El primer estudio que analiza la prevalencia de la violencia hacia la infancia en el ámbito familiar en España, realizado con una encuesta dado que apenas un 10% de los casos acaban en denuncia, indica que uno de cada cuatro adolescentes (en concreto el 26%) de entre 14 y 17 años ha sufrido algún tipo de maltrato directo, como insultos, humillaciones o golpes, o ha sido testigo de violencia entre sus padres o hacia otros miembros de la familia en el último año.
Se trata de un porcentaje más alto del detectado por encuestas oficiales en torno a la violencia de género. Por ejemplo, la macroencuesta de violencia hacia la mujer del Ministerio de Igualdad refleja que un 21,5% de las mujeres han sufrido violencia física por parejas actuales o pasadas, el 1,7% en los últimos 12 meses. Y un 13,7% violencia sexual -en relaciones de pareja-, el 1,8% en los últimos 12 meses.
«El grupo más victimizado en las familias son los niños pero, históricamente, no se ha tenido en cuenta y se ha normalizado, por eso sigue siendo tan difícil de detectar y buena permanece oculta», interpreta Noemí Pereda, investigadora de la Universidad de Barcelona y autora del estudio, que ha sido impulsado por Unicef. El porcentaje de en torno al 25% de niños que viven y sufren violencia en sus hogares coincide con las prevalencias en otros países europeos, aunque es algo mayor que en Portugal o Reino Unido.
En concreto, la encuesta -que ha seguido una metodología internacional y se ha realizado con una muestra de 4.024 adolescentes de 14 a 17 años en 70 centros educativos de toda España-, indica que el tipo de violencia más frecuente es la directa, que sufre el 20,9%. Dentro de esta tipología, destaca la violencia emocional, como gritos, insultos, humillaciones o amenazas que asustan y hacen sentir mal al menor (16,9%), seguida del maltrato físico, que afecta a cerca de 1 de cada 10 (7%).
Las agresiones sexuales
La violencia sexual se sitúa en el 0,11%, lo que supone una prevalencia baja respecto a otros estudios previos, pero la encuesta se refiere a agresiones sexuales sufridas en el último año y como se trata de adolescentes, refleja los casos que probablemente empezaron en la infancia -donde es más frecuente esta violencia- y continúan pese a que el menor va creciendo. Por último, la violencia indirecta afecta al 14,2% y básicamente consiste en que son testigos de malos tratos verbales o físicos entre los progenitores -mayoritariamente del padre hacia la madre-, hacia los hermanos o abuelos.
El estudio indica que la prevalencia de la violencia familia hacia la infancia es del 18,5% en los chicos y casi un tercio entre las chicas (32,9%). Por tanto, estas presentan el doble de riesgo de sufrir violencia por parte de figuras cuidadoras en general (porcentaje mayor en el caso de la violencia psicológica). Las chicas también reportaron más del doble de probabilidad de estar expuestas a violencia en el núcleo familiar, incluyendo violencia verbal entre progenitores y violencia física hacia hermanos o hermanas; y casi tres veces más riesgo de exposición a violencia física entre progenitores.
También se han identificado grupos de adolescentes especialmente vulnerables que reportan una mayor prevalencia y riesgo de experimentar violencia en su familia, como son aquellos pertenecientes al colectivo LGTBI, minorías sexuales y étnicas, o los procedentes de otros países.