Los aficionados al tenis vuelven a llenar Melbourne Park para el Abierto de Australia de 2025, tras batir un récord histórico de asistencia en 2024.
El Abierto de Australia es uno de los cuatro eventos anuales del Grand Slam, junto con el Torneo de Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, que reúnen a los mejores jugadores y jugadoras del mundo.
Los deportistas luchan no sólo por hacerse con el trofeo, sino también por puntos en la clasificación mundial y buenos cheques: la bolsa de premios del Abierto de Australia de este año asciende a 96,5 millones de dólares australianos (unos 58 millones de euros) y los ganadores de las pruebas individuales masculina y femenina se llevarán 3,5 millones de dólares cada uno (más de 2 millones de euros).
Sin embargo, ¿por qué son diferentes las duraciones de los partidos masculinos (cinco sets) y femeninos (tres sets)?
Debate sobre las diferencias
Desde hace mucho tiempo se debate sobre la duración de los partidos de tenis.
En los torneos del Grand Slam, los partidos masculinos se extienden a cinco sets, mientras que los femeninos siguen siendo a la mejor de tres. En la mayoría de los demás torneos, tanto hombres como mujeres juegan al mejor de tres sets.
Esta diferencia se plantea a menudo a la hora de evaluar la igualdad de premios en algunos eventos, ya que algunos argumentan que las mujeres no deberían recibir el mismo dinero si juegan partidos más cortos. Pero, aunque las mujeres cobran lo mismo en todos los torneos del Grand Slam, no lo hacen en todos los de menor nivel.
Por suerte, los premios en metálico del tenis no se basan en un sistema de salario por hora y ellas no reciben menos por dominar a sus oponentes en dos sets.
Pero ¿qué pasaría si las mujeres jugaran a la mejor de cinco?
La historia de las mujeres con el tenis a cinco sets
Las mujeres competían en partidos a la mejor de cinco hace más de 130 años.
Los campeonatos nacionales de Estados Unidos de 1891 a 1901 incluían partidos a cinco sets para las mujeres. El New York Times declaró que el choque de 1891 entre Mabel Cahill y Ellen Roosevelt había sido “luchado hasta el final con una tenacidad maravillosa”.
Pero estos partidos femeninos fueron acortados a la mejor de tres sets en 1901 por el Consejo de la Asociación Nacional de Tenis sobre Hierba de Estados Unidos, un organismo formado íntegramente por hombres. La decisión se tomó a pesar de la capacidad demostrada de las mujeres para jugar partidos a cinco sets, y parece que se desarrolló en paralelo a ejemplos similares de hombres que deciden sin pruebas que las mujeres no son aptas para un deporte de una naturaleza determinada.
Esta fue la mentalidad que condujo a la prohibición durante casi 50 años de que las mujeres jugaran al fútbol, entre 1921 y 1970. En atletismo, se prohibió que las mujeres compitieran en la carrera de 800 metros desde 1928 hasta 1960, al menos en parte porque los medios de comunicación parecían escandalizados de que en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam de 1928 algunas mujeres hubiesen caído al suelo agotadas tras esprintar por el oro en la prueba de 800 metros.
Hubo que esperar hasta 1967 para que la primera mujer corriera el maratón de Boston: Kathrine Switzer tuvo que hacerlo a escondidas, luchando contra hombres que intentaban sacarla del recorrido. Pero sus esfuerzos llevaron a la inclusión del maratón femenino en los Juegos Olímpicos de 1984.
Volvamos al tenis.
La final de la Asociación de Tenis Femenino se estuvo disputando a la mejor de cinco sets desde 1984 a 1998, con el famoso partido decisivo entre Monica Seles y Gabriela Sabatini en 1990 en el Madison Square Garden.
En 1994, el Abierto de Australia se planteó brevemente la introducción de finales femeninas a la mejor de cinco sets, lo que le habría convertido en el primer Grand Slam en hacerlo. Los partidarios de esta medida creían que sería una prueba más completa de habilidad y resistencia y ofrecería un espectáculo más atractivo. Sin embargo, el experimento no salió adelante.
Las mujeres pueden superar los límites de la fisiología
La preparación y la gestión de la recuperación de las mujeres en el tenis ha mejorado mucho desde que el Abierto de Australia propuso “el experimento” en 1994.
Pero nunca debería haberse planteado si la fisiología de las mujeres podía soportar pruebas más largas. De hecho, los estudios demuestran que las mujeres podrían estar hechas para ello. Desde los récords de maratón que siguen derribándose hasta las mujeres que destacan en pruebas de ultraresistencia, cuanto más larga es la prueba, mejor rinden.
Así que puede que la resistencia necesaria para un partido de cinco sets sea ideal para las mujeres.
Reformular la pregunta: ¿son mejores los partidos de cinco sets?
Mientras la sociedad debate si las mujeres deberían jugar cinco sets, una pregunta más acertada podría ser: ¿consiguen los cinco sets el mejor resultado para todos los jugadores y aficionados en la era de las versiones más cortas de los deportes?
Durante los partidos a cinco sets, hay pruebas de que algunos aspectos del rendimiento pueden estancarse en las fases intermedias. En concreto, la velocidad del primer saque tiene una aproximación parabólica, lo que significa que los sacadores se frenan durante los sets intermedios.
Es probable que esto se deba a que el atleta reserva su energía, lo que a menudo conduce a una competición menos dinámica en las fases intermedias como preparación para el “último set”. Esto plantea la cuestión de si los hombres deberían jugar también al mejor de tres sets.
Los aficionados al tenis probablemente seguirán debatiendo el valor de esos tercer y cuarto sets desde la perspectiva de la capacidad de atención frente a la tradición. Lo que es innegable es que los hombres tienen la oportunidad de demostrar su fuerza mental y su resistencia en los partidos al mejor de cinco sets.
¿Por qué no se da esta oportunidad a todos los jugadores?