María Adrio Nazar lleva «toda la vida» intentando adelgazar. Sin embargo, su propósito de perder peso ha sido infructuoso hasta la llegada al mercado de los fármacos «milagrosos».
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) autoriza actualmente tres medicamentos contra la obesidad, todos están indicados para un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 o mayor de 27 con comorbilidades.
Después de una lucha casi titánica para adelgazar, su endocrino le prescribió uno de estos «famosos» fármacos para la obesidad. «Nunca me planteé someterme a una cirugía bariátrica», explica María a este diario.
Desde agosto del año pasado, está en pleno tratamiento. Tiene que pincharse una vez a la semana y los resultados ya los está notando. “Desde la primera aplicación ya empecé a bajar de peso. Pesaba 107 kilos y ahora estoy en 78,900”. Este tipo de medicamentos, indicados para la diabetes, favorecen el control glucémico, hace que disminuya el apetito, aumente la sensación de saciedad y se reduzca el exceso de grasa.
En personas con sobrepeso y obesidad sin diabetes, tirzepatida (el principio activo) promete una reducción de peso media de hasta el 22,5% (23,6 kg) a la semana 72. A pesar de sus beneficios demostrados, los fármacos contra la obesidad se enfrentan a un problema: no están financiados por el Sistema Nacional de Salud.
El «esfuerzo económico» de los pacientes con obesidad
Es una de las reclamaciones de las personas que sufren obesidad y que sus especialistas les han prescrito alguno de estos medicamentos. E incluso se ha iniciado una campaña de recogida de firmas para «exigir igualdad en el acceso a la medicación contra la obesidad» por su precio «desorbitado».
María nos cuenta que cuando se puso su médico le habló sobre el tratamiento contra la obesidad, en su caso con Mounjaro, llegó a plantearse «no adquirirlo por su enorme coste». «Para una economía familiar desembolsar casi 300 euros todos los meses supone un gran esfuerzo económico».
Y no solo es una reivindicación de los pacientes, también de los especialistas en endocrinología.
El doctor Giberto Pérez López, miembro del grupo de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), subraya a ‘Guías de Salud’ que «demandamos la financiación pública de aquellos fármacos contra la obesidad que demuestren su eficacia y su coste efectividad terminando con la falta de equidad al acceso a los mismos basándonos en la capacidad económica del paciente».
«No tenemos constancia que haya un plan de acceso a estos nuevos tratamientos»
Los pacientes a los que les han prescrito estos fármacos para adelgazar, que «han demostrado su eficacia no solo en la pérdida de peso, sino también en la mejoría de las complicaciones asociadas», tienen que hacer pagar mensualmente entre 180-360 euros dependiendo de la marca.
«La obesidad es una enfermedad crónica, heterogénea, recidivante y grave, por lo que el tratamiento debe ser de larga duración. En este sentido, hay que tomar en cuenta que no se trata únicamente de perder peso y masa grasa, se trata de disminuir los riesgos y las complicaciones asociadas a esta enfermedad», recalca el doctor.
Las demandas de financiación «han sido trasladadas a las administraciones públicas, pero en el momento actual no tenemos constancia que haya un plan de acceso a estos nuevos tratamientos».
Este diario se ha puesto en contacto con el Ministerio de Sanidad. Las fuentes consultadas indican que «es un expediente que aún está abierto porque aún caben diferentes posibilidades», del cual «no se puede concretar aún».
El estudio “Situación sanitaria y social de las personas con obesidad en España (Alianza por la obesidad. 2023)” se observó que el 67% de los participantes experimentó un «perjuicio económico» debido a motivos relacionados con su obesidad.
¿Dónde se financian los fármacos contra la obesidad?
En nuestro entorno, países como Reino Unido cubren el tratamiento farmacológico de la obesidad en circunstancias concretas (obesidad grave con comorbilidades asociadas) y en otros (como Italia, Holanda, Noruega y Polonia) existen políticas de reembolso económico del tratamiento en aquellos casos establecidos en sus respectivas guías de práctica clínica. En el resto de Europa la falta de financiación es la norma.
Entre las razones específicas que contribuyen a este impacto, se encuentran de manera destacada los gastos en dietas y programas de pérdida de peso (que incluye la adquisición de medicamentos para la obesidad).
«La economía es, por tanto, la principal barrera para que las personas con obesidad se pueden beneficiar de los efectos positivos de los tratamientos farmacológicos novedosos», destaca el doctor Pérez López.
Los riesgos asociados a la obesidad
El pediatra y endocrinólogo detalla las consecuencias del sobrepeso y obesidad. «Algunas más conocidas, como diabetes, colesterol elevado, hipertensión arterial, problemas coronarios (como infarto de miocardio o angina de pecho), el impacto en las articulaciones (artrosis de rodilla y cadera, lumbalgia) y la salud mental».
Otras complicaciones son «menos conocidas por la población general, pero igual de relevantes, como:
- Apnea del sueño
- Problemas urinarios
- Infertilidad
- Aumento de riesgo de desarrollar hasta 13 tipos de tumores directamente relacionados con el exceso de peso».
«Ahora no paso un día sin hacer deporte»
Perder peso le ha cambiado la vida a María, farmacéutica de profesión. «Me siento mucho más ligera. Al principio comencé a caminar y, cuando ya me sentía bien, pude subir cuestas sin cansarme, andar a un ritmo normal sin agotarme. Gracias a eso, comencé a ir al gimnasio. Ahora sigo una rutina que incluye ejercicios de cardio y fuerza, y también estoy empezando a correr», señala.
Su estilo de vida ha cambiado y «ahora no paso un día sin hacer deporte». «Cada semana, hago ejercicio entre 3 y 4 días, y todo esto me ha ayudado no solo a no recuperar peso, sino a seguir perdiendo el que aún quiero reducir«.
El doctor Gilberto López Pérez también reivindica un «reconocimiento oficial» de la obesidad como una enfermedad, ya que «limita el margen para su abordaje en los programas de salud».
Durante mucho tiempo, la obesidad «ha sido considerada una consecuencia de un mal estilo de vida, poco cuidadoso con la alimentación y la actividad física. Eso ha incrementado el estigma hacia los pacientes y su discriminación. Sin embargo, cada vez son más los estudios científicos que diseccionan la obesidad y la complejidad de sus causas».