Cuando el republicano Donald Trump regrese este lunes a la Casa Blanca para reemplazar al demócrata Joe Biden, Estados Unidos cambiará al que muchos consideran el presidente más proactivo de su historia en la lucha contra el cambio climático por otro que ni siquiera cree que la actividad humana sea el factor determinante en el calentamiento global. Un negacionista, dicho de otra forma, reemplazará a un activista. Un giro de 360 grados en el país que más dióxido de carbono ha liberado históricamente en la atmósfera, al tiempo que producía a algunas de las voces más efectivas en la concienciación frente a la crisis climática, como el científico James Hansen o el ex vicepresidente Al Gore. Ese vuelco es producto de la politización extrema del clima en Washington, un fenómeno relativamente reciente y explosivo para la suerte del planeta.

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