Alejandro G. Motta, Doctor en Comunicación y Analista político, en uno de sus ensayos compara a Maduro con la historia de “El Rey Desnudo”,conocido cuento del afamado escritor danés Hans Christian Andersen. El aspecto físico y grotesco del tirano bolivariano, de voz tormentosa y repleta de amenazas arrogantes a sus adversarios, se asemeja “al Rey que obsesionado por su apariencia caminaba desnudo por las calles, y todos los ciudadanos temerosos de ser juzgados elogiaban el traje invisible, hasta que un niño inocente y sin malicia grita: “¡El emperador está desnudo.”
Así describe, sucintamente, el profesor Motta a este fenómeno de la naturaleza que contra viento y marea impone su farsa y su bufonada democrática a una masa de súbditos que aclaman a su “emperador desnudo” y elogian el traje invisible en el que se ha enfundado para ocultar la miserable corrupción por la que se mantiene en el poder. Sería deseable que ese niño inocente, valiente y sin malicia que descubre su desnudez se convirtiera en millones de voces que a partir del 10 de enero, se oyeran con fuerza dentro y fuera de las fronteras de Venezuela para derrocar a este tirano que, junto a otros mandatarios como los de Cuba o Nicaragua, aún subsisten en la América hispana.
Lo cierto es que hasta hoy ni la Corte Penal Internacional, donde el fiscal de la Corte, el británico Kharim Khan, hace oídos sordos a la petición de que emita una orden de detención por crímenes de lesa humanidad contra Maduro, ni la sarcástica foto de “Se busca” de Biden ofreciendo 25 millones de dólares por su cabeza o las “temibles” sanciones de la UE contra el régimen venezolano han hecho mella alguna en el dictador.
Lo alarmante de esta impotencia internacional para enfrentarse a quien desde el abuso del poder consolida su criminal régimen, es que la libertad y la democracia se ha convertido en un valor cultural, un “modus vivendi” que la población la acepta o no en función de la credibilidad del sistema. Resulta aún sorprendente que según el informe “Latinobarómetro 2024”, un 52% de las personas en América Latina apoya la democracia, cuatro puntos más que en 2023, pero el 48% no la respalda todavía y creo que esto resulta sumamente alarmante, por la falta de confianza en el sistema electoral, la justicia y la defensa de los derechos humanos.
Pero no desfallezcan los venezolanos. Las palabras de Felipe VI que pronunció en la reciente Conferencia de los embajadores y embajadoras en el exterior, es una llamada inequívoca a la esperanza y al papel que España debe desempeñar en toda Hispanoamérica : “En estos días convulsos de redefinición del orden internacional, recobrar la voz de Iberoamérica es más necesario que nunca, en este objetivo seguro que pondremos todo el empeño”…”la democracia no es solo la conquista de una ocasión histórica, sino el fruto de una exigente labor diaria: una responsabilidad que concierne a todos, autoridades y ciudadanos, con acatamiento de sus normas y respeto a sus valores y equilibrios como la tolerancia, el pluralismo, la separación de poderes, la transparencia y la rendición de cuentas.”
En España, también estamos sufriendo una versión bolivariana del régimen venezolano. Nuestra monarquía parlamentaria, junto a los gobiernos democráticos de la transición han sido garantes y portavoces en Europa y en el mundo, de la defensa de las libertades y derechos de los pueblos hermanos de Latinoamérica. Pero lamentablemente desde los gobiernos social/ comunistas presididos por Rodriguez Zapatero y Pedro Sánchez, se ha renunciado a ese liderazgo para convertirse en portavoces y aliados de los regímenes comunistas y corruptos de aquella región del mundo.
Como señala Alejandro Motta “la esperanza recuerda que la hora más oscura de la noche -donde el silencio de la noche se impone y la luz es una niña caprichosa que se esconde- es justo antes del amanecer.” En Venezuela al igual que en España, la respuesta a esta opresión y al apoderamiento de las instituciones, no es otra que la presión doméstica e internacional para que la noche y su oscuridad sea lo más breve posible y veamos un pronto amanecer.