La estampa bien se parece a la de aquellas ciudades en las que, en invierno, es habitual que esté nevado. Pero es granizo y, además, es un lugar mucho más cerca. Fueron apenas unos minutos pero suficientes para que se llegaran a acumular varios centímetros de hielo en forma de pequeñas bolitas. Después de llevar toda la tarde lloviendo y con temperaturas que no pasaron de los 8 o 9 grados, sobre la 1 de la madrugada descargó una fuerte granizada que formó un llamativo y poco habitual manto blanco en la calzada y las aceras de Tavernes de la Valldigna.

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