Ir al cine siempre ha sido una experiencia de ocio común, especialmente en grandes ciudades como Valencia, donde los cines ofrecen una oferta estándar de películas, cómodas salas de proyección y una oferta gastronómica para acompañar la película. Sin embargo, lo que un joven valenciano vivió en Casablanca fue un auténtico choque cultural que desbarató por completo sus expectativas. ¿Quién iba a pensar que el cine en Marruecos podría tener más lujos que el de su ciudad natal?

En un vídeo que se ha hecho viral en TikTok, el joven relata su primera experiencia cinematográfica en Marruecos, un país conocido por su rica tradición cultural, pero que para muchos, incluido él mismo, no es precisamente un referente cuando se habla de cine de vanguardia. Lo que comenzó como una simple salida con amigos se convirtió en un auténtico espectáculo de diferencias culturales que dejó a más de uno boquiabierto.

Uno de los primeros detalles que el joven valenciano destaca es el nivel de «lujo» que encontró en el cine de Casablanca. Entre risas y asombro, comenta lo cómodo que se sintió con los asientos de la sala, que parecían estar diseñados para ofrecer una experiencia completamente diferente a los cines más convencionales en España. «Te dan masaje», comenta entre incredulidades, mientras muestra a sus seguidores lo que, para él, fue un verdadero lujo.

A diferencia de las salas estándar en Valencia, donde las butacas son mayormente de tela o de material sintético, el cine de Casablanca le ofreció una experiencia mucho más cómoda. Además, según el vídeo, parecía que la tecnología de los asientos había sido pensada para proporcionar una mayor comodidad, algo que en muchos cines españoles aún es una rareza.

Aunque el cine en Casablanca mostró un nivel de confort impresionante, el joven valenciano no pudo evitar destacar también el precio de la entrada, que consideró «caro que te cagas». Con un costo de 130 dirhams (unos 12 euros), este precio se acercaba más al de una entrada de cine premium en España que al precio estándar de los cines comerciales. Sin embargo, la sorpresa no acabó ahí.

Al llegar a la zona de las palomitas y bebidas, otro de los detalles que llamó la atención fue la escasa variedad de snacks disponibles. «Palomitas y agua, 5 euros», señala el joven, haciendo hincapié en la falta de variedad en comparación con los cines de Valencia, donde es habitual encontrar desde chucherías hasta menús completos. No obstante, a pesar de la limitada oferta, el precio parecía justificar la comodidad y el lujo que ofrecían otras áreas del cine.

El cine en Marruecos tiene su propia idiosincrasia. En este sentido, el joven se sorprendió al enterarse de que, a diferencia de lo que ocurre en España, en las salas de Casablanca se permite fumar. «Se puede fumar en el cine», dice, mirando incrédulo a sus amigos. Para muchos, la idea de encender un cigarro mientras se disfruta de una película puede parecer totalmente ajena a las normas modernas en Europa, donde fumar está prohibido en la mayoría de los espacios públicos cerrados. Sin embargo, en Marruecos, este gesto parece formar parte de la experiencia tradicional del cine.

Además, el cine ofrecía una versión original de la película, pero con subtítulos en francés. Aunque en España es común que las películas se proyecten en su versión original con subtítulos en español, el subtitulado en francés fue una característica que sorprendió a los asistentes. «¡Guau! Buen quilombo», comenta el joven, señalando lo peculiar de la situación, donde no solo se traduce el idioma de la película, sino que se añaden unas capas lingüísticas más, con el francés como lengua común para los subtítulos.

El vídeo que el joven valenciano compartió en TikTok no solo sorprendió a sus seguidores por las condiciones del cine en Marruecos, sino que también generó una gran cantidad de interacciones y comentarios de personas que no podían creer las diferencias culturales que se mostraban. Desde la posibilidad de fumar en el cine hasta el lujo en los asientos, los usuarios comentaban con asombro, muchos de ellos compartiendo sus propias experiencias y reflexiones sobre los cines de otros países.

Esta experiencia, aparentemente sencilla, pone de manifiesto cómo las diferencias culturales afectan incluso a aspectos tan cotidianos como ir al cine. Mientras que en Valencia muchos podrían considerar que los cines de su ciudad ofrecen todo lo necesario, lo que encontró este joven en Marruecos demuestra que la oferta cinematográfica no solo se mide por el precio o la calidad técnica, sino también por los detalles que, en ocasiones, pueden parecer extravagantes o lujosos desde una perspectiva occidental.

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