El negocio de Maricruz llama mucho la atención, para bien y para mal. La mujer ha logrado tunear una furgoneta con frases llamativas en la que vende productos eróticos.

Aunque el marketing le ha traído clientela, también muchas críticas. Según nos cuenta, recibe llamadas y mensajes diarios preguntándole si es prostituta.

Además, también han intentado destrozarle la furgoneta, pinchándole las ruedas o dañándole los productos. «Yo no hago daño a nadie», advierte.

Maricruz ha denunciado los hechos en cinco ocasiones, pero asegura que no ha conseguido frenar el acoso constante. ¿Conseguirá hacer su trabajo sin miedo?

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