Por unos días, Sonia Rossi Torres, una mujer de 59 años originaria de Galicia y residente en Los Ángeles desde hace más de tres décadas, vio su vida colapsar en un caos de fuego, viento y evacuaciones. Los incendios que asolan California han puesto en jaque a miles de familias, pero para Sonia, cuya casa está en las colinas de Hollywood, la amenaza fue tan real como aterradora.
«El miércoles fue un día que no olvidaré jamás», relata, aún invadida por la emoción. «Estuve trabajando desde casa todo el día y tenía las noticias de fondo porque ya estaban ardiendo zonas cercanas como Pacific Palisades y Altadena. Pero fue al final de la tarde cuando vi con desesperación como el fuego comenzaba al lado de casa y crecía de forma exponencial en minutos«. Fue entonces, en torno a las seis de la tarde, cuando recibió la alerta en su teléfono móvil: evacuación oblilgatoria e inmediata. «La adrenalina nos impulsó a reunir lo esencial en tiempo récord, cargar a mis tres gatos y mi perro en el coche y salir de allí», comparte.
Sonia explica que las tormentas de viento cálido conocidas como Santa Ana, que alcanzan velocidades de hasta 100 millas por hora, son comunes en esta época del año. Pero el cambio climático ha hecho que las condiciones sean más extremas: «Hace 363 días que no llueve, y las colinas están cubiertas de vegetación seca después de dos años más húmedos. Todo esto es como pólvora esperando una chispa».
El incendio que amenazó su hogar no solo puso en riesgo la icónica señal de Hollywood, bajo la que se encuentra su residencia, sino también el emblemático parque Griffith, pulmón verde de Los Ángeles y hogar de estudios de cine y televisión. «Si las llamas se hubiesen extendido hasta el parque, las consecuencias habrían sido devastadoras», reflexiona.
Aunque los bomberos lograron controlar el incendio de Hollywood de madrugada, la situación en otras áreas como Pacific Palisades y Altadena sigue siendo crítica. «En Pacific Palisades, donde viven muchas celebridades, el fuego sigue ardiendo desde el martes y solo está contenido al 15%. Gente como Paris Hilton, Billy Crystal, Mel Gibson y Jeff Bridges han perdido sus hogares. Es un desastre absoluto», comenta.
El caos y la incertidumbre
El fuego no fue el único enemigo. Sonia describe cómo la respuesta institucional agravó la sensación de desamparo. «El jueves, el sistema de alerta empezó a enviar mensajes erróneos. Personas que ya habíamos podido regresar a nuestras casas recibimos nuevas órdenes de evacuación por un fallo técnico. Hubo confusión y más pánico», relata.
A esto se suma la insuficiencia de recursos. Según la estradense afincada en California, la jefa del departamento de bomberos admitió que el presupuesto actual es la mitad de lo que era hace 30 años, pese al aumento de la población.»En Pacific Palisades, los bomberos se quedaron sin agua porque las reservas no estaban llenas. Es desgarrador verlos luchar para salvar vidas y hogares sin los medios adecuados», relata.
Por si fuera poco, los cortes de electricidad —implementados para evitar que las líneas caídas iniciaran más fuegos— dejaron a muchas zonas sin luz durante días. Sonia y su familia, afortunadamente, solo estuvieron unas horas sin suministro.
Por otra parte, es en momentos como estos en los que, generalmente, la humanidad saca su mejor cara. Tras evacuar su casa, Sonia encontró refugio con su hija, que vive a 40 minutos de distancia. Sin embargo, muchas personas se vieron obligadas a permanecer en centros de acogida: «La comunidad se ha volcado con donaciones, y eso es algo que da esperanza en medio de tanta tragedia», señala.
Aunque ella pudo regresar a su hogar el jueves, la situación sigue siendo incierta: «Nos han avisado de que los vientos seguirán soplando con fuerza hasta el miércoles, y tenemos que estar listos para evacuar en cualquier momento. Las ascuas vuelan grandes distancias y pueden iniciar nuevos focos en cuestión de segundos».
A pesar de la angustia vivida, Sonia se considera afortunada: «Hemos podido volver, pero muchos evacuados aún no lo han logrado. Las calles están desiertas porque mucha gente prefiere quedarse fuera de la zona hasta que pase el peligro».
Para Sonia, esta experiencia es un recordatorio de las amenazas crecientes que plantea el cambio climático y de las carencias en la gestión de emergencias. «Los incendios son cada vez más devastadores y frecuentes, y no estamos preparados. Hace falta más presupuesto y más recursos».
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