Sin abrir la boca permanecía en la cárcel de Campos del Río, donde fue llevado en régimen de preventiva, Roger L.S., el joven que mató a un trabajador de un club de tiro de Canovelles, en Barcelona, y era detenido el Domingo de Resurrección de 2023 en la estación del Carmen, en Murcia, donde llegó tras tomar dos rehenes y, a punta de pistola, obligarlas a que lo llevasen en coche a la Región.
Al poco, a Roger lo trasladaron a un penal de Cataluña. Ahora, la Fiscalía ha sacado su escrito donde solicita que el joven ha de pasar más de cuatro décadas entre rejas. En concreto, las penas que pide, por un rosario de delitos, suman 46 años.
Con jurado popular
Dada la cantidad de pruebas que había en su contra (las cámaras incluso grabaron el momento en el que descerraja cinco tiros a su víctima por la espalda), el Juzgado de Instrucción Nº 5 de Murcia, en funciones de Guardia, ordenaba el Día del Bando de hace dos años el ingreso de Roger en prisión provisional, aunque se inhibió a favor de un tribunal de la comunidad donde se cometió el crimen, Cataluña. En concreto, al Juzgado de Instrucción Nº 2 de Granollers.
El Ministerio Público considera ahora que Roger, de 19 años en el momento de los hechos y ahora de 21, es culpable de asesinato, homicidio en grado de tentativa, hurto agravado y detención ilegal. Cuando salga de prisión, reclama que se le ponga en régimen de libertad vigilada y se le impida aproximarse a las chicas a las que secuestró.
Será un jurado popular el que decida su destino. En el juicio está previsto que comparezcan, en calidad de testigos, los policías nacionales que lo detuvieron en Murcia. Que se jugaron la vida, porque Roger, presuntamente, trató de coger una de las dos armas de fuego que llevaba encima para, previsiblemente, arremeter contra estos agentes.
«¿Por qué no me habéis matado?»
A Roger lo hallaron en la estación de ferrocarril El Carmen sobre las ocho y media de la mañana, sentado entre el resto de pasajeros, los policías nacionales que lo arrestaron y redujeron. El sospechoso forcejeó e intentó sacar una de las pistolas, sin éxito. Roger, que también llevaba consigo munición, preguntó entonces que por qué no lo habían matado.
El crimen tuvo lugar el día anterior, cuando el chico, que llegó a intentar ser soldado profesional, presuntamente abrió fuego contra su víctima en al menos cinco ocasiones, cuando practicaba en un centro de tiro del que era socio en la citada localidad barcelonesa. La persona que recibió los disparos, un trabajador del club, quedó en estado crítico y poco después se certificó su muerte.
Según los testigos, Roger pidió al empleado un cambio de armas y, de pronto, empezó a dispararle. Las cámaras captaron cómo el joven disparó al instructor por la espalda. Además, encañonó a otro socio del club.
Huir en tren
Tras el suceso, Roger escapó y los Mossos d’Esquadra, el cuerpo que quedó a cargo de la investigación, empezó las tareas de búsqueda. La cual dio sus frutos en Murcia, en concreto en la estación de ferrocarril donde, según fuentes cercanas, el chico pretendía coger un tren y huir.
El sospechoso llegó a Murcia secuestrando un coche: presuntamente, amenazó a punta de pistola a dos mujeres que viajaban en un vehículo y las obligó a conducir, de noche, hasta la estación del Carmen.
Durante el trayecto, apuntan las mismas fuentes, Roger habría confesado a las mujeres su crimen. Al llegar, tras casi 600 kilómetros en la carretera, el joven se bajó del turismo. Las rehenes alertaron a la Policía de lo que les había pasado y los agentes se personaron en la estación, lo identificaron y lo capturaron.