Se quiere y se puede. Ayer en Mestalla se quiso, se peleó y se pudo. Este Valencia CF no está muerto y hoy más que nunca tengo fe en que se puede sacar adelante una situación que sigue siendo crítica se mire por donde se mire. Anoche todo el valencianismo contenía sus emociones y su corazón en un puño hasta el pitido final. Hoy todos vemos con otros ojos lo que parecía imposible hasta la fecha. Hay señales para creer, hay motivos para la esperanza, hay razones para la salvación.
Y es que el efecto Corberán está empezando a dejar sus frutos en un equipo que estaba muerto y ha resucitado según han ido pasando los encuentros. Si bien es cierto que todavía mantiene dejes y manías de épocas pasadas, ahora hay plan de partido, mayor competitividad y, sobre todo, resultados. Puntos y sensaciones totalmente distintas a lo que estábamos acostumbrados durante la primera vuelta del campeonato.
Contra la Real Sociedad el equipo no hizo el mejor partido posible pero sí el que necesitaba. Supo marcar, luchar y sufrir. Tiró de oficio, de lucha y entrega. Rentabilizó un valioso gol de un Hugo Duro que hizo un partido casi perfecto -lo habría sido de haber marcado ese uno contra uno ante Remiro-, echándose el equipo a las espaldas junto a un fantástico Javi Guerra y un imperial César Tárrega. Gayà tiró de galones brazalete en mano y Rioja demostró por qué es el mejor fichaje de esta temporada. La Real puso toda la carne en el asador asediando durante gran parte del partido la meta valencianista pero no dándole para más que confirmar que se sigue cumpliendo la regla de que cuando parte con desventaja en el marcador, es incapaz de ganar.
Pero es que era un partido a vida o muerte viendo cómo se había dado la jornada. Un fin de semana de locos donde ganaban o sumaban casi todos y ante rivales de la parte alta de la tabla en muchos casos.
Mi pregunta ahora es ¿Este era de nuestra liga o no? Lo digo porque hemos perdido un tiempo precioso pensando en los rivales directos obviando que en esta Liga se le puede ganar a cualquiera y perder contra algún otro. Estoy convencido de que Carlos Corberán va a tener al equipo vivo y sostener la permanencia hasta que los números digan lo contrario.
Dentro del vestuario el convencimiento es máximo, porque lejos de apelar al sentimiento de pertenencia, se habla de fútbol. Con esto me refiero a que se ha dejado de lado el aspecto más emocional para conversar de estrategia, táctica y conceptos de fútbol. Con esto no quiero decir que con Baraja no se hablara nada, pero el discurso era totalmente distinto.
Ahora es cuando nos viene esa pregunta de ¿Qué hubiera pasado si Corberán hubiera venido unas jornadas antes? Nadie lo sabe y tampoco tiene mucho sentido preguntárselo ahora porque creo que todos sabemos -por desgracia- la respuesta.
Lo que sí que tengo claro es que aquí nadie se rinde, nadie se da por vencido y que el Valencia CF va a luchar hasta la última jornada por evitar un descenso que, en cualquier otro contexto, estaría más que claro. Anoche tenía ganas de llorar de nervios, de miedo, de rabia, de alegría y de esperanza. Porque el Valencia CF es todo eso y mucho más. Y ahora, me queda algo más claro que nunca: Se puede, se quiere y se va a conseguir.