1. El 9% de los europeos teletrabajan
  2. Resistencia empresarial
  3. Beneficios ignorados
  4. Falta de impulso político
  5. Un futuro incierto
Teletrabajo, imagen de archivo.

El teletrabajo ha caído en picado en España. Menos del 8% de los empleados mantienen esta modalidad laboral, una cifra que contrasta con el 46,7% que la adoptó durante el estado de alarma, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El 9% de los europeos teletrabajan

En comparación con el promedio europeo —donde, de media, un 9% de la población teletrabaja, de acuerdo con los datos de Eurostat—, España se encuentra ligeramente por debajo (7%), mientras que países como Finlandia (22%) e Irlanda (21%) lideran en este ámbito.

La pandemia marcó un punto de inflexión que, sin embargo, no ha logrado consolidarse a medida que las empresas han dejado de ofrecer esta alternativa, principalmente por los costes asociados a su implementación.

La irrupción del covid puso el trabajo a distancia en el centro del debate laboral. En aquel momento, más de la mitad de los empleadores dieron el paso de permitirlo para garantizar la continuidad de las actividades.

No obstante, cuatro años después, la falta de incentivos, la inseguridad jurídica y las obligaciones impuestas por la legislación han contribuido a su declive.

Resistencia empresarial

La Ley 10/2021, de 9 de julio, regula el trabajo a distancia imponiendo a las empresas la obligación de facilitar los recursos necesarios para su desempeño y de reembolsar los gastos que esta modalidad genera a los empleados.

Según Irene Rovira Ferrer, investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), estas disposiciones “no solo pueden resultar complejas, sino que pueden conllevar consecuencias tributarias”.

Los gastos que las empresas deben asumir, como la compensación por electricidad, internet o el suministro de equipos, pueden considerarse salario en especie, lo que incrementaría las bases de cotización a la Seguridad Social y los impuestos a pagar tanto para empleados como para empleadores.

Rovira, experta en Derecho Financiero y Tributario, lidera una investigación para identificar las razones detrás de la reticencia de los empleadores hacia el teletrabajo.

Entre las principales barreras, señala “el deber de suministrar las herramientas, medios y equipos necesarios para el desarrollo del trabajo a distancia y el de compensar a los empleados los gastos, directos e indirectos, soportados por la prestación laboral no presencial”.

Beneficios ignorados

Pese al descenso en su aplicación, los estudios señalan que el teletrabajo tiene ventajas tanto para los trabajadores como para las empresas, en términos económicos y de rentabilidad, y para el Estado.

La investigadora destaca que, en el ámbito global, “la ausencia de barreras físicas que caracteriza su ejercicio permite una ampliación de las oportunidades de lograr trabajos dignos y de calidad desde cualquier lugar del planeta, así como una multiplicación de la capacidad de los empleadores para conseguir talento”.

En términos medioambientales y sociales, Rovira añade que “trabajar a distancia permite la reducción de los desplazamientos, con el consiguiente impacto en el planeta, y una mayor conciliación laboral y familiar, junto con una mejor distribución de las labores domésticas”.

Asimismo, menciona consecuencias positivas en la salud y el bienestar y la reducción de desigualdades, al fomentar la inclusión sociolaboral de personas con discapacidad y la repoblación de localidades pequeñas.

Falta de impulso político

La investigación de Rovira forma parte del proyecto “La necesaria consolidación del trabajo a distancia: oportunidades, desafíos y propuestas”, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Este plan busca promover políticas públicas que incentiven el teletrabajo como una herramienta clave para el desarrollo sostenible.

“Con nuestra investigación esperamos aportar información relevante para poder adoptar políticas que influyan en la consolidación del trabajo a distancia y propuestas de modificación normativa para su adecuada regulación”, explica Rovira.

Un futuro incierto

El teletrabajo, que durante la pandemia parecía una solución prometedora, se encuentra ahora en una encrucijada. La falta de incentivos económicos y la resistencia de las empresas, unidas a la complejidad normativa, han hecho que esta modalidad pase de ser una necesidad a una opción casi residual en el mercado laboral español y europeo.

A pesar de los beneficios demostrados, el descenso en su aplicación refleja la falta de adaptación del sistema a un modelo laboral más flexible. 

Teletrabajo, imagen de archivo.
Teletrabajo, imagen de archivo.

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