

P.– ¿Cuándo hubo mejora en las métricas internacionales?

R.– En 2015 y 2016 mejoramos en todas las métricas internacionales y coinciden con los años de implementación de la LOMCE, la reforma educativa que pusimos en marcha cuando yo estaba en el Ministerio de Educación. Lamentablemente, fue una implementación muy breve y nunca sabremos si la mejora habría continuado.

Aun así, hubo una pequeña mejora en PISA y una mejora más acentuada en PIRLS, que evalúa la comprensión lectora. Como todas las reformas educativas, se comenzó a implementar en Primaria y, por lo tanto, tiene sentido que el impacto sea mayor entre los estudiantes de ese ciclo.

Desafortunadamente la implementación de la LOMCE duró pocos años y cuando se frenó el rendimiento académico volvió otra vez a descender. También es verdad que más tarde hubo un efecto de descenso por la Covid, ligado al cierre de los colegios, pero antes de eso ya estaba decayendo el rendimiento.

P.– Precisamente, los mejores resultados históricos en PISA fueron en 2015, como bien acaba de explicar, con la mejor puntuación de la historia en Matemáticas y Lectura y la segunda mejor en Ciencia. ¿La ley que lideró junto al entonces ministro, José Ignacio Wert, fue la causante de esto?

R.– La ley se aprobó en 2013 y se empezó a implementar en el curso 2014/2015. Donde más impacto se ve es en PIRLS 2016, que evalúa estudiantes de Primaria, permitiéndonos ver los efectos tras más de un año más de implementación.

En este sentido, parece obvio que si a lo largo de décadas el único momento en el que hay una mejora es el momento en que se cambia un modelo [LOGSE y LOE] por otro [LOMCE], es lógico asumir que sí tiene una relación.

Ahora, ¿exactamente cuál es la relación causal en cuanto a la mejora del rendimiento? Eso ya es mucho más difícil de definir porque la implementación duró poco y, al tener un sistema de Educación descentralizado, la ley se aplicó con diferentes velocidades e intensidades en las diferentes comunidades autónomas. Además, nunca se analizaron bien los efectos.

Gomendio, durante una entrevista con EL ESPAÑOL.


Gomendio, durante una entrevista con EL ESPAÑOL.

José Verdugo

EL ESPAÑOL

P.– ¿Qué cambió en su modelo educativo, el de la LOMCE, para mejorar los resultados internacionales?

R.– No solamente se implementaron evaluaciones que se llevaron a cabo en Primaria, sino que se establecieron estándares de evaluación. Es decir, todos los profesores y todos los alumnos eran conscientes de cuáles eran las metas que había que conseguir.

También se hizo mucho más rico el contenido curricular, se dio más autonomía a los centros escolares, se implementaron evaluaciones nacionales… Y si miramos a otros países, ese es el tipo de cambio que normalmente conduce a una mejora. Luego, es lógico pensar que la mejora en el rendimiento académico está asociada, entre otras cosas, a la LOMCE porque ocurrió durante su implementación. Y cuando la implementación se frenó, se volvió a empeorar.

P.– ¿El único impacto de la LOMCE fue mejorar el rendimiento académico?

R.– Otro impacto positivo de la LOMCE fue la disminución del abandono educativo temprano. Ahí sí que hay una relación muy clara con el aumento que hubo en la matriculación de alumnos en la Formación Profesional. Esto fue posible gracias a toda la modernización y toda la reforma que hubo de la FP, tanto de grado medio como de grado superior.

En este aspecto sí hay relación causa-efecto: se disminuyó el abandono educativo temprano con la modernización y mejora de la Formación Profesional, que la hizo mucho más atractiva para estudiantes.

P.– Dice que la implementación de las evaluaciones contribuyó a la mejora del rendimiento. ¿Son estas las famosas reválidas?

R.– Es importante resaltar que se utilizó la palabra reválidas para darles unas connotaciones negativas que no tenían. Las evaluaciones eran, simplemente, pruebas estandarizadas y externas y, por tanto, iguales para todos los alumnos al finalizar las distintas etapas escolares [Primaria, ESO…] y no eran como PISA, donde sólo se evalúa a una muestra de alumnos cada tres años.

Se debían hacer, entre otras cosas, para saber si un alumno podía promocionar de curso y si había alcanzado el nivel que se requería para tener una titulación del Ministerio de Educación. La evidencia internacional demuestra que la definición de estas metas supone un incentivo a la mejora para alumnos, profesores y familias, y pretendían también evitar las diferencias que se dan entre comunidades autónomas.

Además, supone una responsabilidad que asume el gobierno central de conseguir que todos los alumnos alcancen esas metas comunes. Sin las evaluaciones nacionales no es posible saber qué proporción del alumnado alcanza los niveles adecuados de conocimientos.

La palabra reválida despertó en el imaginario colectivo la idea de que eran unos exámenes muy difíciles, que eran unos cuellos de botella para conseguir que los alumnos no pasaran al siguiente ciclo educativo… Y nada más lejos de la realidad, eran evaluaciones que también nos servían para hacer radiografías de nuestro sistema educativo y no depender sólo de las evaluaciones internacionales para ver qué hacía falta mejorar cada año.

P.– Entiendo.

R.– Nuestra intención era aplicar la evidencia, que es sólida y abundante, de que las evaluaciones nacionales conducen a una mejora del rendimiento de los alumnos. Porque se diseñaron de forma que se incrementaba el nivel de exigencia de forma muy gradual a lo largo del tiempo para evitar que fuesen un cuello de botella. Queríamos conseguir que la mayor parte de los alumnos pudiesen progresar al siguiente curso porque habían adquirido un nivel mejor de formación, de forma que en un horizonte no muy lejano pudiésemos alcanzar nivel de los países de nuestro entorno.

Las manos de Montserrat Gomendio.


Las manos de Montserrat Gomendio.

José Verdugo

EL ESPAÑOL

P.– ¿Qué horizonte vaticinaban para que el alumnado español llegase a estar al nivel de los países de nuestro entorno?

R.– No lo pudimos calcular porque ni siquiera pudimos hacer una radiografía del rendimiento de los alumnos. Ese, de hecho, es uno de los problemas del sistema educativo español: no hay ni evaluaciones nacionales ni métricas para medir el rendimiento de los alumnos que sirvan para evaluar si realmente una nueva política educativa da lugar a una mejora, a un empeoramiento o a ningún cambio en el rendimiento de los alumnos. Por tanto, el problema es que no evaluamos las políticas que ponemos en marcha.

P.– ¿Por qué no evaluamos en España las políticas educativas?

R.– Honestamente, me resulta muy difícil de entender, y además debatí muchísimas veces con representantes de otros partidos que estaban en la oposición, por qué se oponían a las evaluaciones nacionales. Nunca entendí bien cuál era el razonamiento, porque me parecía que no tenía nada que ver con la evidencia que tenemos disponible respecto al efecto positivo que tienen sobre el rendimiento de los alumnos.

Ante la falta de argumentos convincentes, lo único que puedo concluir es que realmente no quieren evaluar cuál es el impacto de las reformas educativas que ponen en marcha, porque saben que no es positivo.

P.– Entonces, ¿usted cree que la causa de no evaluar el sistema educativo es que quedaría evidente y patente el fracaso de las leyes educativas?

R.– A excepción de la LOMCE, cuya vigencia fue muy breve, desde que se aprobó la LOGSE en 1990 el único modelo educativo que hemos tenido es el modelo socialista y nunca se ha querido evaluar ni a través de evaluaciones nacionales ni a través de ninguna otra métrica.

Hay un argumento falaz que plantea que no es relevante evaluar la calidad, porque la calidad, es decir, el nivel del rendimiento académico de los alumnos, para los socialistas no es la prioridad. Entonces, ¿cuál es la prioridad? Este argumento sostiene que en nuestro sistema es la equidad, es decir, tener resultados que sean parecidos entre los alumnos. Minimizar el impacto del entorno socioeconómico o de otros factores que pueden disminuir el rendimiento.

Cuando yo debatía en el Comité de Educación del Congreso se argumentaba que en España se había optado por la equidad y no por la calidad; o que en España se había optado por la equidad y no por la excelencia. Y, bueno, yo no lo puedo entender porque desde mi punto de vista no puede haber una sin la otra y, además, no es necesario elegir una o la otra.

P.– ¿Por lo menos nos va bien en equidad?

R.– Si miramos las métricas que sí tenemos, como las de abandono educativo temprano, el sistema educativo español es muy mediocre desde el punto de vista de la calidad, pero es nefasto desde el punto de vista de la equidad. Dentro de la Unión Europea, somos el país que tiene el mayor nivel de abandono educativo temprano, solo por detrás de Rumanía. Y eso que mejoramos a partir de la implementación de la LOMCE gracias a la mejora de la FP y el atractivo que supuso para muchos alumnos que empezaron a matricularse en FP en lugar de abandonar los estudios.

A pesar de aquel descenso, seguimos siendo el país de la Unión Europea, sólo por detrás de Rumanía, que tiene una tasa más elevada de abandono educativo temprano. Estos son chicos que cuando abandonan tienen unos conocimientos mínimos y, por tanto, pasan a ser ninis, sufren paro juvenil y a partir de ahí sufren paro de larga duración a lo largo de toda la vida. Es, claramente, el origen de nuestro problema endémico con paro juvenil, en concreto, y paro de larga duración, en general. Y sin embargo, se sigue defendiendo que es un sistema educativo equitativo.

P.– El sistema educativo equitativo es el que defiende la LOMLOE (Ley Celaá) y su “que nadie se quede atrás”, ¿no?

R.– La LOMLOE anima e incentiva al profesorado para que ponga buenas notas a los estudiantes para que no repitan curso, para que titulen aunque tengan suspensos… Y como resultado hoy en día tenemos la mayor proporción de notables y sobresalientes de las últimas décadas y, sin embargo, según las comparativas internacionales tenemos los peores datos de la Historia.

Entonces, bueno, es llamativo, es una farsa, es una trampa. La inflación de notas no es más que un engaño que evita que busquemos soluciones al problema del bajo nivel de rendimiento académico. Para mí es el mayor drama: que si no queremos reconocer el problema, nadie se va a preocupar de darle solución.

P.– ¿Por qué no queremos reconocer este problema que usted me plantea?

R.– No tengo respuesta a esa pregunta, porque no lo entiendo, sinceramente. Lo que está claro es que tenemos un sistema ciego, donde no evaluamos a nadie a nivel nacional y le pedimos a los profesores y los incentivamos para que pongan buenas notas a todo el mundo, independientemente de su nivel de rendimiento.

Y así todo el mundo está contento, porque todo el mundo tiene buenas notas y el sistema en apariencia tiene buenos resultados. El problema viene luego con las comparativas internacionales y es un bofetón en la cara porque nos dicen: “Ustedes tienen unos resultados pésimos”, que luego se traducen en problemas tan graves como la elevada tasa de paro juvenil

Montserrat Gomendio, exsecretaria de Estado de Educación.


Montserrat Gomendio, exsecretaria de Estado de Educación.

José Verdugo

EL ESPAÑOL

P.– Implicaría que el sistema educativo es mediocre.

R.– El sistema es mediocre y además es una engañifa. Si nuestras notas nacionales dicen que tenemos el mayor porcentaje de notables y sobresalientes de la Historia y las comparativas internacionales, que sí que miden a todos los alumnos con las mismas métricas, dicen que tenemos el peor nivel de rendimiento de la Historia, sólo se puede describir como un engaño descomunal.

P.– ¿Por qué la política educativa en España está tan ideologizada y no ha sido posible llegar a un pacto de Estado en Educación tras tantos años?

R.– Bueno, yo puedo compartir mi experiencia. Cuando se frenó la implementación de la LOMCE, y yo ya no estaba en la secretaría de Estado porque había aceptado un cargo en la OCDE, la justificación fue que se iba a intentar llegar a un gran pacto de Estado. Eso duró unos años, no se llegó a nada y, finalmente, se produjo una ruptura.

La experiencia que yo tuve cuando intenté dialogar con los distintos grupos políticos, en particular con el PSOE, para explicar los cambios que proponíamos y la evidencia en la que se basaban, fue que ellos consideraban que la Educación era su territorio propio y que era intocable. Siendo cierto que el modelo que ha prevalecido en España desde el año 90 ha sido un modelo socialista, el problema radica en la falta de reconocimiento de que el modelo falla en las dos dimensiones más importantes: calidad y equidad.

Fuente