Podría plantear aquí la típica y manida argumentación sobre la urgencia de actuar para afrontar el impacto devastador que han creado la pérdida y la degradación de los humedales, que son uno de los hábitats del mundo que más captan el tóxico CO2 que tan perjudicial es para el Planeta. Que son un complejo sistema biológico altamente productivo del que dependen innumerables especies de plantas y animales para sobrevivir, de las que el 36% están en peligro de extinción.
En fin, podría seguir enumerando todas esas consideraciones que interesan a los ecólogos (científicos) y a los ecologistas (activistas sociales), pero que no motivan demasiado al resto de las personas, a las que seguramente también les interesa la salud del Planeta, pero no tienen el foco puesto en ello porque están centradas en vivir el día a día y en tratar de estar en paz en su entorno.
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Les diría que estamos asistiendo a la mayor inestabilidad del ciclo del agua de nuestros tiempos, lo que está ya afectando a nuestro suministro de agua potable, a la seguridad alimentaria, a la salud, al empleo, al ocio y al turismo. ¿Cuánto más podremos aguantar sin ponernos manos a la obra a restaurar los humedales degradados y destruidos?
La Unión Europea está impulsando una nueva política de restauración de la naturaleza que incluye a los humedales. Todo un reto, dejar de destruir y comenzar a restaurar. Y este año, la celebración del Día Mundial de los Humedales, el 2 de febrero, tiene el lema ‘Proteger los humedales par nuestro futuro común’.
Las personas en puestos de responsabilidad pública o privada que pueden contribuir a este cambio de ritmo son invitadas a informarse y a prepararse para estas nuevas oportunidades de fondos prioritarios para la restauración de la naturaleza ya que están llegando.
En la región mediterránea, las iniciativas de restauración de humedales que apliquen soluciones basadas en la naturaleza representarán una oportunidad sin precedentes para aumentar la resiliencia de la sociedad de esta cuenca a los rápidos cambios ecológicos que está enfrentando actualmente. Según la UICN, las soluciones basadas en la naturaleza son acciones para proteger, gestionar de forma sostenible y restaurar los ecosistemas naturales degradados que a la vez también abordan los desafíos sociales de forma eficaz y adaptativa, proporcionando a la vez bienestar humano y beneficios para la biodiversidad.
Los desafíos sociales que las soluciones basadas en la naturaleza pretenden abordar (como la captura de carbono, la gestión adecuada de los recursos hídricos, la reducción del riesgo de catástrofes, la seguridad alimentaria, el bienestar humano, el desarrollo socioeconómico sostenible y la conservación de la biodiversidad) son particularmente agudos en la cuenca mediterránea.
Para abordar eficazmente la restauración de los humedales en el Mediterráneo, todo lo que hagamos debe basarse en la naturaleza y centrarse en las personas. Infraestructuras duras, de cemento y hormigón, son parches inútiles.
Por ejemplo, en humedales urbanos las soluciones basadas en la naturaleza buscan integrarlos en el entorno, naturalizarlos con orillas vegetadas que además hacen de filtro verde para la depuración de las aguas, incrementando su fauna y flora, formando un espacio verde atractivo para el solaz de la población urbana.
En Mallorca, existe el proyecto RestaurAlcúdia que aplica estas soluciones en dos humedales urbanos degradados del norte de la isla. Pero hay muchos más proyectos en marcha que sirven de ejemplo, como los que impulsa SEO/BirdLife en la bahía de Santander desde hace décadas.
Gobiernos, empresas, comunidades locales, científicos y sociedad civil debemos actuar ahora de manera coordinada para identificar y apoyar las mejores soluciones a nivel local, eficaces y sostenibles para responder a la urgencia de actuar.
Lector, añada a su lista de temas importantes a los humedales, no le queda otra que ser su defensor, por pura necesidad y egoísmo.