La ausencia de signos externos visibles de violencia en el cadáver y los antecedentes alcohólicos del fallecido hicieron pensar en un primer momento que se trataba de una muerte natural más, la de un hombre de 61 años, solitario y que apenas salía de casa, que llevaría muerto varios días en su domicilio de Valencia. A la mañana siguiente, ya en la sala de autopsias, tan pronto como los forenses del Instituto de Medicina Legal de València le quitaron las prendas de ropa que portaba para comenzar con la pertinente necropsia del cadáver, vieron que estaban ante una muerte violenta, concretamente un homicidio por lesiones por arma blanca.
Heberto Medina Cañadell, de 61 años, presentaba varias lesiones por arma blanca, causadas con algún tipo de objeto punzante, que no dejaban lugar a la duda. Inmediatamente se avisó al grupo de Homicidios de la Policía Nacional de las importantes novedades de la autopsia, que daban un giro radical al informe preliminar del levantamiento del cadáver, donde se hablaba de una posible muerte por insuficiencia cardíaca de etiología natural.
Así, la vivienda, que no había sido precintada la noche anterior ante la ausencia de vestigios que apuntaran que se trataba de un crimen, fue inspeccionada en profundidad por agentes de la policía científica. Tras concluir la inspección técnico policial el Juzgado de Instrucción número 13 de Valencia, en funciones de guardia cuando se localizó el cadáver, precintó la vivienda mientras prosiguen las investigaciones.
El cuerpo sin vida de Heberto fue encontrado el pasado domingo en su domicilio, situado en un segundo piso de una finca con dos escaleras de viviendas de la calle Islas Canarias de Valencia. A su hermano, que desde que ingresaron a su madre en una residencia iba periódicamente a dejarle dinero para sus gastos en la vivienda donde había vivido la mujer –justo en el piso de al lado al de su hijo–, le extrañó que no abriera y que no hubiera pasado por allí.
Al no tener llaves del piso de su hermano fue necesario avisar a los bomberos para poder entrar en el inmueble. «Me iba a meter en la ducha cuando me los topé de frente. Entraron por ese ventanal», señala María del Mar, vecina de la finca.
Sentado en un butacón
Una vez dentro de la vivienda, los bomberos encontraron el cadáver de un varón sentado en un butacón, con la cabeza tendida hacia delante y con sangre en la boca. Tras el hallazgo del cadáver se avisó al juzgado de guardia y hasta el lugar se trasladó el forense para hacer una primera inspección del cuerpo. «Estuvieron toda la tarde, se marcharon pasadas las diez de la noche», apuntaba esta vecina.
Nada hacía sospechar en esas primeras horas que se trataba de un homicidio, cuando la Policía dio por buena la hipótesis inicial del forense de que estaban ante una muerte natural. El fallecido estaba en tratamiento por su adicción al alcohol y había tenido problemas de drogadicción hace años.
Escucharon golpes y «quejidos»
Una de las hipótesis que se manejan es que el crimen se hubiera producido en la madrugada tras la Noche de Reyes, cuando algunos vecinos afirman haber escuchado golpes y «quejidos» en la casa. Además, les llamó la atención que la luz de la cocina de la vivienda estuviera encendida día y noche desde esa fecha. Aunque no se descarta que la muerte se hubiera producido incluso antes, entre Año Nuevo y el día 4 de enero.
Un músico sin apenas vida social
Heberto, al que conocían como Richard, apenas se relacionaba con sus vecinos y no solía ir gente a su casa. «Antes llevaba una vida bastante nocturna y se ponía a tocar a altas horas de la noche», señalan sobre la víctima, que componía música, pero que llevaba mucho tiempo sin trabajar y con una vida más sedentaria y poco sociable.