Por todos es sabido que la música es uno de esos dones que hacen que nuestro día sea capaz de mejorar. Científicamente está demostrada la importancia de la música en nuestras vidas pero, prácticamente, podemos comprobarlo en cada momento de nuestra vida. 

Seguro que, cuando tienes un mal día, ponerte tu canción favorita o una que te recuerde a un buen momento, hace que tu día instantáneamente mejore. Nos acompaña en los mejores momentos de nuestra vida y, especialmente, en los peores, y siempre está ahí para convertirse en una buena amiga a la que acudir.

Eso sí, una cosa es escucharla y, otra muy distinta, crearla. Y es que aquí todos estamos de acuerdo en que componer música puede ser una de las tareas más difíciles, ni que decir tiene, cuando tienen letra.

Componer es todo un don y solo aquellos con él podrán hacer grandes piezas. Compositores como Esther Díaz, una joven de Málaga que supo, desde que era bien pequeña, que su camino estaba en la música.

A pesar de saberlo, no fue hasta acabar bachillerato cuando decidió lanzarse a la carrera musical y empezar a estudiar en un conservatorio, la más alta institución para desarrollarte en la música.

Ahí fue, precisamente, donde descubrió un talento oculto que lo mejoraría todo.

Lo que descubrió estudiando en el conservatorio

Suena la alarma del móvil que te despierta. También el timbre de casa cuando viene algún paquete o visita, y también suena el semáforo del paso de cebra cuando está en verde. Todos son sonidos que tenemos interiorizados y a los que estamos acostumbrados, pero pocos sabrían y podrían decir qué nota exacta es la que poseen. 

Es lo que le pasó a Esther que, al empezar a estudiar en el conservatorio, descubrió que tenía oído absoluto. Un súper talento que solo poseen 1 de cada 10.000 personas en el mundo. Una auténtica rareza.

Consiste en poder identificar una nota musical sin compararla con otra ni tener una referencia.

“Lo descubrí de mayor, hace unos tres años, descubrí que no era algo habitual, pensaba que era de cada músico. Tuve una formación de pequeña pero no fui al conservatorio, eso fue de mayor, aunque me he criado con la música” confesaba Esther.

“Con 21 años o así me dijeron que era esto, yo pensaba que era algo normal. No lo he entrenado demasiado, lo identifico todo con una nota” expresaba.

Ahora que se dedica de pleno a la música, a la suya propia, cree que, como tal, no tiene mayor utilidad más que “hacerse el guay”, aunque sí que es algo que le ha hecho ver por qué está molesta en los bares cuando hay mucho ruido. “Tengo problemas con los bares por la gran percepción que tengo con los sonidos”.

Un talento que muy poca gente tiene

Lo que le pasa a Esther también le pasa a Emma España, pianista y profesora de música. Ella también tiene oído absoluto, y se lo diagnosticaron cuando tenía 5 años. 

“Con 5 años la profesora le decía que me apuntaran a música, desde esa edad. Lo normalicé un poco, hasta los 13 un profesor me dijo haciendo un dictado que tenía oído absoluto, no sabía que era tan especial” explicaba.

Ella, decía, se ha encontrado con diferentes niveles, porque hay gente que lo tiene más desarrollado.

Es lo que explicaba la doctora Isabel García, otorrinolaringóloga. “Se da en los músicos, porque al no tener desarrollada esa cualidad, no pueden saber is lo tienen o no. Tiene una base genética y tiene que ser fomentada con estudios musicales precoces” decía.

“Las personas con verdadero oído absoluto tienen base genética, se ha determinado el gen en el que está la cualidad. Al ser algo innato, uno siempre se encuentra con eso” confesaba.

Y no solo eso, y es que dice que las personas con oído absoluto identifican “cada sonido con un color, una característica, es como si pudieran imaginar de alguna manera el sonido en concreto”.



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