Suna se ha llenado de valentía y le ha contado a su padre lo que está ocurriendo en la mansión de los Korhan.
Kazim, que siempre ha provocado un cierto miedo en sus hijas, la ha mirado y le ha exigido que le diga la verdad: “Si alguien te ha hecho daño, te consolaré. Pero si eres tú la que ha hecho algo, dímelo”.
Con algo de temor, Suna ha comenzado a contar todo lo que sabe. Le ha explicado que Ferit no trata bien a Seyran, que le está impidiendo trabajar y que, además, ha llevado una amiga a casa. También le ha contado que Ferit la insulta y se burla de ella, lo que ha dejado a Kazim muy enfadado. “¡Ese chico me va a convertir en un asesino!” ha gritado, sin poder entender cómo es posible que un hombre y una mujer pueden ser amigos.
En ese momento, Suna le ha dicho a su padre algo que llevaba tiempo guardando. “Siempre te he tenido miedo”, le ha confesado. “Los niños tienen miedo de sus padres, eso es lo que nos enseñaron y eso aprendimos”, ha dicho intentando suavizar sus palabras. “Cuando escucho tus pasos, no puedo moverme. Pero cada vez que estoy deprimida o algo malo sucede, pienso: menos mal que tenemos a papá, porque siempre encuentras la forma de protegernos”.
Al escuchar esto, Kazim no ha podido evitar emocionarse. Ha roto a llorar, conmovido por las palabras de su hija, que le han tocado el corazón. Después, le ha prometido que se encargará de este problema, abrazando a Suna.