Llegó al pub Gas de Las Palmas de Gran Canaria en torno a las diez de la noche acompañado de una docena de compañeros infantes del ‘Juan Sebastián Elcano‘, todos con el uniforme militar, pidió un gin tonic, jugó al billar y en un momento dado se acercó a la barra para pedir a Juan Salán y Fran Tarrío, el camarero y al pinchadiscos que trabajaban entonces allí, una canción del grupo Talking Heads. No recuerdan cuál, porque han pasado 38 años, pero probablemente uno de los temas del disco en directo ‘Stop Making Sense’, publicado poco antes.
Aunque en los días que estuvo en la capital grancanaria se le vio paseando por Las Canteras o de compras, la visita del príncipe Felipe al pub Gas cogió por sorpresa a su propietario, Marcelo Montecatine, y a los dos empleados, pese a que anteriormente habían pasado por allí unos agentes del servicio secreto que pidieron inspeccionar los baños y preguntaron si había alguna otra puerta de salida en el interior del pub. Pensaron que alguna noche de esas vendría el entonces presidente del Gobierno de Canarias, Jerónimo Saavedra, o algún político relevante de visita a la Isla.
Cuando Felipe VI y los demás guardamarinas llegaron al local había poca gente, pues aún era temprano para el público habitual. Estuvieron casi solos y ninguno de otros clientes se le acercó para intentar saludarlo o a hablar con él, según recuerdan Salán y Tarrío. Lo percibieron como uno más. Un chaval con ganas de pasar un buen rato con sus colegas del buque.
El Gas existía desde 1984 y la clientela de aquellos primeros años estaba formada en su mayoría por periodistas y gente del mundo de la cultura, pues era un local pequeño, con dos billares y un futbolín, música que no se encontraba en otros bares y propicio para las charlas hasta altas horas de la madrugada.
Al joven príncipe, o a quien le recomendó acudir allí, debió llegarle la onda de que era el pub preferido de los artistas que venían a actuar a la ciudad. Al acabar sus espectáculos en la Grada Curva o en el Teatro Pérez Galdós, músicos y actores iban al Gas a conocer «la marcha de Las Palmas», el término que ya se usaba para definir la creciente actividad nocturna.
Joaquín Sabina, Miguel Ríos, Santiago Auserón, Ramoncín, Coque Malla y Los Ronaldos, Loquillo, Luis Pastor, Antonio Resines o Quique San Francisco estuvieron en el Gas por la misma época que Felipe VI, algunos de forma asidua. El boca a boca llegó lejos y una noche descubrieron sentado en una de las banquetas altas a Neil Tennant, cantante de Pet Shop Boys, que tenía amigos en el sur de Isla y pasaba desapercibido como un turista más.
Frente al Utopía, que era el sitio más chic de la capital en aquel tiempo, y a otros locales de moda en la zona del Puerto, como el Diseño y el Área, el Gas era un pub con un ambiente más relajado, donde se podía jugar al billar, conversar sin elevar la voz y escuchar discos que aún no se habían publicado en España.
Felipe VI tomó un ‘gin tonic’, jugó al billar y pidió una canción del grupo Talking Heads
El escritor Manolo Padorno y el columnista Salvador Sagaseta se convirtieron en asiduos y detrás de ellos media profesión periodística. Redactores y jefes de todos los diarios llegaban según iban terminando de escribir. Los de cierre y de rotativas lo hacían pasada la medianoche. No había problema cuando se complicaba la edición y encontraban la puerta ya cerrada. Para los clientes fijos había un contraseña, mil veces repetida, que era encender un mechero frente a un ventanuco que daba a la calle.
Salán y Terrío dejaron de trabajar en el Gas para abrir el pub La Calle, el otro sitio emblemático de la marcha nocturna, esta vez con música en directo. Detrás de la barra y en los tocadiscos tomaron el relevo Rafa, Neftalí, Paquito y Juan Luis, pues la fama creció y con ello el número de clientes. Los fines de semana se quedaban pequeños los apenas 100 metros cuadrados de superficie del local.
Entre semana, además de periodistas, profesores y algún político, el Gas se hizo célebre en el gremio de los pilotos y azafatas, un lugar de reunión en sus días de descanso entre vuelo y vuelo. La década de 1990 fue la del máximo esplendor y no había artista que pasara por Gran Canaria que no fuera invitado por sus anfitriones a conocer el pub. Músicos como Enrique Bunbury o Rafa Sánchez el de La Unión eran asiduos. O escritores como Boris Izaguirre, Luis Antonio de Villena, Fernando Delgado o Juan Cruz.
Y también debió hablarse de la visita del príncipe Felipe en el ‘Juan Sebastián Elcano‘, pues en las sucesivas escalas de la fragata a la Isla era habitual ver a algunos guardamarinas uniformados jugando al billar. Aunque Leonor quisiera seguir los pasos de su padre, no será posible. El Gas cerró a principios de este siglo y ya no existe ni el edificio. En su lugar hay un bloque de apartamentos turísticos.
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