«Cesan por tener una discapacidad a la titular de una plaza para personas con discapacidad». Es, para Uxía García, el titular que debería tener esta información. Esta joven de Miño de 28 años ha visto truncado el sueño al que dedicó cinco años de estudio y que hizo realidad el pasado año al aprobar una oposición de especialista de Pedagogía Terapéutica (PT) en Canarias. Consiguió una de las plazas reservadas para personas con discapacidad tras presentar los informes médicos que certificaban que padece una retinosis pigmentaria que le ocasiona una discapacidad visual del 66%: «Mi problema es de noche, de día solo tengo limitada la visión periférica, la central está intacta. Si el trabajo fuese para servir copas en una discoteca, ya te digo yo que no valgo», apunta esta maestra, que solo pudo ejercer unos meses la docencia en un centro de Tenerife antes de ser cesada tras ser declarada «no apta» por un tribunal médico.

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