En el imaginario colectivo, las murallas históricas evocan épocas de conquista, defensa y resistencia. Desde la milenaria Gran Muralla China hasta las murallas medievales que han perdurado en ciudades españolas, estas estructuras nos transportan a tiempos lejanos. Sin embargo, en Europa, hay una muralla que se destaca por su tamaño y su importancia histórica, una fortificación que, aunque no es tan famosa como la de Ávila o Lugo, ostenta el título de ser la más grande del viejo continente.
Aunque la muralla de Ávila es reconocida internacionalmente por su imponente presencia y su conservación, la muralla de Badajoz, con más de 6 kilómetros de extensión, es la que ostenta el récord de longitud en Europa. Esta muralla, que data de la época medieval y fue ampliada durante el siglo XVII, tiene una historia fascinante que la convierte en un referente de la arquitectura defensiva europea.
Situada en el sur de España, en la frontera con Portugal, Badajoz es una ciudad marcada por su carácter militar. Fundada en el año 875 durante el periodo de Al-Ándalus, la ciudad fue protegida por varias murallas a lo largo de los siglos, cada una adaptada a las necesidades estratégicas de la época. En total, la fortificación de Badajoz supera los 8 kilómetros de largo, una magnitud que la coloca por encima de murallas famosas como las de Ávila (menos de 3 kilómetros) y Lugo (poco más de 2 kilómetros).
Muralla de la ciudad de Badajoz
La muralla de Badajoz fue originalmente construida durante la época musulmana, pero su aspecto actual es el resultado de varias ampliaciones y reformas. En el siglo XVII, con el auge de la artillería, se erigió una nueva muralla de estilo abaluartado, un diseño que incorporaba baluartes, fosos y caminos cubiertos para resistir los asedios de la época.
La muralla medieval y la fortificación abaluartada
El sistema defensivo de Badajoz estaba formado por ocho baluartes (San Pedro, Trinidad, Santa María, San Roque, San Juan, Santiago, San José y San Vicente) y dos semibaluartes (Palmas y San Antonio), que formaban una muralla impenetrable en su conjunto. Estas fortificaciones servían no solo para defender la ciudad, sino también como puntos estratégicos de observación. Las torres almenadas, que se elevan a lo largo de todo el perímetro, proporcionaban una defensa sólida y eran claves en la vigilancia de la ciudad y sus alrededores.
Para entender la magnitud de la muralla de Badajoz, es importante ponerla en contexto con su vecina Elvas, en Portugal. Ambas ciudades, situadas en la frontera, compartían una historia de conflictos y defensa. Elvas, de hecho, posee un sistema defensivo de gran renombre, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2012. Sin embargo, la muralla de Badajoz supera en extensión a la de su vecina portuguesa, convirtiéndose en la mayor fortificación de Europa.
En el centro del sistema defensivo de Badajoz se encuentra la Alcazaba, una de las más grandes y mejor conservadas de España. Esta fortaleza islámica, construida en adobe y tapial, ofrece vistas espectaculares de la ciudad y del río Guadiana. Desde las torres de la Alcazaba, como la conocida Torre de Espantaperros, los visitantes pueden admirar la magnitud de la muralla y el paisaje que rodea la ciudad.
Torre de Espantaperros en la fortificación de la ciudad de Alcazaba en Badajoz, Extremadura
La muralla de Badajoz también está salpicada de puertas fortificadas que conectan la ciudad con el exterior. La puerta de Palmas, de diseño renacentista, es una de las más famosas y una de las paradas obligatorias para los viajeros que desean conocer la historia de la ciudad.
¿Por qué visitar la muralla de Badajoz?
Aunque la Gran Muralla China es, sin duda, la más famosa y extensa del mundo, la muralla de Badajoz es un tesoro escondido en Europa que no puedes dejar de visitar. Su tamaño, su historia y su impresionante conservación la convierten en una joya arquitectónica que ofrece una visión única de los eventos históricos que marcaron el destino de la ciudad y de la península ibérica.
Recorrerla es como caminar por la historia misma, atravesando épocas desde la dominación musulmana hasta las guerras napoleónicas. Además, la ciudad de Badajoz es un punto de encuentro entre dos culturas, la española y la portuguesa, lo que le confiere un carácter único que se refleja en su muralla.
